Por Armando Sosa

Hace justo 20 años, el gobierno imperialista yanqui dirigido entonces por Georges W Bush, se lanzó, con el apoyo de las fuerzas de la OTAN, a intervenir militarmente en Afganistán.

Talibanes y Al Qaeda

Los atentados del 11 de septiembre contra las torres gemelas en New York fue la excusa que tuvo para justificar esta operación punitiva, que según el discurso de entonces, buscaba eliminar la amenaza terrorista que representaba la organización Al Qaeda liderada en ese momento Osama Bin Laden.

Este antiguo aliado del imperialismo yanqui durante la guerra contra la invasión soviética durante la década de los ochenta del siglo pasado, había vuelto las armas y los recursos financieros en contra de su antiguo amo.

El gobierno encabezado por los talibanes fue acusado de albergar y proteger a esta organización. El enfrentamiento directo con las fuerzas talibanes produjo la caída del mismo. Las fuerzas de ocupación pusieron en su lugar un gobierno títere que no alcanzó a legitimarse delante las masas afganas que vivían bajo la sombra de los atentados terroristas de las fuerzas yijadistas y los escabrosos casos de corrupción por parte de los miembros del gobierno y de las fuerzas armadas.

Los recursos empleados por el imperialismo fueron enormes. En el apogeo de la intervención en el 2011, 110 000 soldados estadounidenses fueron movilizados. Los demás miembros de la OTAN aportaron también tropas, las cuales se dedicaron a misiones de combate. Luego del 2014, con el retiro eufemístico de la organización, mantuvieron cerca de 14 mil efectivos para la capacitación de las fuerzas armadas y en la intervención en operativos anti terroristas. El año pasado, tan solo 4000 efectivos estadounidenses estaban presentes.

El negocio de la guerra

Sin embargo, en las guerras modernas, los contratistas privados representan también un contingente importante en el desarrollo de las operaciones. 

“También fue desplegada una cantidad significativa de contratistas privados de seguridad en Afganistán. Eso incluyó más de 7.800 ciudadanos estadounidenses hasta el último trimestre de 2020, según una investigación del Congreso de EE.UU.” (BBC.com)

En cuanto a los recursos financieros, las sumas son astronómicas. La gran mayoría del gasto en Afganistán ha sido asumido por EE.UU. “Entre 2010 y 2012, cuando en un momento EE.UU. tuvo a más de 100.000 soldados en el país, el costo de la guerra creció a casi US$100.000 millones anuales, de acuerdo con las cifras del gobierno estadounidense.

A medida que el ejército de EE.UU. cambió el foco de operaciones ofensivas para concentrarse más en la capacitación de las fuerzas afganas, el costo cayó marcadamente.

Para 2018, el gasto anual era de unos US$45.000 millones, según informó un alto funcionario del Pentágono al Congreso de EE.UU. ese año.

De acuerdo con el Departamento de Defensa de EE.UU., el gasto militar total en Afganistán (desde octubre de 2001 hasta septiembre de 2019) había alcanzado US$778.000 millones.

Además, el Departamento de Estado de EE.UU. -junto con la Agencia de Desarrollo Internacional (USAID) y otras agencias del gobierno- invirtieron US$44.000 millones en proyectos de reconstrucción.

Eso lleva el costo total -basado en datos oficiales- a US$822.000 millones entre 2001 y 2019, pero no incluye el gasto en Pakistán, que EE.UU. utiliza como base para las operaciones relacionadas a Afganistán.” (ídem)

Todo este arsenal y todos estos recursos no impidieron que los talibanes luego de dos décadas de enfrentamientos armados con la mayor potencia militar del orbe, lograran en pocos días después del retiro de las fuerzas de ocupación yanquis, adueñarse de las principales ciudades del país. Las escenas que comparaban la caída de Hanoi durante la guerra del Vietnam con la caída de Kabul, aunque extrapoladas, no dejan de relevar el golpe mayúsculo que la administración Biden se ha llevado, dejándolo durante todo este tiempo grogui, adaptándose al desarrollo de los acontecimientos, lo que en términos de una potencia imperialista como les E.E.U.U es desconcertante, puesto que planifican su política y sobre todo la defensa de sus intereses geopolíticos a mediana y a muy largo plazo.

Los yanquis por su lado han mostrado una política encaminada por un lado al retiro de sus tropas. El pasado gobierno de Trump organizó una conferencia de paz con los talibanes para negociar el retiro de las tropas y mas condiciones para la instalación de un nuevo gobierno de unidad nacional. Sin embargo a estas negociaciones, los representantes del entonces gobierno y de sus fuerzas militares no fueron invitados, minando así las confianza y el respaldo en el proceso.

Esto podría ser la causa, que hubiera llevado al ejército y a las autoridades políticas de no mostrar casi ninguna resistencia al avance de las tropas talibanes. El resultado es el que conocemos hasta ahora. El gobierno se desplomó como un castillo de naipes, convirtiendo la retirada en una dramática  escapatoria.

Un nuevo escenario del enfrentamiento Inter imperialista

Los dos grandes conflictos en los cuales bloques imperialistas se enfrentaron en el siglo pasado, dando lugar a las dos guerras mundiales que cobraron la vida a millones de seres humanos a lo largo y ancho del planeta no han hecho desaparecer las causas que los pueden llevar a nuevos enfrentamientos directos. Los personajes pueden cambiar, asi como la composición de los bloques, pero las causas materiales de los mismos ya habían sido enunciados por Lenin antes del estallido de la Primera Guerra Mundial de 1914-1918.

