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Por Maximiliano Fuentes

Tras la llegada de Manuel Zelaya al país, continúas jornadas de  movilización y una represión severa del gobierno de facto, las puertas a la negociación y a la reconciliación entre los golpistas y el gobierno de Zelaya parecen abrirse.

Un día planificado para la negociación

El día miércoles de la presente semana, el gobierno de facto sorpresivamente suspendió el toque de queda. Mismo que había decretado para realizarse de forma indefinida.  De igual manera, hizo un llamado para que todos los empleados públicos se incorporaran a sus labores cotidianas.

Hecho que llama considerablemente la atención, ya que en un momento de conmoción política, el estado de excepción tiene el objetivo de desmovilizar y paralizar las acciones de las masas.  Paradójicamente, en ese contexto, el Frente Nacional de Resistencia no convoco a movilización alguna, sino que llamo para que los pobladores de los distintos barrios y colonias se tomaran esos espacios. Recordemos que, las acciones emprendidas el día martes fueron de forma espontanea, no respondían a acciones planificadas sino a movimientos espontáneos de las masas. Por lo que nos parece extraña la actitud mostrada por ambos sectores, todo pareciera que las cartas de la negociación están tiradas sobre la mesa, y frente a ello  se hace necesario descomprimir los movimientos sociales.

Una prueba concreta de lo afirmado anteriormente, es la visita a la embajada de Brasil del arzobispo de Tegucigalpa Juan José Pineda, quien sirvió de intermediario de Roberto Micheletti. “Todos hemos hablado de dialogo, pero nadie se ha querido exponer, por ello doy el primer paso” declaraba el arzobispo a los distintos medios de comunicación. De igual manera, la visita de los candidatos presidenciables a ambos bandos, donde después de reunirse en casa presidencial inmediatamente se trasladaron hacia la embajada de Brasil para establecer los acuerdos consensuados.

El peligro de las negociaciones

Es importante recalcar que  la presencia de Manuel Zelaya en el país, más el amplio movimiento de masas que se ha gestado tras el golpe de Estado, ha obligado a los sectores oligárquicos y a la burguesía nacional acelerar el proceso de negociación.

El acuerdo de San José fue una de las medidas del imperialismo para dilatar el proceso. No obstante, Manuel Zelaya siempre estuvo de acuerdo con todas la medidas impuestas por Oscar Arias, aunque lo limitasen y le coartaran en gran medida su mandato. De igual manera, después de su arribo a Honduras el presidente depuesto señalo que venia de forma pacífica con el objetivo de abrir el dialogo, que en una palabra pasa por su restitución. Es decir, que el Presidente Zelaya nunca estuvo por el derrocamiento popular del gobierno espurio de Roberto Micheletti, sino por entablar las negociaciones a partir de la movilización de las masas y la presión internacional.

Lo peligroso de este proceso es que las negociaciones se están realizando a las espaldas de las masas y sin su consentimiento. Es decir, que no somos la mayoría los que estamos decidiendo sobre el futuro político del país, sino que son el pequeño grupo de oligarcas que emprendieron el golpe de Estado y la violación profunda de los derechos humanos junto a los zelayistas. El mismo Elvin Santos, candidato político del Partido Liberal, participe del golpe de estado se ha dado un caluroso abrazo con el presidente Zelaya.

Como podemos observar, los acuerdos están casi listos, sin embargo no contemplan las necesidades fundamentales de las masas, aquellas que son las que realmente asegurarían un cambio radical en la forma de vida de las mayorías desposeídas.  Resulta paradójico, que aquellos que hemos puesto nuestros muertos, hemos arriesgado a nuestra familia, nuestros trabajos y nos hemos enfrentado a la cruda represión nos veamos traicionados por nuestras direcciones, que a su comodidad y a su conveniencia estén entregando la ardua lucha que marco este proceso.

Es por todo ello que el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) hace un firme llamado a todos los sectores populares a que no entreguemos la lucha y a no confiar en el proceso de negociación entablado por la  burguesía golpista y el presidente Zelaya. La restitución del “orden constitucional” no nos asegura una transformación profunda en las condiciones sociales que por siglos han imperado, para ello se hace necesario que los trabajadores y campesinos de forma independiente impongamos los caminos que orientaran el futuro de las generaciones venideras. Es por todo ello que no debemos confiar en las negociaciones a nuestras espaldas. El presidente Zelaya esta en la obligación de consultarle a su base cualquier salida, de no ser así, quedara demostrada el carácter oportunista de su vinculación a las organizaciones populares.

¡Digamos no a las negociaciones con los golpistas a espaldas de los trabajadores y del pueblo!

¡No confiemos en las direcciones oportunistas y entreguistas!

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