Por Orson Mojica
Contrario a los pronósticos, y a los deseos de mucha gente honesta, Donald Trump regresará a la presidencia de Estados Unidos. Vamos a un periodo de intensa lucha política, cambios económicos y conmociones sociales en Estados Unidos y resto del mundo. ¿Cómo fue posible que el odiado Trump volviera por la puerta grande? Te lo explicamos en el siguiente análisis.
Decadencia imperialista y cambio de mentalidades
Estados Unidos, la potencia hegemónica del viejo orden surgido al final de la segunda guerra mundial, tiene varias décadas de sufrir periódicas crisis económicas, que han debilitado el funcionamiento de su régimen democrático burgués. Sin condiciones materiales para hacerle concesiones a las masas trabajadoras, la democracia comienza a perecer.
Esta decadencia económica se manifiesta cotidianamente en menos empleos, deterioro de los salarios y niveles de vida, endeudamiento insoportable de los hogares, aumento de la delincuencia y un desborde en la migración hacia Estados Unidos. Este panorama ha producido cambios importantes en la mentalidad y en la cultura política de los norteamericanos, especialmente en las masas de origen anglosajón.
El “sueño americano” era la creencia de que cualquier persona, independientemente de su origen, si trabaja duro y perseveraba, podía alcanzar el éxito en los Estados Unidos: comprar una casa, comprar su auto y proporcionar una vida decente a su familia. Ese “sueño americano” ya no existe, ahora es una pesadilla.
En momentos de crisis de los valores tradicionales, el prototipo del “héroe” ya no es el ciudadano común que logra con esfuerzo llegar a las alturas del poder, sino que ahora la mayoría de norteamericanos se sienten atraídos por esa mafia de multimillonarios, como Donald Trump, Jeff Bezos y Elon Musk, quienes son presentados como los nuevos héroes a seguir.
La democracia norteamericana, con su otrora elegante sistema de pesos y contrapesos, en donde el ciudadano tiene la oportunidad de corregir los errores de los gobernantes cada dos años, por medio del Congreso, se ha debilitado al grado de que comienzan a sentir la necesidad de un gobierno mas fuerte, que resuelva los problemas.
Quienes fundaron los Estados Unidos detestaban a la nobleza y la oligarquía, vivían obsesionados en evitar una tiranía, por eso diseñaron una presidencia con ciertos límites en su actuación. Este paradigma democrático de hace 250 años se desmorona rápidamente en el mundo actual sacudido por la crisis crónica del capitalismo.
El proyecto bonapartista de Trump
La historia siempre crea a los sujetos para determinadas coyunturas. El caos y la decadencia del imperialismo norteamericano, la impaciencia y desesperación de las masas norteamericanas, que no encuentran una salida, crearon como contrapartida el fenómeno político de Donald Trump, el personaje que devoró en poco tiempo al viejo Partido Republicano y que se postuló como un nuevo Bonaparte que puede restablecer el orden y la grandeza de Estados Unidos.
Existe una relación dialéctica entre el caos y la desesperación popular y la necesidad que surja un líder que devuelva la tranquilidad y la prosperidad. Estas son las bases sociales y psicológicas que se combinan para la consolidación del proyecto bonapartista de Trump, que pretende superar las debilidades y la crisis de la democracia norteamericana
Con obvias diferencias sobre la intensidad de la crisis capitalista y el actual contexto internacional, el fenómeno político de Trump es el mismo que reflejó Adolf Hitler en su momento, con ardientes discursos para sacar a la Alemania derrotada y humillada de la postración en que se encontraba en 1933.
Vale la pena insistir: el surgimiento de Donald Trump ha sido una casualidad. La primera presidencia de Trump (2017-2021) reflejó esa necesidad de la camarilla de multimillonarios de dotarse de una presidencia fuerte que les permita superar la crisis interna de Estados Unidos para hacerle frente a la feroz competencia de las potencias emergentes (en realidad son viejos imperialismos) como Rusia y China, cuyas clases dominantes no pierden el tiempo en discusiones democráticas, sino que toman rápidas decisiones por la concentración de poder propia de los regímenes autoritarios.