“Qué otro medio que no sea la guerra puede haber bajo el capitalismo para eliminar las discrepancias existentes entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la acumulación de capital, por una parte y el reparto de las colonias y de las “esferas de influencia” entre el capital financiero, por otra? (Lenin, El imperialismo fase superior del capitalismo)

En esta etapa, los enfrentamientos armados, han sido básicamente por las zonas de influencia, especialmente en el Oriente Medio. El conflicto en Siria ha sido un escenario donde los intereses de los diferentes bloques han llevado a la presencia de fuerzas militares de potencias antagonistas como lo son los yanquis y los rusos. Los bloques imperialistas recogen a su lado también países que buscan en función de sus recursos e intereses, sacar provecho de la situación. Al lado de los rusos, los iraníes y los chinos comparten intereses comunes a pesar que estos no son homogéneos. Por otro lado, los yanquis junto a las viejas potencias imperialistas de la UE, formalmente con Turquía en el marco de la OTAN, representan otro grupo con intereses comunes y divergentes al mismo tiempo. 

La guerra civil, catapultada por las enormes movilizaciones en contra de la dictadura del carnicero de Bachar Al Assad, se vio empantanada por la intervención imperialista dejando de lado las legítimas aspiraciones de las masas, ahogadas a sangre y fuego por los bombardeos rusos y las tropas iraníes, por un lado. Por otro lado, las fuerzas yanquis han privilegiado el apoyo a facciones retrogradas y conservadoras, bloqueando el acceso a recursos militares y logísticos a las masas para hacerle frente a las huestes del régimen asesino.

En el caso de Afganistán, los intereses económicos y militares de las nuevas potencias imperialistas también están manifiestas.

Los chinos, que han sido los primeros en recibir a representantes del nuevo gobierno talibán, reconociéndolo implícitamente de esta manera, sin que de esta manera les dieran un cheque en blanco.

“Contrariamente a las preocupaciones occidentales por el futuro de los derechos humanos en Afganistán, Rusia y China ya han lanzado intentos de reconciliarse con los talibanes, los nuevos amos del país. El día después de la captura de Kabul el domingo, Beijing tomó la delantera al afirmar querer forjar "relaciones amistosas" con el movimiento islamista. Como muestra de buena voluntad, la diplomacia china incluso indicó que su embajada en el país "seguía funcionando con normalidad". "Debemos dialogar con los talibanes, de lo contrario es el más radical quien ganará"  Misma actitud, o casi, del lado de Moscú. El embajador ruso en la capital afgana se reunió el martes con un representante de los talibanes y describió una reunión "positiva y constructiva". El mismo día, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, particularmente benévolo y optimista, había acogido "un proceso positivo en marcha en las calles de Kabul, donde la situación es tranquila y donde los talibanes garantizan el orden público".(L’Express 19/08/2021)

Las cosas son mucho más explicitas. Los intereses económicos son bastante importantes. Los yacimientos de tierras raras, componentes esenciales para el desarrollo de las nuevas tecnologías son muy importantes en el suelo afgano.  

“algunos funcionarios chinos describen Afganistán como una "mina de oro a la espera de ser explorada", según el portal en línea chino The Paper. "Es el mejor momento para la cooperación y el beneficio mutuo si las empresas chinas ingresan al mercado afgano en este momento", dijo el martes el ex viceministro de Comercio, Wei Jianguo.”(PoliticoChina Direct.eu, 19/08/2021)

Estas tierras raras representan según las estimaciones entre un trillón y tres trillones de dólares en 2020. Estas declaraciones no son incondicionales. De hecho, ambos buscan que los talibanes puedan convertirse en socios para frenar a los grupos armados islamistas que no se encuentran bajo su control y que puedan controlar por la fuerza o por otros medios para que no representen una amenaza a ambos países. En el caso de China, estos comparten una frontera común de 76 km.

“El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, dijo el miércoles.  Llamamiento a los talibanes 2: cortar los lazos con terroristas que podrían dañar a China. Zhao continuó: "También esperamos que los talibanes repriman resueltamente todo tipo de fuerzas terroristas, incluido el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, y cumplan seriamente con su compromiso de no permitir que ninguna fuerza use el territorio afgano para amenazar la seguridad de los países vecinos".  (politicochinadirect.eu, 19/08/2021)

La dirección de los talibanes: un sector burgués integrista

En el pasado gobierno talibán, las masas afganas fueron sometidas a un gobierno teocrático de la peor especie. El futuro no se presenta muy diferente a pesar que los representantes del gobierno talibán juran y perjuran lo contrario.

Los representantes de los países imperialistas lloran lágrimas de cocodrilo sobre la situación de los derechos humanos en este país. Si bien son capaces de acuerpar al estado sionista de Israel y su política de apartheid, o bien a las monarquías fundamentalistas del golfo que al igual que los talibanes someten a la población al rigor demencial de las leyes coránicas; en ambos casos, esto no es señalado ni por asomo.

Si bien, los talibanes han logrado expulsar hasta el momento a la casi totalidad de los ocupantes del suelo afgano, esto no los hace forzosamente progresivos en todos los frentes. Los socialistas revolucionarios, los sindicatos y las organizaciones políticas y gremiales de la clase obrera, las mujeres y otros grupos marginados están en la mira de este grupo fundamentalista.

El escenario a la iraní puede cobrar más fuerza. Un gobierno fundamentalista, controlando todos los aspectos de la vida del país, que se mantiene en el poder, con la gran diferencia que los recursos energéticos de Irán son más lucrativos por el momento que los recursos de los talibanes basados en gran parte en el tráfico internacional de las drogas.

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