Por Nassar Echeverria
El pasado 15 de octubre se realizaron las esperadas elecciones regionales para elegir gobernadores de los diferentes Estados en Venezuela, una república federal. Los resultados no fueron, como auguraban las encuestas, un triunfo para la oposición burguesa agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), como ocurrió en diciembre del 2015 cuando lograron mayoría absoluta dentro de la Asamblea Nacional. Al contrario, parece más bien una derrota de la oposición burguesa y un triunfo para el chavismo, que venía maltrecho desde la derrota electoral del 2015.
Datos oficiales del CNE
Según los datos del Consejo Nacional Electoral (CNE), el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ganó 18 de las 23 gobernaciones, mientras la MUD se impuso en 5, con una participación del 61,14% del padrón electoral. Los datos oficiales indican que el chavismo ganó con el 54% de los votos, mientras la MUD ganó con el 45%
Apenas se conocieron los primeros resultados, el chavismo, tocó las campanas al vuelo. El presidente Nicolás Maduro gritó emocionado: “Es una victoria tajante. El chavismo arrasó en las elecciones".
Comparación de las elecciones del 2012 y 2017
Pero, en realidad, si comparamos los resultados de las elecciones regionales del año 2017, con las realizadas en el año 2012, cuando todavía vivía Hugo Chávez, debemos tomar con pinzas los actuales resultados electorales.
En el año 2012 el padrón electoral estaba en 17,421.946 electores, de los cuales votaron únicamente 9,233,631 personas. Ese año el nivel de participación se calculó en 53.94%. Es decir, del total de ciudadanos inscritos solamente votó el 54 %, obteniendo el chavismo 20 de las 23 gobernaciones de Estado, mayoría parlamentaria en 22 de 23 consejos legislativos estadales. La oposición burguesa 3 gobernaciones.
En el año 2017, avanzó un poco pasando de 3 a 4 gobernaciones (Zulia, Mérida, Tachira y Anzoátegui), mientras que el chavismo retrocedió de 20 a 18 gobernaciones, es decir, en términos numéricos perdió dos gobernaciones. El padrón electoral estaba conformado por 18.082,006 (Un millón más que el 2012), de los cuales votaron 11.035,898 (casi dos millones más de personas que en 2012).
¿Quién salió derrotado?
Entonces, la comparación nos obliga a relativizar los resultados para uno u otro bando. Si bien es cierto que el chavismo logró evitar una derrota electoral, como la sufrida en el año 2015, lo anterior no significa necesariamente que se está produciendo una recomposición del chavismo, es decir, no significa que el chavismo está recuperando el auge de masas de sus mejores tiempos.
Al contrario, la comparación muestra un leve avance de la derecha al controlar dos gubernaturas más, aunque perdió el estratégico Estado de Miranda (un gran centro urbano metropolitano) que demuestran que el auge de la derecha parece estarse deteniendo.
Orígenes de la crisis de la derecha
El chavismo, a pesar de su crisis, ha mostrado una férrea voluntad de mantenerse en el poder, a cualquier costo. En toda confrontación política o militar, la voluntad de los contendientes es determinante para derrotar al otro. El factor de la voluntad puede terminar cambiando cualquier realidad adversa, todo depende de las circunstancias.
En el caso de Venezuela, el primer golpe que asestó el chavismo fue la imposición de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que obviamente reafirmó a Nicolás Maduro en la presidencia, quitó poderes legislativos a la Asamblea Nacional, y aprovechando la división de la MUD en torno a si debía participar en las elecciones regionales, adelantó la fecha de las elecciones del 10 diciembre para el 15 de octubre.
El golpe de la imposición de la ANC causó división en la MUD. Se formaron dos grandes corrientes. Una corriente ultra derechista con una posición dura, encabezada por María Corina Machado, que estaba a favor de no participar en las elecciones regionales, para no legitimar a la dictadura chavista. La otra corriente, representada por Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática (AD), rompió el frente antichavista anunciando que su partido se inscribiría para las elecciones regionales. La unidad férrea que permitió el triunfo del 2015, se rompió y así la MUD decidió participar en las elecciones creyendo que podrían devolver el golpe asestado con la imposición de la ANC.
¿Cambios en el sistema electoral?
La MUD denuncio la realización de un fraude electoral en las elecciones regionales, algo realmente novedoso, porque en las peores derrotas que Chávez asestó a la derecha, nunca se habían realizado denuncias de ese tipo.
Freddy Guevara, primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, afirmó que el CNE había hecho trampa en las elecciones regionales. “La trampa no está en las actas (Las tenemos). La trampa ocurre antes, y es un proceso más sofisticado que requiere auditoría internacional".
Esta denuncia coincide con una declaración oficial de la MUD, que denunció “Los cambios bruscos de centros de votación es una técnica conocida como ratón loco utilizada por el gobierno de Nicaragua para desconcertar a los votantes opositores”.