Una fuerte pugna entre los grupos de poder, más los efectos de la pandemia, le impidieron continuar en la presidencia. En medio de la enorme polarización política, Biden ganó las elecciones de 2020 por el apoyo de las minorías, especialmente de negros y latinos, quienes fueron cruciales para el triunfo de los demócratas.
Trump avanzó un poco, pero fracasó en el primer intento de imponer una presidencia fuerte, por encima de los controles del Congreso, pero ahora que ha ganado las elecciones del 2024 tratará de avanzar mucho más en su objetivo.
La resistencia de Trump
Trump intentó mantenerse en el poder a cualquier costo, alegando un gigantesco fraude electoral que no pudo demostrar, rompiendo a pedazos el principio del ciego respeto de los resultados electorales. Los demócratas aprovecharon el asalto al Capitolio, por parte de una muchedumbre trumpista el 6 de enero del 2021, para iniciar una serie de juicios y acusaciones contra Trump. Pocos pensaban que Trump podría resistir los embates legales, pero no estaba solo. Una parte de las instituciones y del electorado estaba con él.
En mayo del 2024, Trump fue finalmente condenado por un tribunal de Nueva York por 34 delitos, pero al mes siguiente la Corte Suprema de Justicia emitió una sentencia que ratificó la inmunidad de los actos del presidente. Fue la primera gran señal de inicio de la contraofensiva de Trump.
Los demócratas, fetichistas de la legalidad, creyeron que los juicios podrían detener un proyecto que tiene profundas raíces sociales en Estados Unidos. Desde las acusaciones contra Bill Clinton en 1998, por su romance con Mónica Lewinsky, se demostró que los escándalos sexuales no hacen mella sobre los políticos.
Cuando el presidente Joe Biden fue forzado a renunciar a la nominación presidencial, en julio de este año, ya las encuestas perfilaban a Donad Trump como un posible ganador de las elecciones. El golpe palaciego que impuso a Kamala Harris como nueva candidata, sin haberse sometido al escrutinio de las elecciones internas, fue un desesperado e infructuoso intento de frenar el ascenso de Donald Trump.
Economía, deuda e inflación bajo Trump y Biden
Durante el mandato de Trump (2017-2021), el PIB anual creció promedio un 2.3%, una cifra similar a la de su antecesor Barack Obama. No obstante, bajo el mandato de Trump la inflación alcanzó apenas el 1,9% anual. Por eso existe la sensación que bajo la administración Trump las cosas estaban mejor.
Cuando Trump asumió la presidencia en 2017, la deuda de Estados Unidos era de 19 billones de dólares, pero la rebaja de impuestos del 35% al 21% a las grandes corporaciones, redujeron los ingresos fiscales e hicieron que esta aumentase hasta 28 billones de dólares, un significativo aumento del 41%.
Bajo la administración Biden, como efecto del fin de la pandemia, en 2021 el PIB creció hasta 6,5% pero en los años subsiguientes se mantuvo en promedio en 2,6%
La deuda paso de 28,13 billones a 34 billones de dólares en diciembre de 2023, un crecimiento del 20,86%. A pesar que la tasa de desempleo se mantuvo baja, en un 4%, la inflación, producto de los miles de millones de dólares emitidos bajo la pandemia, llego hasta casi el 10% durante los dos primeros años de Biden.
Aunque los datos macroeconómicos muestran una relativa mejoría de la economía bajo la administración Biden, las masas trabajadoras captaron la realidad de otra manera por los elevados índices de inflación, por eso existía un profundo malestar social que Trump supo aprovechar al máximo.
La elevada inflación, factor clave
Vale la pena recordar que en 1979 y 1980 la tasa de inflación en Estados Unidos fue del 13,3% y el 12,4% respectivamente, reduciéndose hasta 8,9% en 1981. Esta elevada inflación le costó la reelección a Jimmy Carter en 1980, siendo derrotado por Ronald Regan.
Al parecer, Trump aprendió la lección de lo ocurrido con Jimmy Carter, y por eso su discurso electoral se centró en el deterioro de la economía, algo que calaba profundamente entre los votantes. Reagan es recordado como un buen presidente, es probable que, por los efectos de la inflación en la reducción del nivel de vida, las masas norteamericanas hayan hecho una comparación y paralelismo entre Reagan Y Trump.
