Por Horacio Villegas
La Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) amaneció tomada el jueves 2 de agosto, debido al injusto aumento a la tarifa del transporte. Los transportistas, luego de tener negociaciones con el gobierno, llegaron al acuerdo de subirle un lempira a la tarifa del transporte desde el 1 de agosto del presente año, y luego otro incremento a la tarifa de otro lempira para el mes de diciembre.
Uno de los principales sectores que ha encarado con enérgicos reclamos las situaciones desastrosas a la que nos han llevado históricamente los partidos tradicionales del país, son los estudiantes universitarios. Desde que las intenciones continuistas del Partido Nacional fueron evidentes, los compañeros estudiantes se mostraron indignados y denunciaron este atropello a la tan frágil democracia del país.
Luego con la ilegal inscripción de Juan Orlando en las elecciones pasadas, la furia de los compañeros subió a niveles inimaginables, hasta proclamar un día ANTI-JOH. Los subsecuentes días y meses en la Universidad se convirtieron en una detestable espera del Fraude Electoral. Al consumarse el fraude en noviembre del año pasado, fueron los estudiantes universitarios y ciertos compañeros de institutos de educación media, los que dieron la cara ante la crisis post-electoral; crisis, que dicho sea de paso, fue desatada por la ambición reeleccionista del Partido Nacional en compañía de varios sectores recalcitrantes del empresariado hondureño.
La embrionaria situación insurreccional que aconteció con esta crisis, fue pulverizada por la represión gubernamental. Dejando más de 30 personas asesinadas en ambientes de protesta, y dentro de ellas jóvenes estudiantes que salieron en apoyo a las barricadas en colonias y barrios populares. Luego de haberse disipado las protestas en contra del régimen, se desplegó una suerte de persecuciones a los compañeros que combatieron al frente de las barricadas durante la crisis. Una especie de ensayo que hoy es aplicado a cabalidad en la crisis nicaragüense con la ley sobre terrorismo.
La lucha que en la actualidad emprendió el sector transporte surgió en un ambiente de acumulación de descontentos y atavismos, que se vienen arrastrando con muchos altibajos desde el Golpe de Estado del 2009. Los distintos grupos estudiantiles que hoy han comprendido la necesidad de reactivar la lucha popular, germinaron en aquella circunstancia de violencia estatal: principalmente el Movimiento Amplio Universitario (MAU), que hoy tiene la tarea –junto a otros movimientos independientes y ciertas asociaciones de carreras– de continuar las acciones de protesta contra el gobierno, a lo interno y externo de la Universidad.
Medios de comunicación y gobierno justifican la violencia estatal contra estudiantes
La toma general de la Universidad, como era de esperarse, sacudió a los sectores más conservadores y más afines al gobierno cachureco. Esta vez, los medios de comunicación del régimen, particularmente los programas de Televicentro como el de Renato Álvarez, invocaron las hordas militares asesinas de los años ochenta, para darles –según ellos– el golpe de gracia a los estudiantes universitarios en huelga. Evocaron la figura exterminadora de los escuadrones de la muerte, los mismos que arrasaron con la vida de varios líderes estudiantiles en el siglo pasado. Al punto de irrespetar el derecho a la vida, y provocar una campaña sistemática de odio contra los compañeros estudiantes, llegaron estos periodistas tarifados del régimen.
Por su parte, las autoridades de la Universidad Nacional mostraron su recurrente discurso de la solvencia de la crisis por sus tan sonados “especialistas” en la materia; discurso que quedó en el plano de las “buenas intenciones”, sin llegar a tocar ninguna fibra sensible de la crisis provocada por este gobierno. La retórica de las autoridades universitarias, que pretende despolitizarlo todo a costa de una intencionada lejanía de la verdadera realidad, distanció el problema antes que asumirlo. Expresar que los móviles que llevaron a la toma general de la Universidad –que no han sido otros que el descontento por el aumento a la tarifa del transporte– no responden a cuestiones académicas, es cortar de tajo toda la importancia que debería de tener la supuesta “academia” en el país. ¿Acaso las crisis no son suficientes motivos para que los economistas, sociólogos e historiadores se quiebren la cabeza pensando sus verdaderas e intrincadas causas? Si lo anterior no corresponde al verdadero sentido de la “academia”, entonces ¿qué sentido tiene semejante armatoste vacío?
¡Por una lucha multisectorial contra el ajuste a la tarifa del transporte!
Los estudiantes universitarios han dado el primer paso: iniciar medidas que vuelvan notorio el problema del aumento a la tarifa de transporte. Prácticamente, los compañeros dieron por sentado que sólo con medidas de presión es posible reclamar los derechos cedidos a este vil gobierno. Las peticiones que expusieron los compañeros huelguistas desde el primer día de toma fue: un descuento de 50% a la tarifa del transporte para estudiantes, personas mayores, personas con discapacidad y mujeres embarazadas. Para el segundo día de toma, la petición de la rebaja a la tarifa del transporte se tornó más amplia, abarcando a la población en general. Y entre otras cosas, se exigió una boleta estudiantil.
Los estudiantes universitarios deben convocar a los distintos sectores que componen al movimiento social y de trabajadores del país: sindicatos, a los pueblos indígenas y negros, y a toda organización que asuma la lucha contra este gobierno corrupto. Una especie de alianza multisectorial, que no le claudique al gobierno en sórdidas negociaciones, como lo han hecho hasta el momento los transportistas, y que despliegue un programa de lucha contra la dictadura de los nacionalistas.