Por Carlos Alberto Anzoategui
Durante la primera mitad del siglo XX, se produjeron enormes enfrentamientos entre las potencias imperialistas en Europa y Asia. Alemania, Italia, Japón, y otros imperios menores como el Otomano, habían llegado tarde al reparto del mundo, que era controlado por Inglaterra, Francia y en menor medida Estados Unidos.
El resultado de esta tercia por el control del mercado mundial fueron la primera (1914-1918) y segunda guerra (1939-1945) mundial. Las nuevas potencias imperialistas (Alemania, Italia, Japón, etc.) fueron derrotados militarmente, y pasaron a ocupar un rol subordinado del imperialismo norteamericano, que financió la reconstrucción de Europa Plan Marshall) y emergió como el imperialismo dominante, nuevo gendarme mundial.
No obstante, el boom económico y reconstrucción capitalista de Europa produjeron fenómenos contradictorios. Alemania, uno de los imperialismos derrotados, resurgió nuevamente como una poderosa potencia industrial. El crecimiento económico en Europa trajo consigo el renacimiento del sentimiento de independencia, sin que ello significara la ruptura con el tutelaje de los Estados Unidos.
Creación y evolución de la UE
En 1957 la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE), sentó las bases para un mercado común entre sus Estados miembros. Este proceso culmino en 1993 con la firma del Tratado de Mastrich que creo la Unión Europea (UE) una especie de confederación, en la cual los Estados conservaban cierta autonomía, creando una moneda común (el Euro), un libre mercado, autoridades ejecutivas comunes, etc. Este proceso de creación y fortalecimiento de la UE fue paralelo al debilitamiento de Estados Unidos como potencia hegemónica, lo que desató una creciente competencia comercial.
En 1995, Austria, Finlandia y Suecia se unieron a la UE. Después del derrumbe de la URSS en 1991, y con la desintegración del llamado “campo socialista” se unieron Chequia, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Rumanía y Bulgaria, totalizando 27 Estados miembros
De manera sutil, la UE se rebelaba al tutelaje de Estados Unidos, aunque no renunciaba a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la alianza militar creada por Estados Unidos al finalizar la segunda guerra mundial, con el pretexto de frenar una posible invasión de la URSS y del llamado “campo socialista” en el Este de Europa.
Tres potencias imperialistas lideraban la UE: Alemania, Francia e Inglaterra, aunque esta última, aquejada por una decadencia industrial casi total, abandonó la UE a través del llamado “Brexit” en 2020-2021.
Crece la confrontación entre Estados Unidos y la UE
La principal potencia industrial, la locomotora de la UE, es Alemania, seguida por Francia. En realidad, la UE sirvió como zona comercial del imperialismo alemán. En la medida en que declinaba el poderío industrial de Estados Unidos, por el traslado masivo de empresas manufactureras a China y otros países, Alemania y la UE conquistaban una parte del mercado mundial, incluso dentro del propio mercado norteamericano.
Atrás ha quedado el periodo se subordinación casi total de los países de Europa en relación a Estados Unidos. La pelea por el mercado mundial, ya saturado, y el ascenso de China y Rusia como nuevas potencias, reaviva los conflictos Inter imperialistas.
Fue bajo la primera administración de Donald Trump (2017-2021) que las contradicciones económicas adquirieron un cariz de confrontación abierta. Trump bloqueó el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la UE, conocido como Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), presionó a Alemania para que dejara de comprar el gas ruso barato que le permitía la supremacía económica, también presionó a los miembros de la OTAN a que subiera el gasto militar equivalente al 5% del PIB, con el objetivo de que Estados Unidos obtuviera un alivio en sus gastos militares.
Entre 2014 y 2024, las importaciones estadounidenses procedentes de la UE crecieron un 44%. Para 2024, Estados Unidos importó de la UE más de 584.000 millones de euros. Es una demostración fehaciente de la decadencia económica e industrial de Estados Unidos que Trump pretende revertir con sanciones, aranceles y a puros latigazos.
En la primera reunión de su gabinete al inaugurar su segundo mandato presidencial, Trump dijo “Seamos honestos, la Unión Europea se formó para joder a Estados Unidos. Ese es el propósito y lo han hecho bien, pero ahora soy presidente” (EFE 20/01/2025)
A reglón seguido amenazó con la imposición de aranceles, que después suspendió, presionando para una negociación con la UE.
La ultraderecha: la quinta columna de Trump
El auge de la UE ocurrió bajo gobiernos reformistas, en su mayoría socialdemócratas. Pero el periodo de bonanza económica de la postguerra hace tiempo llegó a su fin. El permanente ajuste económico y la reducción constante del nivel de vida, bajo los gobiernos socialdemócratas y sus aliados menores, esta desarrollando un creciente sentimiento anti-UE.
La desesperación de las masas africanas y de medio oriente, que cruzan masivamente el mediterráneo buscando un mejor nivel de vida en Europa, ha creado un sentimiento xenofobo, contra la inmigración.