La campaña de Harris: defensa abstracta de la democracia
Habiendo entrado a última hora a la lucha electoral, sin una trayectoria de líder de masas, con escasa aceptación popular, arrastrando el lastre de ser vicepresidenta de un gobierno desprestigiado, teniendo únicamente en su haber el título de Fiscal de California, Kamala Harris centró su campaña en aumentar los impuestos a las grandes corporaciones (un viejo planteamiento de los demócratas), en la lucha por el derecho del aborto y teniendo como eje de campaña, restregarle a Donald Trump que era un delincuente convicto.
Además, todo su discurso era un llamado abstracto a defender la democracia, obviando las críticas al gobierno del cual formaba parte.
Harris logró reunir más dinero que la campaña de Trump. Tenía más propaganda en los grandes medios de comunicación. Artistas famosos como Taylor Swift, Bayonce, Daddie Yanqui, Ariana Grande, los Tigres del Norte, etc., una lista muy larga de personalidades, incluso un ala del Partido Republicano, llamaron a votar por Kamala Harris.
La campaña de Trump: economía, inmigración e inseguridad
A pesar de que, en el primer y único debate entre Kamala Harris y Trump, este salió mal parado, el triunfo de Harris no tuvo mayor en efecto en las encuestas.
Aunque Trump mantuvo su discurso burlón y caustico contra sus oponentes, a diferencia de la campaña del 2016, basada en “fake news”, en esta ocasión redujo las noticias falsas (salvo la mas grande de todas: que los haitianos se comían a los perros y los gatos), mantuvo las exageraciones para centrarse en tres ejes de campaña: economía, inmigración e inseguridad.
En agosto del 2024, Trump declaró que “Nuestro país se encuentra ahora mismo en la posición más peligrosa en la que ha estado desde un punto de vista económico y de seguridad. Tenemos muchas cosas malas por delante, podríamos acabar en una depresión como la de 1929, que sería devastadora, tardaríamos muchos años, décadas en recuperarnos de ella y estamos muy cerca de eso y estamos muy cerca de una guerra mundial”. (Ámbito Financiero 8/08/2024)
Trump mantuvo durante toda la campaña electoral un discurso catastrofista y apocalíptico, que aterraba a las masas trabajadoras que venían de soportar dos años de alta inflación. El redito político fue fabuloso.
En relación a la inmigración, tradicional bandera de lucha de Trump, dijo que no solo estaban envenenando la sangre de Estados Unidos, sino que al día siguiente de tomar posesión iniciaría la deportación de un millón de indocumentados, de los 11 millones que viven de manera ilegal en Estados Unidos. Deportar a 11 millones de personas costaría al gobierno de Estados Unidos la bicoca de 315 mil millones de dólares, dejando sin mano de obra barata a la economía.
Pero, ni tonto ni perezoso, consciente del efecto que podría tener en los latinos, Trump matizó su discurso sobre las deportaciones en posteriores mítines, concentrándose en deportar a los criminales.
A finales de octubre del 2024, Trump en el mitin de cierre de campaña en el Madison Square Garden de New York, dijo lo siguiente: “En el Día 1, lanzaré el programa de deportación más grande en la historia de Estados Unidos para sacar a los criminales. Rescataré cada ciudad y pueblo que ha sido invadido y conquistado, y pondremos a estos criminales viciosos y sedientos de sangre en la cárcel, luego los sacaremos de nuestro país lo más rápido posible”.
El candidato a vicepresidente en la fórmula de Trump, James David Vance, denunciaba en octubre que por los migrantes el costo de la vivienda se había encarecido: “Tenemos viviendas que son totalmente inasequibles porque trajimos a millones de inmigrantes ilegales para competir con los estadounidenses por viviendas escasas”.
Entre mentiras y medias verdades, la campaña de Trump fue haciendo ajustes en su discurso para atraer al electorado, prometiendo incluso reducción de impuestos para los trabajadores.
El paquete económico y fiscal de Trump
La política económica y fiscal de Trump en esta campaña electoral fue diferente a la del año 2016, cuando el eje de su discurso fue la necesidad de rebajar los impuestos a las grandes corporaciones, para fomentar el empleo y el consumo de los norteamericanos.
