Por Orson Mojica
En su momento lo dijimos. El Plan Colombia tenía el objetivo de crear condiciones para el declive militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y con ello crear condiciones para su rendición política, a través de la mesa de negociaciones. El Plan Colombia ha logrado sus objetivos generales.
Un pasado glorioso
El triunfo de la revolución cubana en 1959, creó condiciones favorables para la creación de las FARC en 1964. En ese mismo periodo surgieron otros movimientos guerrilleros. El Ejército de Liberación Nacional (ELN), el 7 de enero de 1965 y el Ejército Popular de Liberación (EPL), de orientación maoísta, en julio de 1967, Movimiento indigenista Quintín Lame (MAQL) en 1984 y el M-19 en abril de 1970. Pero ninguna de estas guerrillas logró tener la fuerza militar de las FARC. Todas las guerrillas de Colombia, en diferentes procesos de negociación, entregaron sus armas, menos las FARC.
La guerrilla de las FARC ha sido la más antigua de América Latina, pero ahora está a punto de desaparecer y entregar las armas. Las FARC tienen su origen en el Bogotazo, una espontánea insurrección popular que sacudió a Colombia, como protestas ante el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, carismático líder del liberalismo, el 9 de abril de 1948. Las FARC lograron enraizarse en amplios sectores del campesinado liberal, distinguiéndose de la clásica guerrilla foquista que predomino en los años 60 del siglo pasado en América Latina. Fue ese apoyo de masas campesino lo que le permitió soportar las constantes embestidas militares del Ejército.
Los éxitos del Plan Colombia
Bajo el pretexto de combatir al narcotráfico, Estados Unidos impulsó el Plan Colombia en 1999 con el objetivo supuesto de combatir al narcotráfico, quitar fuentes de financiamiento a la guerrilla, debilitarla militarmente, fortalecer al ejército colombiano y las fuerzas de seguridad, para crear las condiciones para una negociación favorable con las FARC, la principal güerilla en ese momento.
Cuando Álvaro Uribe llegó al poder en 2002, las FARC controlaban una buena parte del territorio colombiano, especialmente la zona del Caguán, más de 300 alcaldías estaban cerradas, se combatía hasta en los barrios de Bogotá. Las FARC contaban con 19.000 guerrilleros repartidos en 70 frentes.
Durante largos años, el Ejercito no pudo derrotar militarmente a las FARC, teniendo que usar a los paramilitares en las zonas rurales, para exterminar a los dirigentes sindicales y aterrorizar a la base social de la guerrilla, en una guerra sucia que dejo decenas de miles de muertos y desaparecidos.
Entre los años 2000 y 2005, el Plan Colombia recibió US$ 8,000 millones de dólares. Más de 500 oficiales de Estados Unidos se asentaron en pequeñas bases militares para dirigir los operativos contra las FARC, se utilizaron las más refinadas técnicas de rastreo electrónico, espionaje satelital, etc. Se priorizaron los bombardeos sobre el combate terrestre, al final las tropas intervenían solo en operaciones de aniquilamiento. Pero sobre todo se utilizó la táctica israelita de liquidar a los jefes militares, descabezando al movimiento guerrillero.
El secretariado histórico de las FARC fue aniquilado en una serie de operativos espectaculares de Ejercito, apoyándose en alta tecnología militar de los Estados Unidos, entre ellos podemos mencionar a Efraín Guzmán, Jacobo Arenas, Alfonso Cano, Jorge Briceño Suárez (Mono Jojoy), Raúl Reyes, Iván Ríos, incluido su fundador Manuel Marulanda Vélez (Tiro Fijo).
El aniquilamiento de la conducción histórica fue un golpe mortal contra las FARC, reflejaba los efectos del Plan Colombia sobre la vieja guerrilla.
Errores mortales de las FARC
En el proceso de lucha contra los efectos del Plan Colombia, la dirección de las FARC cometió errores fatales. Impulsaron una campaña de terror revolucionario, secuestrando a miembros de la oligarquía colombiana, exigiendo altas sumas de dinero para su liberación, pero sobre todo usaron un sistema de rehenes.
La burguesía colombiana movilizó a la clase media con consignas democráticas, contra los secuestros y uso de rehenes, consolidando una base social en las principales ciudades, cerrando con ello la posibilidad que las FARC se asentaran en los centros urbanos.
Cualquier táctica militar para que sea revolucionaria debe movilizar a las masas, pero la táctica de las FARC consistía en librar una guerra por medio de aparatos militares. En esas circunstancias, la utilización de rehenes, lejos de ser una táctica militar provechosa, se ha convertido en su contrario, porque ha descreditado ante la población los verdaderos objetivos de la guerrilla. La burguesía y su ejército tomaron ventaja política que rápidamente se transformó en ventaja militar.
Un largo y complejo proceso de negociación
Si algo caracterizaba la situación de Colombia en los últimos 50 años, era el inicio de procesos de negociación que terminaban en masacres. El 28 de Marzo de 1984 se firmaron los primeros grandes acuerdos entre el gobierno de Belisario Betancourt y las FARC, que crearon enormes expectativas sobre la posibilidad de terminar el conflicto armado.
