Por Victoriano Sanchez

El boom de la explotación de oro en Nicaragua ha creado grandes contradicciones en las minas, especialmente con los trabajadores mineros y con los llamados “güiriseros”.

Una larga historia de explotación

Con la revolución de 1979 se produjo la nacionalización del sector minero, pero después de 1990 se produjo una privatización de toda la industria, y las transnacionales han vuelto a controlar la producción minera, aprovechando el alza de los precios del oro a nivel internacional. Empresas norteamericanas, canadienses, peruanas y chilenas, controlan la producción de oro. Entre ellas, las más importantes son HEMCO y B2Gold

Entre los trabajadores mineros, apreciamos dos sectores: uno, minoritario, son empleados directos de las transnacionales, y el otro, mayoritario, son los “güiriseros”, una especie de sector “tercerizado” que aparentemente trabaja por su cuenta, pero que en realidad son explotados por las transnacionales, que son quienes compran el oro o el material conocido como “broza” de donde extraen el oro. De esta manera las transnacionales obtienen el oro, sin necesidad de pagar prestaciones laborales a los “güiriseros”

En septiembre del 2012, alrededor de unos mil “güiriseros” o mineros artesanales, protestaron porque el Ministerio de Energía y Minas (MEM) otorgó una nueva concesión a la transnacional B2Gold, en la zona de Santo Domingo, departamento de Chontales, en las áreas donde ellos extraían el oro. Hubo enfrentamientos, detenidos, golpeados. El gobierno sandinista procesó penalmente a los dirigentes que fomentaron la rebelión, aunque después, por la presión social tuvo que liberarlos.

A mediados del 2014, cuatro “güiriseros” murieron en la mina de Bonanza, Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN), y otros 26 fueron rescatados después del derrumbe de una las minas. Las condiciones de trabajo son muy duras.

Paro y marchas en Bonanza

Los “güiriseros”, el sector más explotado de los mineros, están organizado en cooperativas, porque se consideran mineros individuales y no parte de la clase trabajadora minera. Los “güiriseros” de la mina Bonanza se rebelaron porque la transnacional HEMCO está pagando menos por el precio de cada tonelada de broza, al reportar menos cantidad de oro presente en cada entrega.

La protesta primero se organizó en torno a un paro de labores, deteniendo la entrega de broza a HEMCO; posteriormente hicieron tranques en los principales caminos y después marcharon hacia las instalaciones de la transnacional procurando que el paro fuese general, pero no lograron obtener el apoyo de los trabajadores mineros.

La fuerza de los “güiriseros” es tal que la municipalidad suspendió labores para evitar una posible toma de edificios. Después de varios días de lucha, al no obtener repuesta de HEMCO, se desató la furia, se tomaron algunas oficinas y las destruyeron. La policía Nacional envió la Brigada Antimotines a disolver la protesta, hubo un muerto, 10 heridos y 33 detenidos.

La Cámara Minera de Nicaragua (CAMINIC) y el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), expresaron su preocupación y llamaron al diálogo. Las negociaciones se produjeron pero los “güiriseros” se dividieron: un sector firmó acuerdos pero otro mayoritario se mantuvo rebelde.

Lo más grave fue que no se logró la unión entre los trabajadores de HEMCO y los “güiriseros”. Unos 400 trabajadores organizados en el sindicato Juan Lagos se tomaron las instalaciones para proteger sus puestos de trabajo, ante las amenazas de los “güiriseros” de quemar las instalaciones.

Enfrentamientos en la mina El Limón

La lucha en Bonanza coincidió con otra lucha de los trabajadores mineros, esta vez en la mina El Limón, en el departamento de León, en la costa del Pacífico. Los pobladores de esta mina, cuyos familiares son trabajadores de la transnacional B2Gold, protestaron porque esta empresa ya no seguiría subsidiando la energía eléctrica.

A diferencia de la lucha en Bonanza, los enfrentamientos con la Policía obligaron a la transnacional B2Gold a retroceder, comprometiéndose a mantener el abastecimiento de energía eléctrica para toda la comunidad de El Limón, suspendiendo los cortes de energía, y sobre todo comprometiéndose a mantener vigente las conquistas del convenio colectivo.

Por la nacionalización de la minería

Las luchas en Bonanza y la mina El Limón ponen a la orden del día la necesidad de nacionalizar nuevamente la industria minera (metálica y no metálica), para que ésta sea explotada por el Estado y se ponga a funcionar bajo control de los trabajadores. Esta es la única manera de garantizar dinero para los programas sociales del Estado, garantizar condiciones de trabajo dignas para los trabajadores y convertir a los “güiriseros” en trabajadores formales, así como proteger el medio ambiente.

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