Por Maximiliano Fuentes
El 23 de marzo se cumplirán seis años del brutal asesinato de nuestro camarada José Manuel Flores Arguijo, quien fue asesinado en las instalaciones del centro de enseñanza donde laboraba como docente en la colonia el Pedregal de Tegucigalpa.
José Manuel era Licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán y pasante de la Maestría en Investigación Educativa de dicho espacio educativo. Desde muy joven se desempeñó como profesor, aunque en algún momento se formó como seminarista en el Seminario Mayor de Nuestra Señora de Suyapa. Su capacidad crítica y su posición como humanista secular no le permitió concluir su formación teológica.
Durante sus años de formación como cientista social era miembro de los combativos frentes estudiantiles de la UPNFM, donde logró ser un reconocido dirigente estudiantil. En el año de 1997 ingreso al Partido de los Trabajadores (PT) en el que permaneció hasta el año de 2005. Su trayectoria en dicha organización fue admirable, siendo en varias ocasiones miembro de dirección de dicho partido. En el año de 1999 logró ser miembro de la Junta Central de unos de los colegios magisteriales más combativos en Honduras, a saber: Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras (COPEMH); su trayectoria intachable, transparente y firmemente combativa con las posiciones oportunistas y los roles burocráticos de la dirección le permitió ganar el aprecio y la confianza de las bases del magisterio nacional.
En el año de 2005 fue candidato al Congreso Nacional por parte de una coalición entre el Partido de los Trabajadores y el Partido Unificación Democrática (UD) obteniendo una cantidad de votos considerable, a pesar del aparato propagandístico y la manipulación mediática por parte de los partidos tradicionales, y desde luego, a la falta de transparencia en los procesos electorales.
Cabe destacar, que José Manuel Flores Arguijo fue miembro fundador del Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), que a pesar de su reciente fundación tuvo como prueba el escenario del golpe de Estado. En ese proceso, de la misma manera que cientos de dirigentes y militantes del Frente Nacional de Resistencia Popular fue brutalmente reprimido por parte de las fuerzas represivas del Estado.
Sin embargo, ninguna golpiza era lo suficientemente fuerte para nuestro camarada, su firme convicción por transformar a Centroamérica en una gran patria sin fronteras y bajo el control de los trabajadores y más necesitados lo impulsaba y le llenaba de vitalidad.
Su preciada existencia fue arrebatada por parte de sicarios, seguramente policías encapuchados, que le dispararon desde la parte superior del edificio mientras organizaba a los alumnos del Instituto para ingresar al aula de clases. En ese momento, las únicas armas de José Manuel Flores, eran unos marcadores y unas hojas de papel.
A pesar de que el ministerio Público haya arrestado y procesado a los supuestos asesinos, aún no se han vislumbrado las verdaderas razones de su muerte, que a todas luces son políticas. De la misma manera que con Berta Cáceres, la policía entorpece las investigaciones para encubrir a los verdaderos responsables, y bajo la complicidad de los medios de comunicación manipulan la percepción de la población para desviar la opinión pública y encubrir las razones de su asesinato.
Los actuales asesinatos contra los dirigentes gremiales, campesinos y sindicales, incluyendo el de Berta Cáceres, se dan el marco de una de las más grandes embestidas de los grupos de poder por medio del gobierno nacionalista en contra del pueblo hondureño. El enorme retroceso de la clase obrera y del movimiento campesino experimentado por la derrota en la lucha contra el golpe de Estado, sumado a la reestructuración y reconversión del Frente Nacional de Resistencia popular a un partido político que abandono los principales estandartes de lucha han propiciado la más grande arremetida neoliberal de la historia política reciente.
El sacrifico de José Manuel Flores Arguijo, y de manera más reciente el de Berta Cáceres, y Nelson Noé García, ambos dirigentes del COPINH, no pueden quedar relegados en el olvido y mucho menos en la impunidad. Desde el PSOCA hacemos un llamado al movimiento popular, centrales y federaciones obreras, al movimiento campesino y al de los indignados a conformar un frente de lucha común para exigir el esclarecimiento y el castigo de los violadores de los derechos humanos, a los asesinos de aquellos que apagan la luz y la vida de los mejores hijos de esta contradictoria Honduras.