bandera

Dicen que me arrastraran por sobre rocas (…)

Que machacaran mis manos y mi boca

Que me arrancaran los ojos y el bagazo.

Sera que la necedad pario conmigo

La necedad de lo que hoy resulta necio

La necedad de asumir al enemigo...”

Silvio Rodríguez

Por Maximiliano Fuentes

A mis hermanos, tenaces luchadores, fieles defensores de la humanidad.

A más  40 de  días de lucha  los sectores populares nos mantenemos en resistencia. Tras jornadas agotadoras donde los rayos del sol, la lluvia, los gases y las balas represoras no han podido detenernos. El pueblo hondureño ha dado una verdadera lección de dignidad al mundo. Hemos llorado y enterrado a nuestros muertos, pero al mismo tiempo regresamos con rabia y tenacidad, no retrocedemos, nuestros jóvenes, mujeres y viejos se han sumado a esta lucha que nos unifica.

 

La bota y los garrotes de los gorilas han abierto heridas en nuestro cuerpo, pero la sangre derramada nos revitaliza, como si fuésemos vampiros bebemos de ella para nutrirnos. Salimos a las calles a revelarnos en contra de la injusticia y la brutalidad, no tenemos armas, solo la razón y nuestra enorme necedad.

“Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”

Los grupos oligárquicos y la burguesía nacional tiemblan, el clima de ingobernabilidad se manifiesta en todos los sectores sociales. Es evidente que los de abajo no queremos seguir siendo gobernados por los explotadores y represores. Ellos disparan a mansalva, nuestros compañeros caen en frente de nuestra presencia, no obstante, hemos perdido el temor a liberarnos.

Durante décadas mantuvieron su propio orden a partir de la guerra silenciosa y de baja intensidad. La generación predecesora fue cegada a partir de la represión brutal de los escuadrones de la muerte. Sin embargo, las nuevas generaciones han demostrado su tenacidad, como verdaderos hijos del General José Santos Guardiola han repelido el ataque de los modernos filibusteros.

Hemos caído presos y hemos sido víctimas del terror psicológico que infunde el ejercito represor de la burguesía liderado por Romeo Vásquez Velásquez. No obstante,  “Para nosotros el terror individual es inadmisible precisamente porque empequeñece el papel de las masas en su propia conciencia...” Somos conscientes que nuestra existencia se legitima y adquiere una dimensión histórica en tanto reconocemos nuestra misión ante los hechos sociales, el repudio al golpe y a la violación profunda de lo humano nos concede un lugar importante en la historia de la emancipación de la humanidad.

Por tanto, nuestra moral y nuestros principios nos hacen perder el temor a la muerte porque sabemos que "… esta gran humanidad ha dicho basta y ha echado a andar. Y su  marcha, de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente."

La profunda tarea que se  nos ha relegado es un compromiso exclusivo de las masas, solo ellas organizadas podrán conducirnos al triunfo definitivo.

Estamos muy enaltecidos ya que somos leales “…al programa revolucionario...”, nos caracteriza nuestra hostilidad irreconciliable con la burguesía (pero sobre todo) nuestra profunda confianza en la fuerza revolucionaria de las masas...” Es por todo ello que la burguesía y sus entes represores no pueden con nosotros. Lamentablemente, en esta ocasión no hemos sido conducidos por una organización auténticamente revolucionaria y por ello los distintos sectores agrupados en el Frente Nacional de Resistencia se la juegan por la negociación y la restitución de Manuel Zelaya Rosales en el poder y no por una profunda transformación social y económica.

Somos conscientes, que para ello nos hace falta integrarnos a una organización política que se constituya como “…la arma principal de la acción revolucionaria del proletariado, (ya que el partido comunista) es la organización de combate de su vanguardia, que debe erigirse en guía de la clase obrera en todos sus combates y, por tanto, también en el movimiento sindical.”

Las lecciones de esta lucha

Sin duda alguna, esta tenaz resistencia nos ha proporcionado valiosas experiencias en nuestra lucha de emancipación. Sin embargo, al margen de cualquier crítica, nos ha devuelto la vida, hemos recuperado nuestros métodos de lucha y hemos vuelto a enarbolar las banderas que inevitablemente nos conducirán a la victoria.

Desde hace décadas los distintos sectores sociales se encontraban levitando, ahogados en el escepticismo del fin de la historia, al mismo tiempo que se diluían en el orden erigido tras la caída del muro de Berlín. Hoy por hoy, en nuestra noble y descalzo Honduras la organización política es una prioridad de primer orden, los estudiantes se organizan, las amas de casas y los artistas se nuclean en esta tenaz batalla.

La juventud se rebela ante la injusticia y practica los más lindos valores al protagonizar con heroísmo su historia.  Al margen de todo, estos han sido los grandes frutos que han germinado en esta batalla. Hemos despertado de ese letargo, y ese es el verdadero temor los opresores.

A más de 40 días de lucha, debemos tener la suficiente claridad que "hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión, hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de los cuarteles, y aun dentro de los mismos; atacarlo dondequiera que se encuentre, hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite."  Es por ello que “mi confianza en el triunfo final de lo que creo, es completa."

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