Por Aquiles Izaguirre
A inicios de marzo, la vicepresidenta de la Republica Rosario Murillo pondría en la palestra pública, uno de los mensajes más polémicos del año. Pero ¿que causó tanto revuelo? La convulsión fue provocada porque anunciaba la intención del gobierno de abrir un debate nacional sobre el uso y regulación de las redes sociales, la noticia trascendió las fronteras nacionales: “Rosario Murillo, esposa de Ortega y vicepresidenta, apareció en la cadena diaria de televisión y dijo que estaba en conversación con el presidente de la Asamblea Nacional para revisar el uso de las redes sociales en ese país. Murillo aseguró que las redes están afectando a los nicaragüenses debido a “falsas informaciones” y a la falta de convivencia entre las familias.” (Republica 18/03/18)
No solo en Nicaragua.
Pero este polémico tema no sólo fue planteado por el gobierno de Nicaragua, no hace mucho, el gobierno de Juan Orlando Hernández en Honduras dio un golpe fuerte a la libertad de expresión sacando una ley que regularía y penalizaría los “mensajes de odio” que se vierten en las redes sociales. Pero ¿Por qué hay una tendencia a regular las redes sociales? La respuesta radica en que, con el desarrollo de la tecnología, el capitalismo ha llevado los medios de comunicación a niveles imaginados. Y es que en pleno siglo XXI cuando los grandes medios de comunicación son profundamente criticados por verter las noticias de manera sesgada y parcial, respondiendo a los intereses políticos y económicos de su agente. Es aquí donde las redes sociales han demostrado su capacidad de comunicar en un mundo dinámico y cambiante, donde se pone en tela de juicio toda información que nos llega a nuestras manos.
A pesar de que las redes sociales pueden ser utilizadas de forma banal e inapropiada, se han utilizado como plataformas de comunicación en procesos de luchas sociales. Sirviendo, como herramientas de comunicación para los estudiantes chilenos que luchaban por la gratuidad de la educación, asimismo fueron utilizadas como herramientas de comunicación fidedigna en respuesta a la prensa burguesa en Honduras, sólo por mencionar un par de ejemplos.
En un mundo de profundas injusticias y de condiciones de pobreza en las que nos encontramos, son las redes sociales una herramienta poderosa de comunicación, Vladimir Cortés, oficial adjunto del Programa de Derechos Digitales de la oficina de Artículo 19, valora la iniciativa que promueve el gobierno en Nicaragua: “Nosotros advertimos el riesgo que puede existir de que eso se convierta en un instrumento de censura o de persecución de periodistas” (La Prensa 25/03/18)
Los riesgos de legislar la materia
Los peligros de regular las redes sociales son grandes: “Hemos observado tanto en el caso mexicano como en otros países de América Latina y Centroamérica esta idea de querer regular cuestiones negativas entre comillas de las redes sociales… Nosotros advertimos el riesgo que puede existir de que eso se convierta en un instrumento de censura o de persecución de periodistas. (…) Realmente vemos con preocupación lo que sucedió en el caso de Honduras, donde también se aprobó una ley que regula los mensajes de odio y discriminación en redes sociales e internet. Una medida desproporcional que busca regular contenidos que pone en riesgo la libertad de expresión de periodistas, activistas, defensores de derechos humanos y opositores en general. Lo mismo sucede en el caso de México.” (Idem)
Como vemos, hay muchos peligros cuando el Estado avanza en regular la vida cotidiana de los ciudadanos, ya que una preocupación legítima por abusos que se cometen en las redes sociales, se puede convertir rápidamente en una herramienta de persecución y censura institucionalizada. Es por esto, que no debemos permitir, que nos impongan una ley mordaza. Debemos exigirle al gobierno que abra un debate, pero un debate que trascienda el tema de la penalización, que se hable de la educación y como esta sirve para evitar tener que penalizar conductas, que se estudie el papel de los mismos medios de comunicación, tanto privados como públicos, que en muchos casos no educan y promocionan conductas lascivas con el objetivo de comercializar productos. Basta con escuchar la Radio Ya para darse cuenta que en sus espacios comerciales incitan al acoso callejero, en aras de vender mensajitos con la palabra piropo. De ante mano, debemos cortar con esa concepción policiaca del Estado.