Por Nicolas Lebrun
En junio del 2016 se celebraba en el Reino Unido el refrendo sobre el Brexit impulsado por el entonces primer ministro, David Cameron. El resultado fue cerrado, 51,9 % se pronunciaron por dejar la UE y 48,1 % se pronunciaron por quedarse. Sin embargo, la complejidad y la polarización que implico’ este proceso, se vio en el resultado dispar en el seno de los países que componen el Reino Unido. Mientras en Escocia e Irlanda del Norte la opción de quedarse sobrepasaba a la de abandonar la UE con resultados bastante contundentes (62 %contra 38 % y 55,8 %contra 44,2 % respectivamente) en Inglaterra y Gales los votos se inclinaron hacia la salida (53,4 %contra 46,6 % y 52,5 %contra 47,5 %respectivamente)
Esta situación fue la que a la postre dio paso a una de las mayores crisis de este país después de la segunda guerra. Años de luchas intestinas en el seno de los dos partidos tradicionales que dieron como resultado la caída del gobierno de Theresa May, que vino a remplazar al también conservador David Cameron, luego del resultado del referendo, en el cual este último se había lanzado a defender el “remain”.
Las negociaciones que se dieron con la UE para lograr un acuerdo de divorcio fueron (y siguen siendo) tormentosas. EL resultado de las propuestas presentadas por May, a lo largo de este proceso, fueron rechazadas una a una por la Cámara de los Comunes. De ambos lados de la Cámara, tanto conservadores como de los laboristas la oposición al proyecto de acuerdo se fue perennizando.
Las elecciones de diciembre 2019
Las elecciones del año pasado fueron un punto de inflexión para la consumar la salida definitiva del RU de la Unión Europea.
El líder de los conservadores, Boris Johnson, ex alcalde de Londres y figura emblemática del campo conservador en la campaña del “exit”, logró su cometido de aglutinar una mayoría en el parlamento provocando un cisma en la cúpula del partido laborista encabezado hasta entonces por Jeremy Corbyn.
“La aplastante victoria de Boris Johnson en las elecciones de Reino Unido ha supuesto un castigo de las mismas proporciones para su principal rival, el laborista Jeremy Corbyn, quien no solo ha llevado a su partido a su peor derrota en ocho décadas, sino que ve como su liderazgo queda sentenciado, pese a que este viernes se ha resistido a dimitir y se ha limitado a anunciar que pilotará la transición de su partido hasta que se elija a su sucesor "a principios del año que viene".(rtves 13.12.2019 )
En dos años los laboristas perdieron sesenta escaños, lo que le dejó la vía libre a Johnson de votar la salida de la UE a partir del 31 de enero del 2020.
Los laboristas perdieron bastiones históricos, el denominado Muro Rojo, la circunscripción de los Midland así como Bolsover dirigida por el ex minero Dennis Skinner durante aproximadamente 50 años. De la misma manera Sedgefield, en manos de los laboristas desde 1935 pasó a manos conservadoras.
El partido Laborista, miembro de la familia socialdemócrata no ha sido, como en el resto del continente los abanderados de la defensa de los intereses de la clase trabajadora ni a nivel nacional ni mucho menos a nivel internacional muy a pesar de la retórica de izquierda y las divisiones internas entre las alas izquierda y conservadora.
El discurso de Corbyn, radical al proponer de hacer marcha atrás en varias de las reformas faro del neoliberalismo. La destrucción del sistema de salud y los servicios públicos han sido la nota de la contra ofensiva emprendida desde los años 80 por parte de los conservadores, desde la Thatcher hasta May.
Esto no ha impedido tampoco a los Laboristas de hacer lo propio en el mismo sentido. Blair y su denominada “tercera vía” no representó ningún cambio cuantitativo ni cualitativo para la clase trabajadora británica. Durante su periodo como primer ministro fue conocido como “Thatcher con pantalones” al seguir la política de contención del gasto público y la destrucción de las fuentes de empleo industriales para favorecer la economía de servicios para satisfacer las voraces demandas de la City, sector financiero caracterizado por la falta de toda regulación que hace palidecer de la envidia a Wall Street. En ese periodo el PIB que representaba el sector industrial pasó de 20% a 12%. En ese mismo lapso, el capital financiero llegó a representar 32% del PIB (Vinceç Navarro 16/11/2012)
Estabilidad precaria de la economía del RU
Muy a pesar del eufórico discurso de Johnson que alardeaba de las ventajas de la separación de sus viejos aliados de la UE, la realidad es bastante distinta. Los datos a continuación hablan por sí solos.
