Por Leonardo Ixim

Una inusual formación ciclónica denominada Eta asoló el territorio centroamericano, siendo los países más afectados Guatemala, Honduras y Nicaragua. Este fenómeno es calificado como el más potente después del Mitch y con mayor intensidad que las tormentas Stan y Agatha.

Según los datos de la Coordinadora Nacional Para la Reducción de Desastres (Conred), en Guatemala generó 179 incidentes entre inundaciones, deslizamientos, derrumbes, caídas de árboles, siendo los departamentos de Izabal, Alta Verapaz, Peten y Zacapa ubicados al norte y noroeste los más afectados; hubo crecidas en los ríos Los Esclavos, Chixoy, Motagua, La Pasión, San Pedro y Usumacinta. Según la Conred, hay 144,502 personas afectadas, mientras que en infraestructura se registran 362 viviendas en riesgo, mil 882 viviendas con daños, 33 carreteras y 5 escuelas afectadas, 8 puentes afectados y 2 destruidos.

El Estado habilitó 59 albergues, atendiendo a 4 mil 812 personas. Esto genera otro reto en lo que se refiere a la atención de estos damnificados en medio de la pandemia del COVID-19, con respecto al distanciamiento físico. Esto implica que las normas de higiene deben redoblarse en estos espacios, así como la capacidad de realización de pruebas para detectar el virus.

En la aldea Quejá, en el municipio de San Cristóbal Verapaz, departamento de Alta Verapaz, se registró un alud de tierra, soterrando a 150 viviendas, calculándose más de 50 muertos. Según expertos en geología, estos fenómenos son comunes porque las formaciones geológicas centroamericanas son de hace menos de 50 millones de años, es decir recientes en la historia del planeta tierra; pero lo cierto que este factor de riesgo muy frecuente en el país, ocasiona estos incidentes debido a la falta de planificación de asentamientos urbanos.

Alta Verapaz cuenta con los índices de pobreza, desnutrición infantil, y poco acceso a servicios públicos, mas grandes del pais; golpeando sobre todo a la población de origen Maya-Kekchi. Esta a su vez sufre el despojo de sus territorios, de parte de empresas hidroeléctricas y palmeras.

Después del huracán Mitch ocurrido en 1998, se ha registrado con mas fuerzas estos fenómenos, algo sin duda relacionado al cambio climático y su efecto en las corrientes marítimas debido al calentamiento. Centroamérica es de las regiones mas propensas a padecer de los efectos de esa situación.

Las autoridades aducen que Guatemala se ha preparado para estos desastres desde el paso del Mitch, pero eso es pura demagogia; no se ha hecho ni en lo que respecta a reducir los factores de riesgo y la capacidad de las poblaciones actuar en ese sentido, ni en lo que respecta a reducir las vulnerabilidades socio-ambientales, que el modelo económico y social neo-colonial mantiene. Esto pervive, además, por un Estado que, bajo las políticas neoliberales, invierte poco en estas capacidades.

El presidente Alejandro Giammattei viajó hacia la zona del desastre, pero fue recibido por protestas en Cobán y San Pedro Carchá, pues la reacción del gobierno fue lenta y falsamente adujo haber logrado juntar ayuda. Al igual que en la tragedia del Volcán de Fuego, fue la población en distintos puntos del país la que juntó y movilizó esa ayuda; mientras son las comunidades afectadas quienes han acopiado la ayuda. Ademas, Giammatei y el gobernador departamental, hicieron un desplante al alcalde de San Pedro Carchá, Winter Coc, al cual no le permitieron entrar a una reunión, situación que enfureció aun mas a los pobladores.

En Guatemala, Conred es un sistema supuestamente organizado desde lo local hasta lo nacional, con rectoría del gobierno central; se organizó en la década de los noventa desmilitarizándolo en el plano formal a como era previamente, sin embargo, es deficiente y anti democrático. En ese sentido, demandamos que el proceso de reconstrucción de los efectos que la tormenta sea impulsado y dirigido tanto por organizaciones populares, comunidades organizadas y Consejos Comunitarios de Desarrollo (COCODES) que sean independientes de grupos de poder burgués. A las familias afectadas se les debe condonar las deudas que tengan con entidades financieras, se les debe dar financiamiento para que reconstruyan sus casas, a quienes se quedaron sin empleo que se les de una renta básica, que a los pequeños agricultores que perdieron sus cosechas se les de apoyo financiero y técnico para que se recuperen.

Eso es vital, porque el gobierno pretende aprobar un Estado de Emergencia con la consiguiente limitación de derechos básicos, el cual se vuelve una forma de manejo discrecional de la ayuda. Ademas como nos enseña la historia reciente, después de cada evento de esa magnitud llegan recursos de las naciones ricas, por ende, es necesario que eso sea administrado y ejecutado democráticamente.

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