El presidente electo norteamericano, Donald Trump, quien aún no ha tomado posesión del cargo, amenazó con tomarse el Canal de Panamá “de no tratarlos con justicia”. Según el futuro inquilino de la Casa Blanca, las tarifas de los peajes por la vía acuática son muy costosos para los intereses de los capitales de su país. A esta amenaza, el mandatario de Panamá, José Raúl Mulino, respondió de manera temerosa. No se refirió directamente a Trump ni a sus bravuconerías. En cambio, optó por referirse a las bondades que presta el Canal de Panamá al comercio internacional, a su buena administración y a la supuesta neutralidad que cumple en el concierto global.
Lo que está en el medio entre estas dos naciones es el control de la posición geográfica de Panamá. Estados Unidos como imperio y potencia del hemisferio occidental reclama a ésta como una extensión de su territorio o de su espacio de influencia. Ellos no reconocen, en ninguna parte del mundo, el derecho internacional ni los derechos humanos ni las soberanías de los pueblos, solo confían en su poder militar guiados -para esta parte del mundo- por la Doctrina Monroe.
El mensaje es claro, en su guerra comercial con la República Popular de China y en su desesperación por recuperar su hegemonía global, harán todo lo posible para eliminar toda presencia de los asiáticos en el continente, intentarán acaparar todos los recursos naturales convenientes para su proyecto industrial y articularán todo lo necesario para abaratar los costos de su producción nacional. La posición geográfica de Panamá, por ahora, es vital para estos propósitos.
Nosotros los panameños -mujeres, indígenas, afrodescendientes, profesionales, estudiantes, trabajadores del istmo, de identidades diversas- no podemos esperar nada conveniente por parte de los Estados Unidos ni de la clase empresarial panameña que siempre ha gobernado con el beneplácito y a favor de los intereses de Washington. Entre los intereses de estos actores no hay ninguna contradicción que los contraponga. Los últimos son vasallos de los primeros. La defensa de la posición geográfica de Panamá y del Canal descansa en nuestra organización, formación y lucha en las calles. Del mismo modo, como las pasadas generaciones cumplieron con su rol histórico.
El Polo Ciudadano propone al movimiento social panameño que se exija al presidente de la república como a su canciller, una respuesta directa y decidida en el plano diplomático y a que se cumpla verdaderamente el rol de país neutro. Que ninguna potencia mundial nos imponga instrucciones en el concierto internacional ni tome decisiones en nuestros asuntos internos. Para ello se tendrá que construir una agenda internacional propia. Sin embargo, repetimos, la defensa de nuestra soberanía solo descansa en nuestras organizaciones, decisiones y acciones en conjunto.
Que estas declaraciones, muy usuales de la histórica prepotencia y supremacismo norteamericano, no nos desconcentre de nuestra defensa por la Caja del Seguro Social, por el contrario, debemos reforzar esta lucha como centro de nuestros debates y movilizaciones, denunciando paralelamente las pretensiones de Trump. A esta lucha se sumará - inmediatamente- la defensa de nuestra naturaleza y bienes comunitarios contra los rapaces intereses mineros, contra las pretensiones de la ACP de expandir el reservorio de agua dulce y contra el monopolio energético que propondrá una reforma conveniente a su acumulación de riquezas.
Ahora, más que antes, necesitamos de nuestra decidida organización, lucha y acción en conjunto, porque solo el pueblo salva al pueblo.
El Canal es de Panamá
Un solo territorio, una sola bandera
La lucha por la defensa del Seguro Social continúa
Panamá, 23 de diciembre de 2024
Polo Ciudadano (PC)