En la reciente campaña electoral del 2024, Trump volvió a repetir lo mismo, que es necesario rebajar los impuestos a los ricos, pero esta vez dijo que también deben rebajarse los impuestos a los trabajadores y la clase media. ¿Y cómo podría financiar el gasto público? La propuesta de Trump es elevar entre el 10% al 20% los aranceles de los productos importados y en el caso particular de China elevarlos hasta el 60%. Es una clásica ruptura con el globalismo neoliberal de las administraciones anteriores, tanto demócratas como republicanos, y que prevaleció en los últimos 40 años. De esta manera, con aranceles proteccionistas se produciría un renacimiento del poderío industrial de Estados Unidos y se recuperarían millones de empleos.
Pero no es asunto se soplar y hacer chimbombas. Durante su primer mandato, Trump impuso aranceles al acero y al aluminio, lo que provocó una repuesta reciproca de Canadá y la Unión Europea, dando lugar a conflictos comerciales y demandas ante la Organización Mundial del Comercio (OMC)
Trump planea financiar el gasto público, combinando una reducción de impuestos a las grandes corporaciones, del 21 al 15%, incluidos impuestos a la seguridad social, con el establecimiento de aranceles a los productos extranjeros. Con esta reducción de impuestos, Trump cree que se fomenta el desarrollo de pequeñas y medianas empresas, creando nuevos empleos. Este discurso sedujo a muchos.
Proteccionismo y aislacionismo
En realidad, Trump está intentando contener el declive industrial de Estados Unidos con medidas proteccionistas, políticas que ya implementó durante su primera administración, pero que ahora va más allá, tratando de crear una zona de comercio en el mundo con exclusiva hegemonía norteamericana, obligando a países pobres a un intercambio comercial con Estados Unidos, so pena de imponer aranceles a todos los productos.
Con el agotamiento de la globalización, el mundo se está dividiendo en zonas económicas, por eso los BRICS han tomado auge. Trump quiere construir su propia zona económica con intercambio comercial desigual a favor de Estados Unidos, en detrimento de los países menos desarrollados, dentro de su área de influencia.
El proteccionismo es la contraparte económica del aislacionismo a nivel político e internacional, algo que ha sido una tradición en Estados Unidos. Para recuperar la fuerza industrial, Trump pretende aislarse de los grandes conflictos, como Ucrania, pactar temporalmente con Putin, para concentrar los esfuerzos en la reconversión industrial, concentrar esfuerzos contra China para posteriormente salir a disputar nuevamente la hegemonía mundial.
El voto castigo contra los demócratas
La campaña de Trump fue exitosa porque logró explotar al máximo los tres principales problemas de la población, adecuándose a cada paso en conquistar a las decisivas minorías de negros y latinos.
El desplome de los votos demócratas reforzó las teorías conspiracionistas de los republicanos, de que en la elección de 2020 Joe Biden se impuso por medio del fraude, pero en realidad las cosas transcurrieron de manera diferente
Donald Trump obtuvo 75,581.082 votos populares (el 50,5%) y Kamala Harris obtuvo 71,708,435 votos (47,92%).
Los republicanos ganaron mayorías en 31 de los 50 estados del país con sus mayores victorias en Wyoming (72,3 por ciento), Virginia Occidental (70.1 por ciento), Dakota del Norte (66,5 por ciento), Idaho (66.8 por ciento) y Oklahoma (66.1 por ciento).
En tanto, los demócratas ganaron 19 estados, así como la capital DC, donde recibieron el 92.4 por ciento de los votos, seguidos por Vermont (64.3 por ciento), Maryland (61.5 por ciento), Massachusetts (61.2 por ciento) y Hawai (60.6 por ciento).
Trump aseguro su victoria al ganar la mayoría en 7 Estados claves, considerados bisagras, que sumaron 93 votos electorales a su favor: Pensilvania (19), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Michigan (15), Arizona (11), Wisconsin (10) y Nevada (6).
La debacle electoral de los demócratas se debió fundamentalmente a dos grandes factores. El primero, el rechazo a la alta inflación hizo que los republicanos no solo conservaran su votación, sino que latinos y negros votaran mayoritariamente a favor de Trump, garantizando la victoria en los Estados bisagras.
