Melania Trump y Mike Pompeo entregan el premio a Amaya Copens

Por Roberto Martinez

Enorme sorpresa ha causado el hecho que, el pasado 4 marzo del año 2020, el  Departamento de Estado de los Estados Unidos, haya otorgado al premio internacional anual “Women of Courage” (Mujer de Coraje), entre otras importantes personalidades, a Amaya Copens, la más destacada líder de las protestas estudiantiles que sacudieron Nicaragua a partir de abril del 2018.

El otorgamiento de esta distinción da la impresión que la administración Trump está apoyando a fondo la lucha democrática contra la dictadura Ortega-Murillo. Sin embargo, esta percepción es falsa, está alejada de la realidad.

Líder representativa

Amaya Copens pertenece a la nueva generación de dirigentes estudiantiles que de repente, sin pasado político anterior y sin habérselo propuesto, encabezaron las movilizaciones espontaneas de protesta juvenil contra la dictadura.

No solo enfrentaron en las calles y las universidades públicas a las turbas de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN) sino también la represión de la Policía Nacional y posteriormente, cuando se produjo el fenómeno de auto organización de los tranques, tuvieron que enfrentar la sangrienta represión de los paramilitares o fuerzas partidarias de choque de la dictadura Ortega-Murillo.

Amaya Copens, al igual que Yaritza Rostran y una interminable lista de dirigentes estudiantiles, varones y mujeres, fueron capturados, encarcelados, torturados, procesados penalmente y finalmente condenados. Muchos de ellos obtuvieron una libertad condicional, producto de la presión nacional e internacional.

El caso de Amaya Copens en cierta medida es especial porque el salir de prisión fue especialmente acosada por los grupos paramilitares, siendo capturada nuevamente cuando intentaba llevar agua a las madres en huelga de hambre por la libertad de sus hijos, a finales del año pasado, en una iglesia de la ciudad de Masaya. Siendo nuevamente capturada y procesada, siempre mantuvo una actitud desafiante contra sus captores, hasta que fue nuevamente liberada de manera condicional.

Premios y reconocimientos

En marzo del 2019, la organización internacional “People in Need” otorgó el premio “Homo Homini a la lideresa campesina Francisca Ramírez, por su labor como dirigente del movimiento campesino que lucha contra la concesión del canal interoceánico. Después, en diciembre del 2019, la líder estudiantil transgénero  Victoria Obando, recibió el Premio Tulipán de los Derechos Humanos otorgado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos (Holanda). En Enero del 2020, el dirigente estudiantil Levis Rugama, recibió el “Premio Joven de la Paz 2019” en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, a manos de las autoridades que surgieron después del golpe de Estado contra Evo Morales.

¿Qué hay detrás?

Como podemos observar, existe una cadena de premios y reconocimientos públicos a los dirigentes estudiantiles y populares en Nicaragua, en momentos de dura represión de la dictadura. Para muchos, estos premios y reconocimientos son un enorme apoyo moral a la lucha contra la dictadura. Si, esta apreciación es parcialmente correcta, pero hay otro aspecto de la realidad que no se menciona.

En realidad lo que esta ocurriendo es que estos organismos internacionales tienen una política de premiación de estos líderes destacados para captarlos políticamente y evitar así una radicalización de la lucha. En momentos en que la dictadura reprime salvajemente, estos reconocimientos son una especie de ungüento para calmar el dolor del alma de los nicaragüenses.

Pero donde es mas obvia esta tendencia, es que el departamento de Estado de los Estados Unidos, que no movió un dedo ni dijo nada cuando Amaya Copens y resto de dirigentes eran capturados y torturados, y que es el principal arquitecto del “aterrizaje suave”, es decir, de negociar secretamente con la dictadura Ortega Mirullo  y los grupos del gran capital, una incierta salida electoral, es ahora quien se ufana de ser el principal promotor de la lucha de las mujeres con coraje.

Lo que ha hecho del departamento de Estado es una vulgar manipulación del sacrificio y sufrimiento personal de dirigentes como Amaya Copens, siendo los diferentes gobiernos de Estados Unidos, junto con la burguesía nicaragüense, los responsables de la instauración de la dictadura. Se nos están robando los símbolos de la lucha democrática, para distorsionar los objetivos finales de la lucha.

Amaya Copens y otros activistas estudiantiles, no necesitan ser adulados con hipócritas premios y reconocimientos públicos. Es vital que los grupos juveniles y estudiantiles recuperen su independencia política y sepan reconocer quien es amigo y enemigo.

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