Por Nicolás Le Brun
En Grecia, el triunfo electoral por parte del partido de izquierda Syriza pone en la mesa de negociación el asunto de la deuda y los planes de austeridad que se vienen implementando desde hace casi seis años, pero también el modelo que podrían seguir las masas europeas para campear las asfixiantes medidas de la troika, encabezada políticamente por el gobierno alemán de Ángela Merkel.
Un país en la lona
Después de seis años de la entrada en vigencia de las medidas de austeridad, el país se encuentra en una crisis absoluta. Las masas se han visto desprovistas de las mas elementales condiciones para garantizar su sobrevivencia. De un punto a otro, la Grecia “europea” se ha transformado en una semi-colonia de la troika. El salario mínimo ha sido recortado en cerca de una cuarta parte durante el periodo 2007-2013, quedando en cerca de 500 euros, mientras que el poder adquisitivo se ha visto disminuido en un 40% (El País, 31/01/2015). Las pensiones también han sufrido el impacto de las medidas del FMI-BCE y la CE.
La tasa de desempleo alcanza al 25% de la población, siendo los jóvenes los mas fuertemente afectados por el paro. En la categoría de los jóvenes comprendidos entre los 15-24 años la tasa llega al 60% mientras que en los que se encuentran el grupo de 25-29, esta alcanza el 45%.
La tasa de mortalidad infantil también ha aumentado como resultado del recorte del 50% del presupuesto de salud, pasando de un 6 a un 9% (Revista Democracia 1/11/2014). Esto es solo una muestra del impacto de estas medidas. Entre tanto, gracias al “plan de rescate” la deuda también ha explotado pasando de un 100% al comienzo de la crisis a un 145 a finales del 2014 y llega en enero del 2015 a 175%. En estos momentos el monto de la deuda es de 317,000 millones de euros. El 28 de febrero próximo es la fecha de vencimiento de la prórroga otorgada por la troika y eso implica que tienen que entrar en negociaciones. La troika es el acreedor de Grecia.
En artículos anteriores habíamos descrito también el conjunto de las medidas, pero al cabo de los años es que éstas se vuelven cada vez más crueles y muestran el verdadero rostro del capitalismo financiero.
Dentro de este marco también hay que ver la situación de conjunto de la Unión Europea. La crisis en la eurozona no hace más que avanzar, pero los que siguen pagando los platos rotos son los trabajadores y las masas. Las contradicciones entre las diferentes burguesías desaparecen cuando éstas se ponen de acuerdo sobre lo fundamental para ellos, implementar la austeridad en todos los países casi sin excepción.
Los gobiernos de la derecha, como en el caso de España, recetan la austeridad a las masas, pero también los gobiernos de corte “socialista” como Hollande en Francia avanzan en ese sentido y llaman a una cruzada por el “crecimiento”. Bajo esa consigna no escatiman en disminuir los subsidios al desempleo, pero no solo eso, sino que atacan al “costo salarial” elevado. En grueso atacan a todas y cada una de las conquistas adquiridas por la clase trabajadora en el último siglo. En Bélgica, el nuevo gobierno de coalición de la derecha, con el Partido Nacionalista Flamenco a la cabeza, no hace más que seguir el plan trazado por el anterior gobierno de coalición liderado por el partido socialista de Elio di Ruppo, y puso en práctica el congelamiento de salarios y la exclusión de miles de desempleados de larga duración de los subsidios.
Específicamente en referencia al caso de Grecia, el gobierno de Hollande “ha subrayado que el gobierno griego debe asegurar sus obligaciones”. Es decir continuar con los planes vigentes para pagar la deuda. (Welt am Sonntag 2/02/2015).
Las primeras medidas del nuevo gobierno
Luego del triunfo electoral conseguido por Syriza, que lo llevó a obtener cerca del 35% de los votos emitidos y a formar una bancada de 149 congresistas que lo imposibilitaba de formar un gobierno al no obtener la mayoría simple, Syriza logra realizar un acuerdo con el partido de derechas “Griegos Independientes” (ANEL, según las siglas en griego), un partido burgués que ha sido el producto de la escisión del partido derechista Nueva Democracia. Este partido euroescéptico combate la injerencia de la troika y llama, al igual que el partido ganador, a “renegociar la deuda” (Le Figaro 26/01/2015). El Partido Comunista Griego (KKE) se negó a realizar un grupo de gobierno con Syriza debido a que lo caracterizó como el partido “de reserva de la izquierda capitalista” (ídem).
