Por Victoriano Sánchez
Después de más de seis meses de existencia, la Coalición Nacional (CN) no logra despegar, ni atrae las simpatías de la población. A pesar de los insistentes llamados en favor de la unidad opositora, la mayoría de la población (un 70% según las encuestas) no se siente representada por esta agrupación.
Los partidos zancudos
Esto tiene una explicación. La rebelión de abril del 2018 fue no solo contra la dictadura, sino también conta el corrupto sistema de partidos políticos existentes. La población demandaba cambios, y lo sigue haciendo, pero en la Coalición Nacional están los viejos partidos que, de una u otra manera, han colaborado con la dictadura. Y la presencia de partidos zancudos es una gran interferencia que la población rechaza.
En la CN participa el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán, quien ha sido un aliado voluntario e incondicional de la dictadura. El PLC tiene 20 años de jugar ese rol, primero con el pacto Alemán-Ortega de 1999 y después con el comportamiento colaboracionista.
También está YATAMA, un corrupto partido regional de la costa caribe, que se muestra como abanderado de la lucha indígena, pero en el fondo ha colaborado con los distintos gobiernos, decepcionando a sus bases indígenas y creoles. YATAMA fue aliado del PLC mientras este partido estaba en el poder, con los gobiernos de Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños.
Después que el FSLN recuperó el gobierno en 2007, YATAMA se convirtió en partido aliado, llegando incluso a tener funcionarios en el gobierno, como fue el caso de Stedman Faghot en INPESCA. Para 2015, hubo roces y rupturas de esta alianza, y el FSLB castigó a YATAMA llegando a desaforar y destituir a su máximo dirigente, el diputado Brooklyn Rivera, quien después fue restituido silenciosamente en el cargo.
El otro partido que participa en la CN es el Partido de la Restauración Democrática (PRD), un partido que obtuvo su personalidad jurídica en 2017, pero que no se conoce sus orígenes ni su fuerza social. Lo extraño es que logró cumplir con los duros requisitos de la Ley Electoral, por eso existen dudas y sospechas sobre lo que realmente representa.
De crisis en crisis
La CN ha vivido de crisis en crisis. Hay un forcejeo entre los grupos que la conforman para contralar los sellos de esa agrupación, a pesar que todavía no tiene personalidad jurídica o casilla electoral definida.
La primera crisis fue por el Estatuto, los diferentes grupos pretendieron imponer el control a través de votaciones de mayoría calificada. La segunda crisis se produjo cuando el bloque de partidos zancudos y aliados evitaron la representación independiente de los grupos juveniles, forzándolos a actuar como juventudes de las organizaciones existentes. Y la última gran crisis fue por la pretensión del PLC de mantener con vida el bipartidismo dentro de la Ley Electoral.
Crisis y debilitamiento del PLC
Después de más 15 años de no estar en el poder, el PLC como partido clientelista se ha debilitado. No tiene ni la base territorial, ni el nivel de organización, ni la militancia, que tenía cuando estaba en el poder.
Existe una división entre dos corrientes: una liderada por Maria Fernando Flores de Alemán, quien se perfila como la sucesora y nueva monarca del PLC, y la vieja guardia liberal representada por Maria Haydee Ozuna. Ambas fracciones se disputan la representación legal del PLC. Todas las concesiones hechas por los otros grupos a favor del PLC eran por la casilla electoral, pero ya no está asegurada, está en disputa.
El supuesto abandono del bipartidismo
Las presiones los otros grupos sobe el PLC, y la debilidad de este, le obligaron a hacer concesiones formales en el tema de la agenda común para las reformas electorales. El PLC retrocedió en toda la línea para mantener con vida la CN. Los otros grupos, como la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) se mostraron contentos porque la CN había logrado sobrevivir.
La ingenuidad, o la idiotez consciente, se han apoderado de los grupos de la CN. No hay nada ni nadie que garantice que el PLC cumplirá con defender la agenda común de reformas electorales, y más bien el PLC ha calculado que la dictadura no cederá para de esta forma terminar todos en el mismo punto. El PLC como partido del segundo lugar es lo que más le conviene a la dictadura, para que este controle la mitad de las Juntas Receptoras de Votos (JRV)
Aunque la CN todavía respira, con una UCI, en realidad ya fracasó como opción electoral creíble ante el pueblo de Nicaragua. Los trabajadores y los jóvenes necesitamos crear nuestra propia fuerza política independiente.