Por Juan Carlos Bardales
El jueves 24 de julio los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras realizaron una movilización exigiendo un alto a las reformas académicas que promueve la rectora Julieta Castellanos. Esta movilización fue una respuesta contundente a ciertas medidas que la Rectoría quiere aplicar y que excluyen a una gran parte de la población estudiantil. La Rectoría pretende “optimizar” sus recursos excluyendo a miles de estudiantes.
Mientras Julieta Castellanos defiende su gestión de la manera más cómoda, excluyendo a miles de estudiantes, la mayoría de escasos recursos, estos decidieron movilizarse para ponerle freno a al despotismo de la Rectora. El resultado de la protesta fue caro: tres estudiantes fueron apresados cuando la policía reprimió la protesta. A uno de ellos se le pretende levantar cargos penales por el simple hecho de protestar contra la arbitrariedad institucionalizada de Julieta Castellanos. Pero aun así, los estudiantes no se amedrentan, seguirán movilizándose, luchando por una educación laica, gratuita, accesible para para los hijos e hijas de los explotados.
Las reformas de Doña Julieta.
Desde hace mucho tiempo la Rectoría ha encabezado grandes reformas a lo interno de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Hay que reconocer que algunas de estas reformas han sido positivas para modernizar y actualizar la academia en Honduras. Sin duda la UNAH lleva un proceso de modernización en la metodología académica. Sin embargo, esto no significa que todas las medidas impulsadas por la Rectoría sean buenas. Todo lo contrario, para impulsar su gestión, la rectora Julieta Castellanos ha liquidado cualquier oposición interna, destruyó el sindicato de la UNAH, desarticuló los organismos donde ella misma impulsó su candidatura y actualmente fomenta la división en las organizaciones estudiantiles, el último bastión que se sostiene en pie de lucha en contra el despotismo de la Rectoría.
Julieta Castellanos se alza como un centro de poder unipersonal ante la desarticulación del sindicato, el repliegue de los docentes y la división de los estudiantes. Todas las decisiones las tomar sola, sin ningún tipo de consultas, ni control ni nada. Su última reforma está enfocada en eso, para “optimizar” los recursos de la UNAH ha decidido cambiar el puntaje para aprobar las clases. Ahora para aprobar una clase la nota que deben sacar los estudiantes será del 70% para estudiantes de pregrado, y 80% para estudiantes de posgrado (art 253), el índice para matricularse en cada período será del 60% (art 243), una clase solo podrá ser repetida 3 veces (art 250), se establecen cobros a estudiantes que reprueben o no se presenten a clases al final del periodo (art 250 y 251), se cobrará por el uso de laboratorios, se facultará a los coordinadores, inconstitucionalmente, al acceso directo a la información personal de los estudiantes (art 170 y 240) y se institucionaliza el examen de admisión que ha excluido a más de 80 mil estudiantes.
Aislados de la realidad económica y social
Si bien estas reformas pueden hacerle mucho bien al sistema educativo del país hay un problema neurálgico: la propuesta de Rectoría no está de acorde a la realidad nacional, en donde la misma rectora reconoció que la educación media no forma a estudiantes con los parámetros educativos que la UNAH requiere. Todo lo contrario, el presupuesto del Estado está orientado al militarismo en contraposición a la educación. La Rectoría, al igual que el gobierno, pretende eludir la realidad económica y social, no propone contribuir con mecanismos que articulen a los estudiantes que el sistema margina, sino que se traza un esquema para seguirlos marginando.
La UNAH y la Rectoría tienen una responsabilidad con la sociedad, deben contribuir en el cambio estructural de la sociedad, y eso pasa porque la Rectoría reconozca que debe cumplir un papel de formadora no de excluyente. Eso los estudiantes lo han comprendido y por eso protestan, y siguen luchando por defender la educación laica y gratuita, hasta el día de hoy, siguen planteando una lucha para rescatar este precepto que parece olvidado para las autoridades. Es más, el esquema de gobernó parece ser el parámetro en el cual la rectora se orienta, en el cual el Estado solo comercializa y deja de lado su función social, donde la rectora decide, junto a su equipo de trabajo, los destinos de los estudiantes, docentes y trabajadores, sin tomar en cuenta las necesidades de estos dos últimos sectores.
Continuar la movilización y la coordinación entre facultades
Pero los y las estudiantes han comprendido que tienen que luchar, que deben articular su lucha con todos los movimientos estudiantiles, con las asociaciones, con los frentes estudiantiles. Por ello debemos continuar la lucha y la coordinación entre las diferentes facultades, así como la coordinación con profesores y empleados de la UNAH. La lucha ha dejado compañeros detenidos, y que el gobierno de Juan Orlando con el aval de Julieta Castellanos pretenden procesar, pero los estudiantes seguiremos luchando porque el Estado asuma su papel constitucional, el de proporcionar educación laica y gratuita.