Por Armando Tezucún

El presidente guatemalteco Alejandro Giammattei ha continuado polemizando y enfrentándose al gobierno de Estados Unidos en torno a las acusaciones hechas por entidades internacionales, congresistas y funcionarios estadounidenses sobre la corrupción y la situación de los derechos humanos en Guatemala.

El gobierno de Giammattei, en sus dos años y medio de ejercicio, ha acentuado las tendencias autoritarias en el régimen político guatemalteco, iniciadas durante el gobierno anterior de Jimmy Morales. El aspecto más notorio de este giro dictatorial ha sido el ataque contra funcionarios del sistema de justicia que estuvieron vinculados a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) y jueces independientes que han conducido procesos contra militares, funcionarios y empresarios acusados de corrupción y violaciones a los derechos humanos. Otro aspecto ha sido los fallos a favor de funcionarios encarcelados por casos de corrupción, otorgándoseles arresto domiciliario o la libertad al anularse sus procesos. Pero también han sido aprobadas leyes represivas, han sido perseguidos periodistas, dirigentes campesinos y populares. Las estructuras de oligarcas, militares, crimen organizado, y los políticos y funcionarios que les sirven, están apretando las tuercas para tener el control absoluto del aparato estatal y evitar cualquier resquicio que permita otra oleada de protestas como la de 2015.

En este proceso, el gobierno de Giammattei ha chocado con la administración demócrata de Biden, que pretende impulsar la defensa de los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho, sobre todo como políticas generales para solucionar el candente tema de la inmigración ilegal de trabajadoras y trabajadores centroamericanos hacia Estados Unidos. Tal como ya hemos expresado en otros artículos, ambos gobiernos, si bien se enfrentan en temas de derechos democráticos, tienen que permanecer como aliados y tolerarse por conveniencia, cada uno por sus propias razones.  

Pues bien, la más reciente pataleta de Giammattei se dio durante su visita a Estados Unidos, por invitación del Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), del 27 al 28 de junio.

El lunes 27 el mandatario guatemalteco se reunió con el secretario del Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. Alejandro Mayorkas. Los temas tratados por los funcionarios fueron la migración irregular, el combate al crimen transnacional y el cambio climático, entre otros.

El día 28 se presentó ante el Consejo Permanente de la OEA, donde pronunció un largo discurso cargado de reproches contra el informe de la Corte Interamericana de Derechos Humanos 2021, que acusa a Guatemala de graves violaciones a los derechos humanos, situando al país al nivel de Cuba, Venezuela y Nicaragua en el tema. Defendió a su gobierno, del cual dijo que tiene un “inquebrantable” compromiso en la defensa de la democracia y los derechos fundamentales. Sobre la resolución de la CIDH dijo: “La CIDH ha incurrido en intromisiones en procesos democráticos en curso, violando su mandato y su principio de derecho internacional sobre los cuales la OEA y sus órganos fueron creados… además, el informe deplora la normativa penal que protege la vida desde su concepción y tipifica el crimen del aborto, en claro abuso de su mandato pretende forzar a que se adopten medidas legislativas y políticas públicas con el fin de promover el acceso irrestricto en prácticas abortivas” (La Hora 28/06/2022).

Negó las acusaciones de la CIDH, cuyo informe -dijo- está plagado de errores de metodología, que evidencian la falta de rigor jurídico y sesgo ideológico. Señaló que el Consejo incurrió en extorsión y amenaza al exigir que el gobierno de Guatemala recibiera una delegación del organismo, y pidió a la CIDH que “reconozca y respete las autonomías de los Estados” y tome sus decisiones con “objetividad, sin sesgos que polaricen a las sociedades” y no se utilice como “método perverso para entronizar ideologías” (Prensa Libre 28/06/2022).

El 29 de junio Giammattei intervino en la Cumbre Anual Internacional de Libertad Religiosa, en Washington, donde asumió el papel de víctima y mártir diciendo: “Si me van a decir dictador por promover la libertad religiosa, con mucho gusto soy dictador, si me van a decir que soy violador de los derechos humanos por respetar la vida desde su concepción, soy violador de los derechos humanos” (La Hora 29/06/2022).

El gobierno de Estados Unidos ha tenido que hacerse de la vista gorda respecto a las rabietas de Giammattei. El embajador William Popp declaró al respecto: «Vamos a continuar trabajando muy de cerca con Guatemala, somos socios confiables, socios de largo tiempo. Nuestra colaboración es para aumentar la prosperidad, la seguridad, las oportunidades aquí en Guatemala» (La Hora 07/07/2022). La administración Biden no tiene más opción que aceptar este socio poco deseable.

 

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