En los primeros días del gobierno de Tsipiras, su ministro de fianzas Yanis Varufakis afirmó que “Grecia no reconoce a la troika ni al acuerdo de rescate”, pero acto seguido, para bajar el perfil de sus declaraciones iniciales, aseveró que “intentaremos convencer a todos los socios, a Alemania, a Finlandia para hallar una solución que beneficie al interés común europeo” (El País 31/01/2015).
Sin embargo los márgenes de negociación a ese nivel parecen escasos para el gobierno griego. El presidente del Eurogrupo Jeroen Dijsselbloem, en visita a Grecia ha sido muy claro “el Eurogrupo esta dispuesto a apoyar a Grecia a condición de que Grecia cumpla sus compromisos” (ídem).
Por otro lado, el nuevo gobierno ha emprendido medidas progresivas como detener las privatizaciones, el aumento del salario mínimo, volver a contratar personal, entre otras como la vuelta a nacionalizar del puerto del Pireo, tomado por un consorcio chino. Sin embargo, las cosas se presentan con diferentes matices.
Las analogías que comparan al gobierno de Tsipiras con el gobierno de Papandreu del año 1981 son el objeto del análisis de la prensa burguesa. “Tsipiras desea renegociar el plan de rescate UE-FMI de Grecia por 245 millardos de euros y obtener cueste lo que cueste una disminución de la deuda. En esto se parece a Papandreu que amenazaba con retirarse de la OTAN y de la CEE a la que Grecia se había incorporado a principios del 81. Al final Pappandreu no hizo ni uno ni lo otro. Su táctica política jugaba sobre la confrontación y realizaba discursos incendiarios, pero en lo esencial de la política exterior, ésta era pragmática” (Financial Times 25/01/2015). En la misma dirección, el vicepresidente del Senado italiano, Giorgio Tonini afirma “en la más pura de la tradición griega, Tsipiras ha tomado ya un viraje rápido hacia el centro” (Il Sole-24 Ore 25/01/2015). Y para terminar de entender un poco este fenómeno que representa Syriza bajo la dirección de Tsipiras, el presidente del Partido Izquierda Ecología y Libertad afirma que “Tsipiras tiene el mérito histórico de haber canalizado la desesperación social dentro de un espacio democrático en lugar de alimentar fuerzas subversivas“(ídem).
¿Un callejón sin salida?
En un tono que suena mas a una amenaza que a un consejo, el presidente del Parlamento Martin Schulz, del SPD alemán, señala que "si el nuevo gobierno de Syriza quiere decir no a todo, entonces el impulso del señor Tsipras podría ser de corta duración." (Le Monde 29/01/2015). En esa misma dirección dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, al Figaro "Respetamos el voto popular en Grecia, pero Grecia debe también respetar a los demás, la opinión pública y los parlamentarios del resto de Europa", haciendo hincapié en que "no [había] ninguna cuestión de la abolición de la deuda" de Atenas, a pesar de que "los acuerdos son posibles." (ídem)
Pero para las instituciones europeas, acreedores principales de Grecia, transformar el tema del pago de la deuda es un asunto casi de orden moral. Sin embargo para las masas griegas que no han cesado de luchar a pesar de la creciente pérdida, una tras otra, de las conquistas, como lo hemos visto anteriormente, el desafío es todavía mucho mayor. El triunfo de Syriza es el reflejo de la radicalización de las masas griegas y de la polarización social.
El fenómeno que representa es complejo y no sirve, como lo ha hecho el KKE de condenar al partido en los fuegos del “reformismo”. El triunfo de Syriza debe servir para que las masas puedan hacer un avance no solo en su conciencia, sino que también en su organización. El gobierno de Tsipras, lejos de confiar en la buena voluntad de la troika para lograr suavizar las condiciones de la deuda, debería llamar a los obreros y a los trabajadores no solo de Grecia, si no del resto de Europa a movilizarse para lograr que la troika anule la deuda griega. Este seria un primer paso para lograr derrotar las medidas de austeridad en el conjunto de la Unión. Las manifestaciones en ese sentido ya se han empezado a ver desde hace un tiempo y las recientes manifestaciones masivas en España del partido Podemos, las movilizaciones en Bélgica a finales del año pasado que llevaron a una huelga general, la más fuerte en muchos años, ponen de manifiesto que hay voluntad de lucha. Falta la organización que haga eso posible.
Las medidas de austeridad pueden ser derrotadas dentro del marco de la misma Unión Europea. Así como los patrones han entendido que para poder imponer sus políticas a otros países deben hacerlo por medio del Parlamento Europeo, la Comisión y el Banco Central, los trabajadores deben aprovechar esta oportunidad histórica para hacer retroceder estos planes. El gobierno Tsipras tiene la palabra.