Por Domingo Izaguirre

La política del imperialismo norteamericano en la región centroamericana empieza a desmontar algunas de las estructuras del crimen organizado que se encuentran afianzadas en los Estados nacionales del Triángulo Norte. La MACCIH es una institución creada e impulsada por el gobierno de los Estados Unidos, por cierto, a regañadientes de Juan Orlando Hernández, para controlar los excesos de la cúpula policial y militar, quienes por décadas han controlado negocios ilícitos vinculados al crimen organizado. No fue casual la negativa de JOH en aceptar la propuesta de creación de una Comisión Internacional Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (CICIH), organismo paralelo y similar a la CICIG de Guatemala.

Lo anterior no quiere decir que el imperialismo pretenda depurar todas las instituciones del Estado, porque tienen buenas intenciones y desean que la sociedad hondureña se desarrolle e institucionalice procesos de gestión administrativa de forma transparente. No, lo hace para tener instrumentos creíbles al momento de reprimir las rebeliones populares.

Como economía hegemónica y potencia imperialista desean que su espacio de control e injerencia no se convierta en una zona libre para el desarrollo de los carteles del crimen organizado, que compiten por quedarse con la mayor tajada de los negocios ilícitos. La intención de Estados Unidos es desarticular los grandes negocios que realizan los administradores del Estado en Honduras, que merman las finanzas públicas, y de esa manera tener recursos e instituciones sólidas que permitan evitar convulsiones sociales o procesos revolucionarios por las grandes desigualdades creadas por la aplicación del modelo neoliberal. La excesiva corrupción es uno de los daños colaterales de la dominación imperialista.

Larga historia de corrupción policial

El vínculo de la alta cúpula de la Policía Nacional de Honduras con el crimen organizado y el narcotráfico, es algo que todos sabíamos o intuíamos, el algo mas que evidente. Las extorsiones, secuestros, sicariato y narcotráfico se ha organizado desde con la complicidad de la Policía y el Ejercito. Se ha descubierto en diversas ocasiones, la estructuración de bandas en las postas policiales y la existencia de sicarios formados en el Ejercito y Policía, asesinando a líderes políticos, fiscales y personal vinculado con el proceso de depuración como Julián Arístides Gonzales asesinado en el 2009 y Alfredo Landaverde, asesinado en el año de 2011.

En ese periodo, fue asesinado, el 23 de marzo de 2009, José Manuel Flores, --dirigente gremial y fundador del Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)-- en la colonia Pedregal de Tegucigalpa, espacio donde se encuentra ubicado la institución educativa para la que laboraba. De acuerdo a las declaraciones de los vecinos, los asesinos de Flores Arguijo se transportaban en vehículos doble cabina sin placas, mismos que emplean los agentes de la Dirección de Investigación Criminal, hoy Dirección Policial de Investigación.

Todo indica, por la forma en que fueron asesinados dirigentes, o personajes vinculados a la lucha contra el narcotráfico como el Fiscal y Coordinador de la Unidad contra Lavados de Activos Orlan Chávez, que fue la policía quien organizó, planifico y ejecutó los asesinatos. Por cierto, empleando las mismas tácticas y formas de ejecución, dado que las víctimas se conducían en sus automóviles y sujetos que se conducían en motos les disparaban hasta quitarles la vida.

La “depuración policial” y los grandes negocios de la corrupción

La pretendida depuración de la Policía Nacional ha funcionado como un distractor mientras los verdaderos responsables de la corrupción, extorsión y narcotráfico continúan ejerciendo el poder y controlando las actividades ilícitas al frente de esta institución del Estado. Existen denuncias sobre funcionarios del Estado, que fungieron como Ministros de Seguridad, de controlar espacios territoriales que sirven como corredores para desplazar la droga hacia los Estados Unidos y de utilizar a la Policía para salvaguardar sus intereses.

En más de alguna ocasión, la cúpula policial se ha enfrentado entre sí, por el control de los grandes negocios de la extorsión y del narcotráfico. Basta recordar las declaraciones de Ricardo Ramírez del Cid, Ex General Director de la Policía Nacional, quien culpaba al Juan Carlos Bonilla “Tigre Bonilla”, Director General de la Policía Nacional, durante el gobierno de Porfirio Lobo Sosa, de haber organizado el asesinato de su hijo en la colonia Lomas de Toncontin, en el año de 2013.

Resultan evidentes los nexos de la Policía con el crimen organizado, es más, estas instituciones sirven como bastión de importantes grupos que ostentan poder político y realizan lucrativos negocios con actividades ilícitas.

Organizar Autodefensas

Por tal razón, desde el PSOCA hacemos un llamado a las organizaciones obreras y populares para organizar una jornada de movilización exigiendo la disolución de la Policía Nacional, y la conformación de Comités de Autodefensa Popular, encargados de preservar el orden. La única manera de asegurar los bienes y la vida de población más vulnerable, es por medio de la auto organización y conformación de autodefensas populares.

Ahí tenemos la experiencia de algunas zonas de México, donde la Policía estaba aliada con los carteles de la droga. Fueron los ciudadanos organizados en Autodefensas, los que lograron detener a los criminales e imponer el orden. Lo mismo podemos hacer en Honduras. El pueblo oprimido posee el total y legítimo derecho de organizarse para defenderse de la criminalidad orquestada desde instituciones como la Policía Nacional, que debemos disolver.

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