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MARCHA-CIVICA

Por Sebastián Chavarría Domínguez

La marcha del 21 de Noviembre, convocada por la oposición burguesa,  en protesta por el fraude en las elecciones municipales de Noviembre del 2008 y en contra de la pretensión reeleccionista de Daniel Ortega, fue un rotundo éxito para sus organizadores. Alrededor de 50,000 personas desfilaron en Managua, gritando consignas contra el gobierno sandinista. No tenemos porque alegrarnos, pero tampoco podemos minimizar su importancia política.

No asomaban las narices

En Noviembre de 2008, a raíz de las denuncias de fraude electoral, la fracción liberal que encabeza Eduardo Montealegre intentó desencadenar movilizaciones callejeras de protesta y convertirse así en el líder máximo de la oposición. El FSLN respondió no con masivas movilizaciones de sus partidarios, sino utilizando a las pandillas juveniles de los barrios marginales, para atemorizar, garrotear e impedir que los “culitos rosados” de la oposición burguesa ganaran las calles.

En lugares como Metrocentro, la rotonda Jean Paul Genie, en León, Nagarote y en las inmediaciones de la Catedral de Managua, los intentos de movilización de la derecha fueron disueltos a golpes y patadas. Los activistas de las organizaciones de la llamada “sociedad civil” fueron atacados a pedradas y con morteros de fabricación casera. Durante un año, las pandillas movilizadas por el FSLN impusieron el terror: no le permitían a la oposición de derecha asomar las narices.

Crece el descontento social

Desde el punto de vista del gobierno sandinista el hecho de que no se produjeran grandes movilizaciones en su contra era un triunfo indiscutible, pero no midieron las repercusiones políticas. La sociedad nicaragüense es una olla de presión a punto de estallar. En el contexto de una aguda crisis económica que golpea a las masas de pequeños propietarios (negocios, bares, restaurantes, comerciantes, productores, artesanos, etc.) el recorte de las libertades democráticas ha sido un punto muy sensible. La amplia clase media se rebela silenciosamente contra el gobierno sandinista.

Los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) mantienen la estabilidad macro económica, pero los costos los pagamos todos: falta de empleo, elevados precios de los servicios públicos y de las medicinas.

La derecha se reagrupa

Esta tensa y compleja situación social, por un lado, y el endurecimiento del régimen sandinista que avanza indetenible en el control de las instituciones del Estado, por el otro, ha obligado a los principales líderes del liberalismo, Eduardo Montealegre y Arnoldo Alemán, a unirse, superar las diferencias y odios personales, para presentarle la batalla al FSLN. Mejor contexto social favorable no pueden tener. Los tres partidos liberales acaban de firmar un acuerdo de no permitir la elección de 29 magistrados del poder judicial y electoral en el año 2010, es decir, se han propuesto esperar hasta las próximas elecciones.

Aunque el FSLN se autodenomina “partido de izquierda” en realidad no representa los intereses de los trabajadores sino los de la nueva fracción de la clase capitalista en el poder. Con la desastrosa gestión del actual gobierno, los partidos de derecha tienen todas las de ganar. Para ellos es un problema de tiempo, y de aparecer permanentemente en la oposición.

Por esta razón, no solo se unen las fracciones liberales, sino también el resto de la oposición burguesa, conformando en la actualidad un amplio frente o coalición nacional contra el FSLN, en el que participan los partidos liberales, el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), la llamada Coordinadora Civil y otras fuerzas sociales. Este frente nacional antisandinista cuenta con el respaldo total de la Iglesia Católica. El punto de unión ha sido el intento reeleccionista de Daniel Ortega, quien ya tiene las condiciones legales para presentarse nuevamente como candidato presidencial en las elecciones del 2011.

La Conferencia Episcopal

EL 18 de Noviembre la Conferencia Episcopal de Nicaragua dio a conocer una carta pastoral en la que rechazaba la actitud del gobierno de Daniel Ortega de atemorizar a la oposición, criticaba “el creciente deterioro moral a nivel personal y social que se manifiesta en el predominio de la fuerza sobre la razón, el irrespeto, la manipulación de las personas y la amenaza a derechos fundamentales como la libre expresión y movilización”.