“El comercio representó el 61.8% de su PIB en 2018 (Banco Mundial). El Reino Unido es el quinto mayor importador y el décimo exportador de bienes del mundo, y el segundo mayor exportador y el quinto mayor importador de servicios comerciales del mundo (OMC, 2018). El país importa principalmente vehículos y equipos de transporte, combustibles, oro, medicamentos, dispositivos de procesamiento de datos electrónicos y digitales, materiales orgánicos y alimentos. Las principales exportaciones del Reino Unido son de la misma naturaleza que sus importaciones. Según datos de la OMC, en 2018 el Reino Unido importó bienes por valor de $ 673,965 millones y exportó $ 486,850 millones, con un déficit comercial de $ 186,838 millones. El país importó $ 229,531 millones en servicios y exportó $ 372,745 millones en servicios. Según la oficina nacional de estadísticas, el déficit comercial total (bienes y servicios) se amplió en £ 23,2 mil millones para llegar a £ 48,7 mil millones en los doce meses hasta octubre de 2019, principalmente por el déficit en el comercio de mercancías. Este último aumentó en £ 19.3 mil millones a £ 154.9 mil millones. En comparación con el mismo período del año anterior, las importaciones aumentaron más rápido (5,9%) que las exportaciones (2,6%) (sociedad general 09/02/2020)
El discurso populista de los partidarios del Brexit se apoyaba sobre el hecho que el dinero británico enviado como contribución a Bruselas iba a ser repatriado y con este dinero solventar el hueco en las finanzas del reino. Sin embargo, esto no deja de ser más que pura demagogia.
“El ahorro de dejar de contribuir al presupuesto común de la Unión Europea es realmente muy pequeño. Cada país aporta a ese presupuesto aproximadamente un 1% de su renta nacional. A lo que el Reino Unido aporta (cifra en la que se suele centrar el debate) hay que restar lo que recibe, en forma de fondos agrarios y regionales (sobre todo en Escocia, Gales e Irlanda del Norte). Por otro lado, el llamado “cheque británico” garantiza que a este país se le devuelvan dos tercios del saldo neto negativo resultante. Hechos estos ajustes, la cifra final equivale a alrededor del 0.3% del PIB.” (Notario del SXXI noviembre-diciembre 2019)
Una nueva contraofensiva contra los trabajadores y el pueblo
Si bien la liberalización de la economía y de las condiciones laborales en el Reino Unido han llegado a extremos casi inimaginados hace solo unas décadas atrás, como por ejemplo los contratos de trabajo por cero horas y la desprotección de los trabajadores en casi todos los terrenos, esto no impide que la burguesía británica busque más. Sobre todo, que esta salida de la UE le permita también al conjunto de la burguesía del continente avanzar en el plan de flexibilización laboral encabezado por la Comisión Europea.
El objetivo es que las reglas de protección que todavía quedan en pie puedan caer paulatinamente en nombre de los tratados comerciales con el RU o bien como las que se encuentran subyacentes en el CETA firmado con Canadá. Esto es algo que tampoco los negociadores de Bruselas pueden descartar. DE hecho, Michel Barnier, jefe de los negociadores de la Comisión Europea ha ofrecido un acuerdo “cero aranceles, cero cuotas” (DW 3/02/2020)
“En un discurso en Londres ante empresarios y embajadores, dijo que busca negociar un acuerdo comercial similar al de Canadá (CETA). En caso de que no se consiga ese tratado, el comercio bilateral se basará en el Acuerdo de retirada firmado en 2019 o en un tratado parecido al que el bloque negocia con Australia, agregó.
En cuanto a las reglas de competencia, el primer ministro aseguró que el Reino Unido no pretende "socavar los estándares comunitarios" ni emprender una competencia feroz con la UE, pero señaló que "mantendrá sus altos estándares" en estas áreas sin "la obligación de un tratado".
"No hay necesidad" de que un acuerdo de libre comercio conlleve "aceptar las normas de la UE en competencia, subsidios, protección social, el medioambiente o nada similar", incidió. (DW 3/02/2020)
Cuando esto siniestros personajes se ponen de acuerdo es sinónimo de problemas para los trabajadores.
Por la unidad de los trabajadores y el pueblo contra la austeridad de Bruselas
Los trabajadores franceses llevan ya más de un mes en resistencia contra la reforma de pensiones que pretende aprobar el gobierno de Macron. Un plan que pretende la privatización de las pensiones bajo el modelo chileno, el cual ya ha demostrado su fracaso para los pensionados y un enorme negocio para los inversores de estos fondos de pensiones.
Desgraciadamente por el momento el proceso de construcción de una nueva dirección que asuma el combate sin merced contra los neo liberales y sus aliados en las organizaciones obreras.
La consumación de esta política reaccionaria y reformista han sido por un lado el gobierno de Syriza en Grecia que pactó con la troika para profundizar el proceso de privatizaciones y austeridad dando al margen ciertas migajas. En este momento, el partido Podemos se ha sentado en la Moncloa, al mando de ciertos ministerios, pero con la consigna de respetar los dictados de Bruselas.
Los socialistas revolucionarios estamos por la salida de la Europa del capital para poder construir la Europa de los trabajadores y el pueblo. El Brexit no es más que una trampa, así como todos los viejos nacionalismos que afloran de nuevo con un aliento fétido de hambre, racismo y austeridad para el pueblo.