Por Giovanni Beluche V.

30 de noviembre de 2009.

El nuevo hijo de la dictadura hondureña se llama Porfirio Lobo, un hacendado oligarca cuyo ilegítimo mandato surge del circo electoral organizado por la dictadura cívico militar. Este Lobo sin piel de oveja, fue partícipe directo del golpe de Estado que derrocó al presidente Manuel Zelaya y con su apoyo a la dictadura respaldó los asesinatos y desapariciones de activistas de la resistencia popular. A diferencia de este agente de los militares, el candidato independiente  a la presidencia Carlos H. Reyes, al igual que decenas de aspirantes a puestos de elección, renunció a la candidatura por no haberse restablecido  el orden constitucional que garantizara elecciones libres y democráticas.

La farsa electoral celebrada el domingo 29 de noviembre, fue fraudulenta desde sus inicios, en un entorno marcado por allanamientos de organizaciones sociales, presos políticos, muertos, desapariciones, cierre de radio emisoras y atropellos constantes a los derechos humanos. El Tribunal Supremo de Elecciones está dirigido por títeres de los golpistas, el Congreso es una cárcel donde los diputados de oposición no pueden acercarse por amenazas de que serán detenidos, las calles están tomadas por el ejército y reprimen brutalmente cualquier intento de protesta. El propio domingo de las votaciones se denunció que el gobierno trajo militantes de ARENA de El Salvador a votar en Honduras. El TSE desapareció la tinta indeleble de muchos recintos electorales, por lo que una persona podía votar varias veces en diferentes mesas y extendió el horario de votaciones, en su desesperación por la falta de concurrencia de electores.

Este es el escenario de la pantomima electoral avalada por míster Obama y sus cachorritos Oscar Arias, Álvaro Uribe, Ricardo Martinelli y Alán García. El resto de América Latina ha reiterado que no reconocerá al ilegítimo gobierno surgido de las armas y no de las urnas.

A pesar de las amenazas y de los casi 31.7 millones de dólares gastados por el régimen para convencer a los hondureños de que fueran a votar, el pueblo del hermano país le respondió con un 65% de abstencionismo, sin contar los 110,000 votos nulos o en blanco. El Frente Nacional de Resistencia contra el golpe puede sentirse satisfecho por el trabajo realizado durante cinco meses de oscurantismo. Toca ahora reafirmar la solidaridad internacional, redoblar la denuncia del gobierno ilegítimo y en Honduras encaminarse hacia una asamblea nacional constituyente, libremente elegida, que reconstruya el país sobre bases de justicia social y plena vigencia de las libertades democráticas.

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