La MUD también confirmó que “al menos a 1.000.080 electores se les impidió u obstaculizó votar en centros históricamente favorables a la oposición, por máquinas dañadas, mesas que no abrieron o que tuvieron retrasos injustificados hasta altas horas de la noche. Mas de 700 mil venezolanos que fueron migrados de sus centros 48 horas antes de la elección e inclusive el mismo día de la elección”.
No obstante, los 4 gobernadores de la MUD, pertenecientes a AD, han aceptado juramentarse ante le ANC, y con ello han acelerado la fractura de la oposición burguesa
Una interpretación diferente
Es muy probable que el chavismo haya realizado maniobras en el sistema electoral, para desorganizar el voto opositor, pero el problema central es que no presentan pruebas contundentes.
Ante la falta de pruebas, debemos analizar políticamente lo que realmente pasó. En primer lugar, lo que no debemos olvidar, es que la crisis económica continua, y se manifiesta cotidianamente en una alta inflación que devora los salarios, una escasez de productos básicos y medicinas, escasez de divisas, en fin, la economía venezolana, altamente dependiente de los precios del petróleo, sigue siendo el origen del enorme descontento popular. Las encuestas sitúan que 3 de cada 4 venezolanos consideran al gobierno de Maduro como un verdadero desastre. Este sentimiento se mantiene. Es falso que el chavismo se recompone, a pesar de su relativa victoria electoral del 15 de octubre.
En segundo lugar, a pesar que haber subido un poco la participación electoral, casi la mitad de los electores se negó a votar, probablemente por dos razones: la primera es que las elecciones regionales, como su nombre lo indica, no cambian al gobierno nacional, es decir, no deciden si Maduro continua en el poder o no, y la segunda es que la crisis política comienza a pasarle la factura a la oposición burguesa que, al final de cuentas, no presenta una salida viable y realista para superar la crisis económica.
El efecto Trump
No podemos descartar que las recientes medidas de bloqueo financiero al gobierno de Nicolás Maduro hayan inflamado el espíritu antiimperialista de las masas chavistas, y hayan visto la necesidad de cerrar filas con su gobierno, ante la agresividad de la administración Trump. Pero admitiendo esta posibilidad, este reagrupamiento es mínimo, y no se convierte en una recomposición de la mayoría del movimiento de masas a favor del chavismo.
Shannon: presionamos para un acuerdo
Thomas Shannon se ha transformado en el nuevo gurú de la política exterior del imperialismo norteamericano hacia América Latina. Es el nuevo Kissinger. En una reciente entrevista volvió a dejar muy claro cuál es la estrategia de la Administración Trump en relación a Venezuela.
“Habrá que esperar a ver qué pasa con las elecciones regionales. Nuestra política y nuestras sanciones tratan de forzar un acuerdo. Dicho metafóricamente: cuando uno está fundiendo acero, necesita mucho calor en el crisol. Pero al final del día son los venezolanos quienes tienen que encontrar una solución (…) El presidente Trump mantuvo una serie de reuniones y llamadas telefónicas con todos los líderes del hemisferio y estos le comunicaron la importancia de la no intervención. Pero lo que el presidente está expresando es que la paciencia de la región tiene un límite. No se trata de una amenaza, sino de decir que Venezuela es un país demasiado importante para dejarlo a la deriva por años. (…) el pueblo venezolano ha mostrado una resiliencia y una fuerza para superar la adversidad, impresionantes, y eso ha permitido al país atravesar momentos de escasez que hubieran causado explosiones en otros lugares. Pero sería un error pensar que la paciencia y capacidad del pueblo venezolano representan la apatía. No es así. Es un país que requiere de una solución a su crisis política". (El país, 17/10/2017)
Crisis a fuego lento
Los datos de la economía son escalofriantes. Según los pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el PIB de Venezuela cerrará este año con una caída del 12% en relación al año anterior, y en 2018 caerá otro 6%, acumulando una cifra escandalosa de derrumbe del 46,6% en cuatro años. A pesar de la fuerte contracción, la inflación sigue imparable y se espera que llegue a 652% para fines de 2017. Solamente un alza en los precios internacionales del petróleo puede contener esta caída en cuesta abajo.
A nivel financiero, Venezuela debe reunir urgentemente 2.275 millones de dólares de distintos bonos de PDVSA que vencen entre el 27 de octubre y el 2 de noviembre
También debe abonar en 2018 unos 22.500 millones de dólares por servicios de la deuda. Los pagos de los intereses de la deuda disminuyen los escasos dólares tan necesario para las importaciones de bienes de consumo masivo. Maduro no debería de alegrarse, la situación es crítica y compleja
Ya hemos visto que la estrategia principal del imperialismo norteamericano no es invadir Venezuela, sino ejercer la suficiente presión para obligar al chavismo a una negociación del régimen político, que termine con la hegemonía de este. Después de la victoria pírrica de las elecciones regionales del 15 de octubre, los problemas económicos y la polarización política continuaran agudizándose.
Todo indica que la única oportunidad de obtener esa negociación es de cara a las elecciones presidenciales del 2018. Maduró terminará su periodo, pero el desgaste es inmenso, y sin una perspectiva clara de que la economía vuelva a la normalidad.