El segundo proceso de negociación se produjo con el debilitado gobierno de Andrés Pastrana, entre 1998 y 2002. Nunca antes las FARC habían mostrado semejante poderío militar. Las FARC habían pasado desde hacía tiempo de la guerra de movimientos a la guerra de posiciones, que implicaba formaciones militares semi regulares.
El tercer proceso de negociación se inició bajo los efectos del Plan Colombia, cuando las FARC estaban de reculada. En septiembre de 2011, después de la liquidación de de Alfonso Cano, el presidente Juan Manuel Santos declaró triunfante: “Es la hora de desmovilizarse”.
El nombramiento de Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko o Timoleón Jiménez, como nuevo jefe militar de las FARC inició un febril proceso de negociación política con el gobierno de José Manuel Santos.
Las primeras declaraciones de Timochenko fueron muy conciliadoras: “Nosotros (las FARC) creemos que vale la pena intentar romper ese círculo maldito y apostarles más bien a la reconciliación y a la paz”. (El País, 28/08/2012).
La influencia del castrismo.
Ninguna guerrilla puede sostenerse sin tener una retaguardia segura donde abastecerse y planificar, sin la presión militar del enemigo, los nuevos ataques de la guerrilla. Durante mucho tiempo las FARC utilizaron clandestinamente el territorio de Estados vecinos, como Ecuador, Venezuela y Brasil, hasta que el Plan Colombia aniquiló dichos campamentos.
Cuba fue la última gran retaguardia de la guerrilla de las FARC. Con un factor determinante: desde hace tiempo, especialmente bajo la presidencia de Raúl Castro, Cuba negociaba secretamente con la administración Obama, la suspensión del bloqueo y embargo comercial. Sin lugar a dudas, para que esto llegara a concretarse, como ocurrió en julio del 2015, necesitan negociar uno de los puntos centrales que el imperialismo norteamericano le exigió a Cuba: el fin del apoyo militar a los movimientos guerrilleros en América Latina. Y las FARC eran la última guerrilla.
Aunque las FARC mostraron siempre autosuficiencia en el abastecimiento de su ejército guerrillero, la relación con Cuba siempre fue muy estrecha. Entonces, bajo las condiciones del Plan Colombia que impusieron la derrota militar de la guerrilla, y bajo el paraguas de las negociaciones globales entre Estados Unidos y Cuba, el destino de la guerrilla de las FARC estaba más que claro.
Las negociaciones en Cuba.
Las primeras negociaciones de esta última fase se produjeron en Oslo, Noruega, después la mesa de negociaciones se trasladó a Cuba, siendo el gobierno el gran anfitrión. El primer gran convenio fue el Acuerdo Marco de cinco puntos: “1) el desarrollo rural con equidad; 2) las garantías para el ejercicio de la oposición política sin temor a la violencia; 3) el abandono de las armas y la integración de las FARC a la vida civil; 4) el cese del narcotráfico como actividad principal de financiación y 5) la reparación de las víctimas y el reintegro de las tierras a los campesinos”.
En este proceso hubo forcejeos, rupturas del alto fuego, mas dirigentes guerrilleros liquidados, pero las negociaciones se mantuvieron, hasta que en septiembre del año 2015, el presidente Santos, anunció en La Habana, Cuba, que la paz seria firmada en seis meses y con ello se produciría la desmovilización y entrega de armas de las FARC, poniéndole punto final a una guerra de más de 50 años de existencia.
Uno de los puntos que más había atrasado las negociaciones había sido el tema de la reparación de las víctimas y el la impunidad. Indudablemente, que en el transcurso de la guerra el Estado de Colombia cometió genocidio en determinadas áreas, y la guerrilla de las FARC también cometió algunos abusos. Al final, bajo la influencia del Papa Francisco, y de Raúl Castro, la dirigencia de las FARC aceptaron la creación de un jurisdicción especial para juzgas a las personas, de uno y otro bando, acusado de cometer crimines de guerra y violación a los derechos humanos.
Una burla para las victimas
La propuesta salomónica en realidad es una burla para las víctimas. La nueva jurisdicción, con jueces internacionales, establecería penas máximas de 8 años para las personas acusadas y que se declaren culpables, las que serán recluidas en “centros especiales”. No quedan claro como serian estos centros especiales, y tampoco si después de algún tiempo serán puestos en libertad bajo fianza o palabra.
Después de tantos años de guerra y violencia paramilitar, la conciencia de las masas colombianas es proclive a aceptar los acuerdos de paz con las FARC, una reciente encuesta muestra que el 82% de los colombianos se muestran proclives al perdón y la reconciliación.
Asuntos pendientes
A pesar de la euforia existente sobre la inminente paz y el desarme de las FARC, hay grandes temas pendientes: el narcotráfico, la propiedad de la tierra en las zonas de conflicto y siempre el tema de la indemnización de las víctimas. Durante la larga guerra, decenas de miles de campesinos fueron desplazados y sus tierras fueron ocupadas por la cúpula militar, que ha creado grandes haciendas en las mismas.
A las FARC siempre se le acuso de financiar su ejército con el dinero del narcotráfico. Si aceptamos esta hipótesis, al abandonar esta lucrativa actividad, otros grupos se harán cargo del jugoso negocio, como se ha demostrado cuando un cartel es aniquilado y surge inmediatamente otro que se hace cargo del mercado de las drogas.
Y el tema de las victimas será una llaga eterna en el alma de los colombianos.