Por Frandav Lifú

Avanza el tiempo y la ultraderecha hondureña no encuentra la fórmula idónea que le agrupe alrededor de una figura que le garantice un triunfo en el proceso electoral del 2025, o, que al menos, ante un casi seguro triunfo del Partido Libertad y Refundación, las fuerzas políticas en el Congreso Nacional queden divididas al igual que lo están ahora.

No se puede comprender la situación actual del hondureño sin asimilar el cambio de fondo al que aspiraba la población en el 2009, pero, además, todas esas aspiraciones también estuvieron ligadas a los cambios en el contexto latinoamericano e internacional, al igual que lo dice la letra del Himno Nacional en alusión al contexto antes del 15 de septiembre de 1821, donde dice:

“pero un día de gloria tu oído

Percibió poderoso y distante

Que allá lejos, por sobre el atlante

Indignado rugía un león”.

En clara alusión a lo que sucedía en Francia a finales del siglo XVIII e inicios del XIX.

Sin duda alguna que, en el año del Golpe de Estado la población en silencio exigía un cambio estructural de las instituciones del Estado, anhelo que fue alimentado por la participación ciudadana que se tuvo que haber reflejado en la Cuarta Urna, sin embargo, la ultraderecha cerró filas y propinó un golpe blando de Estado, que, en consecuencia, después de doce años de gobiernos nacionalistas, retornó nuevamente a la familia Zelaya con más poder que el que tenían en el 2009.

¿Qué representa el “zelayismo”?

En su campaña mediática, la ultraderecha no ha podido penetrar en la conciencia del hondureño porque simplemente, siguen con un discurso congelado en la historia con la “Guerra fría”, un guion mediático ya fuera de contexto cuando la mayoría de la población es menor de los 60 años. Solo es de recordar que la población joven de los años ochenta ya anda entre los 50 y 60 años, y, que, fue muy ínfima la cantidad de jóvenes que en ese tiempo se alimentó con literatura alusiva a la situación internacional, es decir, actualmente, cualquier discurso que se utilizó en los años ochenta está totalmente descontextualizado.

Manuel Zelaya ganó la presidencia de la República como candidato del Partido Liberal, sin embargo, nunca controló este partido, por el contrario; fue el mismo PL que encabezó el Golpe de Estado. Luego, durante los doce años y siete meses que los Zelaya estuvieron fuera de la administración del Estado, la ultraderecha más se afanó en mantener al zelayismo lejos del poder que en reestructurar el Estado, de ahí que, no les importó aglutinarse alrededor de la figura de un narcotraficante que ahora se encuentra preso en New York, en cambio, el “zelayismo” se esmeró en canalizar el descontento de la población alrededor de la figura de Xiomara Castro, convirtiéndose en la primer presidenta mujer del país.

En resumen, el “zelayismo” es en gran parte la estructura del PL que se opuso al Golpe de Estado del 2009 y que aprovecharon la lucha en toda esta etapa del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) para fundar el Partido LIBRE, de esta forma; gran parte de la izquierda hondureña se alió con la vieja estructura de los liberales que emigraron del liberalismo, convergiendo en LIBRE y además, levantando la bandera de lucha de los cambios estructurales que exige la población.

¿Por qué la ultraderecha no logra salir a flote?

La respuesta es muy fácil; se hundieron en lo más profundo de la podredumbre junto a Juan Orlando Hernández, es lo mismo que les pasó a los líderes religiosos, militares y ONGs que ahora no logran levantar perfil, por más que se empecinen en levantar campañas en contra del gobierno, pero, por otro lado; siguen más afanados en atacar a la familia Zelaya que en plantear una propuesta de gobierno acorde con los intereses que exige la población.

El manto de la corrupción dejó a la oposición del gobierno sin liderazgos coherentes y de peso que puedan tener opción de triunfo en el 2025, de ahí que, la figura de Nasralla salta de partido en partido para lograr una candidatura con estructuras a nivel nacional, una opción que se debilita demasiado entre más abre la boca el presentador de la televisión, la otra estrategia del conservadurismo es meter los caballos de Troya dentro de LIBRE, tal y como los es Jorge Cálix, un joven que se autodenomina anti Zelaya y repite reiteradamente la línea discursiva de los miembros del Partido Nacional o de Nasralla.

La militancia con principios debe plantearse ser propuesta

Por ahora, faltan ocho meses para las elecciones internas que se realizarán en el mes de marzo del 2025. Lo peor que podría pasar es que los conservadores representados en el PN, PL o Nasralla vuelvan al poder. La izquierda hondureña le ha claudicado completamente al zelayismo y se han dedicado únicamente a mendigar cargos públicos, favorecerse empleando a los miembros más cercanos de sus círculos personales.

Sin embargo, es seguro que aún hay muchos militantes de izquierda dentro de LIBRE que permanecen con sus planteamientos revolucionarios. Alrededor de estos, y de los grupos de izquierda que todavía existen por fuera de LIBRE, debe construirse una propuesta que recoja, entre otros aspectos, los doce puntos de la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP) de inicios del Siglo XXI, para constituir un polo revolucionario, que no se supedite politicamente a los intereses de la familia Zelaya. Es la única manera de garantizar una profunda transformación democrática o “refundación” de Honduras.

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