Por Sebastián Ernesto González

Juan Orlando Hernández ha iniciado un diálogo con la oposición; hasta ahora se supone que solo es para establecer una agenda con puntos a discutir. El representante del Partido Liberal manifestó que no acudirá a dicho encuentro mientras no se efectúe la convención del Partido Nacional, según él, esperando si el tema de la reelección es la propuesta del nacionalismo.

Salvador Nasralla, máximo dirigente del Partido Anticorrupción (Pac), ha manifestado en reiteradas ocasiones que se opone al diálogo y exige representación en el Tribunal Supremo Electoral y Registro Nacional de las Personas. Por otro lado, el Partido Libertad y Refundación (Libre), acudió a una primera reunión, pero aún no ha trascendido lo tratado en ese encuentro. Aparentemente solo fue para decidir temas a discutir, pero para nadie duda que el ex presidente Manuel Zelaya Rosales tiene la certeza de que si se aprueba la reelección el sería el único capaz de derrotar a JOH. Esto que significa un apoyo disfrazado a su aprobación. Aunque a raíz el asesinato de Bertha Cáceres el día jueves 3 de marzo, Libre publicó un comunicado exigiendo el esclarecimiento del asesinato y poniéndolo como requisito para proseguir el diálogo.

La fuerza de la oposición más significativa radica en el Pac y Libre; aunque en esta ocasión aparezca el Partido Liberal como más reacio, para nadie es desconocido que ha sido el mismo PL el que ha mantenido la estabilidad y fuerza de JOH con todo el apoyo brindado en el Congreso Nacional desde el golpe de Estado del 2009. De hecho, ha sido el mismo PL el que entregó el poder en bandeja de plata al PN y lo siguen manteniendo, tal y como lo dejaron demostrado en la reciente elección de los 15 magistrados de la Corte Suprema de Justicia.

¿Diálogo para qué?

Después del golpe de Estado del 2009, y tomando las riendas del poder el Partido Nacional con Porfirio Lobo a la cabeza, éste inició un proceso de reconciliación exigido por la Comunidad Internacional que culminó con el Acuerdo de Cartagena en 2011, aceptado a pie juntillas por el zelayismo e ignorado por el sector golpista que sigue gobernando.

Todo lo dialogado desde entonces no ha sido más que para golpear al pueblo trabajador y a los sectores populares, en muchas de estas ocasiones con la complicidad de diputados de la misma oposición que no sabe en qué punto coincidir para ejercer una verdadera oposición a JOH que lo frene en su afán continuista o en su empeño en sangrar a los trabajadores.

El papel que jugó la dirigencia sindical fue nefasto para los trabajadores, dado que en la supuesta reconciliación entregaron las banderas de lucha para que el nuevo gobierno post golpista le cobrara la factura del golpe de estado a los trabajadores. De esa forma se terminaron los aumentos salariales e inició una escalada de aumentos en la canasta básica, servicios públicos y andanada de impuestos para reducir el déficit fiscal, que hasta hoy mantiene a muchas familias en o por debajo de la línea de pobreza. La mejora de los índices macroeconómicos en el país, de los que tanto se ufana JOH ha sido a costa de sangre del pueblo trabajador.

¿Y los salarios?

Nuevamente, tenemos la palabra “Diálogo” en boga, pero hasta ahora no hemos escuchado en ningún momento la exigencia de un aumento general de salarios, la anulación de aquellos decretos que ponen en venta el territorio hondureño o que lo concesionan por periodos largos de tiempo; ninguno de los partidos de la oposición ha puesto como condición el encarcelamiento de los verdaderos saqueadores del Instituto Hondureño de Seguridad Social, o el esclarecimiento de los centenares de asesinatos de activistas políticos de izquierda o defensores de derechos humanos.

Cada vez que un gobierno llama a diálogo, no se trata más que de una trampa caza bobos, para canalizar el clamor popular por una vía de la democracia burguesa donde se estampará con una firma el propio suicidio de los trabajadores. Hasta ahora, lo objetivo es que JOH controla los tres poderes del Estado y todas las instituciones ligadas al proceso electoral, pero no puede reelegirse sin el visto bueno de la oposición, por lo tanto, les ha llamado al diálogo para seguir en su proceso reeleccionista, mientras los trabajadores seguirán cargando con el peso de la miseria.

Los sectores populares, gremiales, sindicales, campesinos y feministas deben ser los verdaderos protagonistas para exigir en primera instancia las condiciones previas que satisfagan una mejora significativa en el nivel de vida.

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