Mientras Trump presiona desde el exterior, procurando derribar los muros de la UE, para recuperar su espacio en el mercado europea, al interior de la UE crecen y se desarrollan corrientes ultraderechistas, que manejan un discurso similar a Trump, pero que, contradictoriamente, no defienden los intereses de Estados Unidos, no son estrictamente Trumpistas, sino que defienden los intereses propios de sus Estados, en la desesperante lucha por sobrevivir en la feroz competencia dentro del mercado mundial.
Este crecimiento de la derecha y ultraderecha se refleja en los resultados electorales del último periodo. En Portugal, la coalición derechista Alianza democrática (AD), liderada por Luís Montenegro, ganó las elecciones, el Partido Socialista (PS) quedó en segundo lugar con el 23,3% de los votos, y el ultraderechista Chega obtuvo el 22,56% de los votos. Entre derecha y ultraderecha tenemos el 45,8% de la votación, lo que refleja un vuelco reaccionario.
En las elecciones de Alemania, la derechista Unión Cristianodemócrata (CDU) obtuvo el 28% de los votos, el Partido Socialdemócrata (SPD) obtuvo el 16% de los votos, y en tercer lugar quedo la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) con el 20% de los votos. Aunque CDU y el PSD establecieron un gobierno de coalición, el crecimiento de la ultraderecha en Alemania es un claro síntoma del descontento social. Recientemente, el partido Reform, de Nigel Farage, en Reino Unido, se postula como una real alternativa de poder en las próximas elecciones.
En Rumania, después de que el Tribunal Constitucional anuló el triunfo electoral de Calin Georgescu, en el nuevo proceso electoral salió ganador Nicusor Dan, conocido europeísta, con el 54% de los votos, pero la ultraderechista George Simion gano el 46% de los votos.
En Moldavia, la candidata europeísta Maia Sandu ganó el 54,35%, pero Alexandr Stoianoglo, prorruso, obtuvo el 48,8% de los votos. En Polonia, el ultranacionalista, Karol Nawrocki, obtuvo el 50,89% de los votos, frente al 49,11% del alcalde liberal de Varsovia y europeísta, Rafal Trzaskowski. En Países Bajos, la ultraderecha liderada por Geert Wilders ha logrado poner fin al gobierno de coalición, por el tema de la lucha contra la migración, y convocar a nuevas elecciones.
A lo anterior hay que agregar países de la UE que son gobernados por la derecha o ultraderecha como Giorgia Meloni en Italia, Recep Tayyip Erdoğan en Turquía, Viktor Orbán en Hungría, Aleksandar Vučić en Serbia, Robert Fico en Eslovaquia. Tanto Hungría, Serbia y Eslovaquia representan una fracción de oposición a muchas de las decisiones de la UE, especialmente con relación a la guerra en Ucrania.
Además, tenemos a los partidos de derecha y ultraderecha en España (el PP y Vox) y Francia (Frente Nacional de Le Pen), que arañan la mayoría electoral.
El rearme de Europa
Las políticas, otrora progresistas de la UE, enfocadas en la defensa de los derechos humanos y del medio ambiente, incluida un enfoque suave hacia la migración, están paralizadas o han sido revertidas.
Para mantener cierta cohesión política, Alemania y Francia agitan el peligro de una invasión o guerra con Rusia. Trump ha aprovechado el momento para exigir que todos los países miembros de la OTAN inviertan el 5% de su PIB en armamento y en la defensa colectiva. El problema es que no hay recursos disponibles, semejante inversión significaría que debe haber más recortes en salud y educación, restringiendo el gasto social, lo que puede provocar masivas protestas populares. Todavía no hay acuerdos definitivos sobre el tema, algunos gobiernos se oponen a semejante gasto.
La supuesta invasión rusa es una ficción, ya que el gobierno de Putin esta interesado en hacer negocios, en volver a vender libremente el gas a Europa.
¿Hacia el colapso de la UE?
La UE representa un mercado común y un conjunto de instituciones de un Estado confederal que no ha logrado dar el salto a una mayor unificación política, hacia un Estado federal. Fue, en cierta medida, aun bajo el capitalismo, un movimiento progresivo para superar la división y dispersión de los Estados nacionales. Representó un paso hacia la posible constitución de los Estados Unidos de Europa.
No obstante, la crisis de la UE capitalista es evidente, carcomida por dentro y bajo las presiones de Trump desde el exterior, que procura fragmentarla para recuperar el control y mantener su hegemonía.
En todo este análisis, no nos hemos referido a la izquierda, a los sindicatos y el movimiento popular, que esta maniatado por las direcciones reformistas traidoras. El futuro de Europa dependerá de estas fuerzas adormiladas por el momento. Trump y su quinta columna ultraderechista aspirar a romper la UE, fragmentarla y balcanizarla.