Y en tono de advertencia, el arzobispo de Managua, Monseñor Leopoldo Brenes dijo lo siguiente: “Si empezamos a aplicar el ojo por ojo y diente por diente y que eso sea por parte del gobierno que no quiere escuchar a su propio pueblo creo que vamos hacia el caos y el desastre. Tendremos un derramamiento de sangre si no se escucha esta voz".

Estas declaraciones no eran exageradas. En la última toma de las rotondas de Managua por activistas del FSLN, para evitar que fueran utilizadas por la oposición burguesa, hubo un combate con morteros entre activistas sandinistas y liberales, debido a que estos últimos se negaban a ser desalojados. Esta trifulca callejera lleva el germen de la guerra civil.

El COSEP y AMCHAM

Ante el anuncio de que la oposición burguesa marcharía el 21 de Noviembre en Managua, el Dr. Gustavo Porras, dirigente del Frente Nacional de los Trabajadores (FNT) anunció una contra marcha ese mismo día. Incluso, Porras afirmó que la marcha se realizaría en la misma zona, insinuando que habría violencia. Evidentemente, estas eran técnicas de atemorizamiento para que fracasara la marcha de la derecha

Los obispos respondieron que ellos encabezarían la marcha. El Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) y la Cámara Nicaragüense Americana (AMCHAM) enviaron formal solicitud a Daniel Ortega, en la que afirmaban: “con mucha preocupación hemos conocido de la decisión partidaria del FSLN de realizar una marcha el día 21 de noviembre del presente año, fecha que coincide con la previamente anunciada marcha de organizaciones de la sociedad civil, convocada para que la población ejerza su irrenunciable derecho constitucional a expresarse (…) está en sus manos el evitar que se alienten enfrentamientos entre ciudadanos de un mismo país que piensan de forma diferente (…)es por ello que deseamos solicitar a usted de forma respetuosa, que interponga sus buenos oficios para que los dirigentes de su partido, reconsideren realizar actividades en la fecha indicada”

El gobierno retrocede

Al final, el gobierno tuvo que retroceder. Daniel Ortega declaró que respetaría el derecho de la oposición a manifestarse y milagrosamente la Policía Nacional, que anteriormente había permitido las palizas a los activistas de la oposición burguesa,  comenzó a proteger la organización de la marcha de la derecha. No estamos ante una dádiva, sino ante un frio cálculo político: el sandinismo requiere descompresionar las agudas tensiones sociales y conducirlas al terreno electoral. Si continua tensando la cuerda, evidentemente que comenzaría la incontenible violencia callejera.

hotel princess

La Jornada Cultural

AL final la marcha del FSLN se mantuvo para el mismo día 21 de Noviembre pero con horarios y rutas diferentes. Y de marcha se transformo en una jornada cultural que abarcó el espacio de un kilometro, del Hotel Princess al Hotel Intercontinental de Metrocentro.

Los medios de comunicación sandinistas anunciaron la presencia de 350,000 personas, pero nada mas alejado de la verdad. A lo sumo había 35,000 personas. No podemos negar que el sandinismo es todavía una poderosa fuerza de masas, pero en esta ocasión fue evidente el decaimiento de su capacidad de convocación. A pesar de que fue una movilización nacional, muchos de los autobuses que venían de los departamentos venían vacios o con escasas personas.

Este descenso en la convocatoria del FSLN tiene una sola explicación: la base social del sandinismo está cansada de los discursos, quiere mejoría reales en su situación económica y no comparte el criterio de que se debe reprimir las marchas, aunque sean convocadas por la derecha.

La marcha de la derecha

Todos los dirigentes de la derecha estaban felices, su marcha había sido un rotundo éxito. Desfilaron cerca de 50,000 personas, en su mayoría miembros de esa clase media arruinada que una vez se vuelca contra el sandinismo. Arnoldo Alemán fue a la marcha, con su camisa y gorra rojas, aprovechando la situación para oxigenarse políticamente. Y nadie dijo nada.

Debido a la desmovilización de los trabajadores, que todavía no se recuperan del a derrota de la revolución (1979-1990), nuevamente observamos el mismo y peligroso fenómeno de 1990 en que la oposición de derecha capitaliza el descontento popular y se aprovecha de los errores del FSLN.

Los socialistas centroamericanos estamos comprometidos a librar la dura batalla por la independencia política de los trabajadores y los jóvenes, para que estos conformen su propia alternativa de gobierno, independiente de la derecha pero tambien del FSLN.

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