Por Armando Tezucún

El presidente guatemalteco Alejandro Giammattei se ha caracterizado, entre otras cosas, por su carácter irascible, propenso a exabruptos y a expresar opiniones sin haber meditado previamente sus consecuencias. El episodio más reciente en que exhibió estos atributos lo puso en aprietos con los Estados Unidos y el gobierno demócrata de Biden.

El 26 de mayo la Fundación Heritage publicó en su página web un artículo firmado por Mike González y Mateo Haydar, titulado “La administración Biden aplaca a los enemigos latinoamericanos mientras golpea a los amigos estadounidenses”. Esta fundación, creada en 1973, expresa los intereses de la extrema derecha estadounidense, vinculada al Partido Republicano.

En el artículo en cuestión, los autores se quejan de que, mientras el gobierno estadounidense apretó las sanciones contra la fiscal general guatemalteca Consuelo Porras luego de que fue reelecta por el presidente Giammattei, aflojaba las sanciones económicas contra la dictadura “marxista” de Venezuela y aumentaba los servicios consulares, el turismo y las remesas hacia Cuba.

El artículo refiere que el 26 de abril los autores se reunieron con el mandatario Giammattei en el palacio presidencial en Guatemala, y éste les presentó una serie de quejas en el sentido de que la administración Biden ha estado tratando de desestabilizar su gobierno durante meses; acusó al embajador gringo William Pop, de reunirse con líderes indígenas para derrocar su gobierno; dijo que la administración Biden está tratando de introducir en Guatemala el multiculturalismo que promueve junto a sus aliados en Estados Unidos. “Giammattei dijo que la razón por la que la administración celosamente pro-aborto de Biden desprecia a su gobierno es que es inequívocamente pro-vida … Giammattei nos dijo que ya decidió pedir a la USAID (Agencia internacional para el Desarrollo) abandonar Guatemala por su promoción del indigenismo. Una revisión de los programas de la USAID confirma que la agencia está fuertemente orientada a trabajar con grupos indígenas y otros grupos de activistas de izquierda y organizaciones no gubernamentales…”(https://www.heritage.org/americas/commentary/the-biden-administration-placates-latin-american-foes-while-pummeling-american).

Las imprudentes declaraciones de Giammattei desataron un natural revuelo. A través de la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia, se confirmó la reunión con González y Haydar, evadiendo el tema de la USAID y culpando al proceso de traducción por la interpretación fuera de contexto de los términos expresados por Giammattei. El 28 de mayo la embajada de Estados Unidos publicó, en su defensa, un detalle del apoyo que la USAID ha brindado a Guatemala desde 2020, a través de programas que reducen la pobreza, promueven el crecimiento económico y la creación de empleo, la salud, educación, la seguridad alimentaria y la protección al medio ambiente. El canciller guatemalteco, Mario Búcaro, eludió prudentemente el tema ante los periodistas diciendo “estamos trabajando de lleno con la Embajada, estamos trabajando con los equipos para priorizar y establecer cuáles son los programas más eficientes que necesitamos en esta nueva crisis” (Prensa Libre 30/05/2022).

Finalmente, el 3 de junio ambos gobiernos emitieron una declaración conjunta anunciando la continuidad de los proyectos que tienen el apoyo de la USAID: “este compromiso se demuestra con la activa negociación, desde agosto de 2021, sobre el Convenio de Cooperación de Objetivos de Desarrollo para los próximos cinco años, realizando talleres interinstitucionales de armonización de la cooperación a los instrumentos de planificación y políticas públicas nacionales” (Prensa Libre 03/06/2022).

Más allá de la peculiar personalidad del presidente Giammattei, el incidente desatado por sus desafortunadas declaraciones, refleja las incómodas relaciones entre el gobierno demócrata de Biden, que se esfuerza por impulsar sus políticas anticorrupción y sus programas para frenar la migración, por un lado, y el gobierno guatemalteco, que indudablemente representa los intereses de las estructuras empresariales, militares y criminales que manejan el Estado a su antojo y han dado un giro decididamente autoritario al régimen, por el otro. Imaginamos el jalón de orejas que recibió Giammattei tanto de parte de los poderes guatemaltecos como de los estadounidenses por sus desvaríos, pero es un hecho que Biden tiene que tolerar a un aliado desagradable, y, como ya hemos afirmado, sus programas de ayuda poco podrán lograr porque su gobierno no está dispuesto a enfrentar a la oligarquía guatemalteca, que además es socia estrecha de las corporaciones y multinacionales que controlan el aparato estatal de Estados Unidos.

Hemeroteca

Archivo