El segundo fue la alta abstención entre los votantes demócratas, se calcula que el 12% no fue a votar en protesta contra su propio partido. Además, 13 millones de personas con derecho a votar no se inscribieron
Donald Trump, obtuvo 312 de 538 votos de los Colegios Electorales, convirtiéndose en el 47 presidente de Estados Unidos
La crítica de Berni Sanders
Por medio de un comunicado, el senador Berni Sanders, máximo exponente del ala izquierda del Partido Demócrata, expresó una crítica publica:
“No debería ser una gran sorpresa que un partido demócrata que ha abandonado a la gente de la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora le ha abandonado. Primero fue la clase trabajadora blanca, y ahora son también los trabajadores latinos y negros. Mientras el liderazgo demócrata defiende el status quo, el pueblo estadounidense está enojado y quiere un cambio. Y tienen razón. (…) Hoy en día, mientras que a los muy ricos les va fenomenalmente bien, el 60% de los estadounidenses viven al día, tenemos más desigualdad de ingresos y riqueza que nunca. Increíblemente, los salarios semanales reales, descontada la inflación, para el trabajador estadounidense promedio son en realidad más bajos ahora que hace 50 años"
(…) ¿Habrán aprendido alguna lección de esta campaña desastrosa los grandes intereses económicos y los consultores bien pagados que controlan el partido demócrata? ¿Comprenderán el dolor y la alienación política que están experimentando decenas de millones de estadounidenses? ¿Tienen alguna idea sobre cómo podemos enfrentarnos a la cada vez más poderosa oligarquía que tiene tanto poder económico y político? "Probablemente no" (Clarín, 7/11/2024)
Mas claro, imposible.
La auto consolación de Nancy Pelosi
En una reciente entrevista, Nancy Pelosi, influyente dirigente del Partido Demócrata, justificó las causas de la derrota electoral por la tardanza de Biden en renunciar a la candidatura, y devolvió golpes a Sanders.
“(…) Bernie Sanders no ha ganado. Creo que el mensaje que ha lanzado Bernie Sanders no es el mensaje ganador para el pueblo estadounidense. Lo amo. Creo que es genial. Ha sido un maravilloso defensor de su punto de vista, digamos, pero su punto de vista no es correcto cuando dice que los demócratas han abandonado a las familias trabajadoras”.
(…) Bueno, no fue una buena noche para los demócratas (…) Ya hemos empezado a organizarnos para el futuro. No nos angustiamos por lo que pasó. Nos organizamos para lo que viene después.
Si el presidente hubiera salido antes, podría haber habido otros candidatos en la carrera. Kamala, creo, igualmente habría ganado, pero podría haber sido más fuerte, al haber llevado su caso al público antes.
La expectativa era que, si el presidente se hacía a un lado, habría una primaria abierta (…) Eso no sucedió (…) Si hubiera sido mucho antes, habría sido diferente. Pero no es así, no estamos aquí para sufrir. Estamos aquí, nuevamente, para organizar cómo seguir adelante”.(TNYT, 9/11/2024)
Evidentemente, el discurso de Pelosi le echa la culpa a la tozudez de Biden y no al deterioro del nivel de vida, que correctamente señala Sanders
Urge un Partido de los Trabajadores
Ya hemos analizado los factores que posibilitaron que Trump recuperara la presidencia de Estados Unidos. Hay muchas expectativas de que Trump cumplirá sus promesas y que Estados Unidos volverá a ser grande otra vez. Una cosa es la demagogia populista e imperialista de Trump, que promete todo, y otra diferente es si podrá cumplir y satisfacer las expectativas de sus votantes.
Se avecina un periodo de luchas obreras por la defensa del salario y por la defensa de las libertades democráticas en Estados Unidos, algo que Trump tratará de reducir al mínimo. Los trabajadores norteamericanos, las minorías y los migrantes, son victimas del discurso engañoso de demócratas y republicanos.
Las centrales obreras y los sindicatos deben romper con el Partido Demócrata y el Partido Republicano, y crear su propio partido político que defienda los intereses económicos y sociales de los trabajadores. De lo contrario, la mafia de multimillonarios continuara avanzando desmantelando conquistas históricas de los trabajadores.