Por Joseph Manuel Alejandro Herrera
En el artículo “Elecciones USAC: Estudiantes decidirán entre AEU independiente o regresar al pasado”, el medio digital “Nómada” de Guatemala, hizo referencia a mi persona de dos formas. En primer lugar, la autora del artículo indicó que hace dos años acusé falsamente a su medio de que había apoyado abiertamente a una de las planillas que competían por el Secretariado General de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), periodo 2017-2019. Además, se citó la afirmación de uno de los candidatos a la Secretaría General para el actual evento electoral, quien se refería a mi persona de manera peyorativa y difamadora (lo cual constituye un delito, según el artículo 164 del Código Penal guatemalteco). Por lo anterior, y en atención al derecho que la Ley de Emisión del Pensamiento me concede, en el presente texto procedo a dar respuesta a ambas citas.
En principio, me gustaría pensar que más que la satisfacción al derecho a réplica concedida por el medio “progresista” Nómada, estas palabras fueran el inicio de una nutrida polémica para dilucidar las formas más coherentes para organizar y consolidar un verdadero movimiento estudiantil, y no una suerte de movimentismo activista que se zarandea al tamborileo batiente de agentes exógenos y foráneos a los intereses del estudiantado. Pero no se puede exigir a la realidad más de lo que ella puede dar, pues esta deriva de características concretas que se imprimen en la carne de lo que quiere, pero no ha podido ser un movimiento estudiantil. Dichas características tienen su origen inmediato en la brutal historia contemporánea del país, que algunos con soberana estupidez quieren desconocer, cayendo en la criminal omisión de creerse mejores que nuestros antecesores o en la facilona ignorancia del que prefiere ocultar los hechos consumados, incluso haciendo un espantajo de discurso histórico falaz dirigido contra los hombres y no contra sus ideas.
En cuanto a las afirmaciones del medio “Nómada”
Han escrito desde este medio que no hay fundamento para el señalamiento que hice hace dos años, cuando sostuve –y sostengo–, que Nómada apoyaba a la que en 2017 resultó ser la planilla electa para Secretariado General de la AEU (el desaparecido FRENTE ESTUDIANTIL). Como lo he indicado, esta planilla representaba y representó la agenda de ONG de todo tipo, reduciéndose a ser sus megáfonos, soslayando la defensa integral del gremio estudiantil, sus derechos y la mejora de su desenvolvimiento cotidiano. Desde entonces, nada ha cambiado para el estudiantado y las condiciones materiales en que estudia siguen siendo adversas.
El secretariado saliente enlodó los estatutos de la AEU de dos formas: orquestando una reforma antidemocrática y, luego, eludiendo su cumplimiento. La reforma que hizo sólo beneficia la democracia de amiguetes que se disputan los cargos, mas no el poder efectivo de la dirigencia estudiantil –el poder se ejerce, no se posee–. Tal reforma va en detrimento de la apertura amplia que la institucionalidad estudiantil necesita para integrar orgánicamente a la mayor cantidad de estudiantes del país, única vía para restablecer inquebrantablemente la tradición democrática del estudiantado más extenso de Centroamérica. Involucrar a más estudiantes es la única manera de enterrar de una vez por todas a los que se hicieron de la máxima representación estudiantil durante casi 20 años, enquistando en los puestos de representación a un puñado de estudiantes, en contradicción con las masas estudiantiles y sus derechos políticos efectivos.
Andar como veleta, llevó al secretariado caído a querer incluso organizar foros con la Embajada de Estados Unidos en Guatemala, omitiendo criminalmente esa brutal historia contemporánea e, incluso, desvalorizando a los mártires caídos por orden de un Plan de Seguridad Hemisférico orquestado en el Pentágono y ejecutado por toda suerte de perros sicarios de finca –oficiales del ejército y de los CIACS contra los que ahora pugnan.
La actitud palurda de querer agradar a todos, terminó pasándole factura al secretariado caído, pues perdió el respaldo que el estudiantado le dio, como se lo hubiera dado a cualquier planilla participante, pues se trataba de los primeros comicios democráticos celebrados en este siglo. Es decir, en dicho contexto, cualquier opción hubiera capitalizado el logro pírrico de la recuperación –de forma y no de fondo– de la AEU, del símbolo y de su historia, frente al grupo de sicarios, malandros y gangsters que afrentaron a dos generaciones de estudiantes que lucharon desde hace dos décadas, por un movimiento estudiantil digno, lo cual pagó con creces ante las agresiones de los zopes y sus aliados, dentro y fuera de la USAC. Esos estudiantes, héroes olvidados: son los verdaderos gestores de cualquier victoria que hoy se quieran adjudicar estos o aquellos dirigentes de marcas y no de un movimiento estudiantil dinámico y con fuerte base social en la estudiantada.
El tiempo transcurrido le ha dado la razón a lo que desde entonces he defendido: que no ha sido otra cosa que denunciar que el Secretariado electo en su momento, dirigido por la ex secretaria Lenina García era eso, una marca vaciada de programa y plan de trabajo, mediatizada por toda suerte de personajes. Marca inflamada por este medio en su momento, como ahora mismo lo hace con la Planilla No. 1, que disputa las actuales elecciones. Esta planilla, como lo hizo FRENTE, corresponde a la línea editorial del medio, promocionando organizaciones laxas, sin ideología (ni izquierda, ni derecha), en favor de la corrección política, tan de boga en la actualidad. Este tipo de proyectos ha servido poco o nada para detener a las fuerzas reaccionarias del país, en sus arremetidas, logrando restaurar el estado de cosas anterior a 2015.
A los hechos consumados me remito, basta con preguntarnos: ¿cuánto de lo prometido en dicho plan de trabajo fue realizado por el secretariado caído? Fuera de los viajes a éste y aquel centro vacacionista, ¿cuántos de los derechos estudiantiles sistemáticamente violentados a diario, se han restituido? Fuera de los comunicados rimbombantes en ruedas de prensa que nadie vio, salvo los editorialistas de este medio, ¿cuántas veces se ha logrado detener los proyectos anti estudiantiles de la administración pasada y la actual en la USAC? El secretariado caído, en lugar de contribuir a afianzar la democracia estudiantil, repito, la enlodó, haciendo de ella un chiste. Si bien, antes teníamos que sortear las agresiones de los criminales, la transición de los pusilánimes ha mostrado ser el mayor respaldo para las criminales dirigencias del pasado, que se aprestan a regresar, con nuevos rostros, como es el Caso de la Planilla No. 2: “Estudiantes como vos”.
Nómada, cayendo en la conocida retórica, propia del mal llamado Pacto de Corruptos (Restauración Conservadora), pretende desvirtuar mis acusaciones diciendo que lo que afirmo carece de sustento porque no existen pruebas, cuando estas se encuentran a plena vista, en su linea editorial, incluyendo el artículo al cual replico.
Si bien es cierto que los estudiantes ya no le temen a la Nave (Sede de la AEU), también lo es, que no le tienen ningún respeto, pues la risa es lo que vincula los sentimientos del estudiante cuando se le menciona al secretariado caído, y a los que hoy quieren ser sus sucesores, con lo cual incluyo a las tres marcas que participan.
La entrevista hubiera podido apegarse más a la realidad, si la articulista se hubiera tomado la molestia de acompañar a los candidatos en los pasos de aula y de salón. Así se hubiera percatado qué dejó realmente la gestión del secretariado caído en la psique de los estudiantes: decepción, risa y desconsuelo, síndrome parecido a la apatía que produce la política mafiosa nacional.
En cuanto a las afirmaciones del candidato de la “marca” MEUC
Como sostuve líneas arriba, la larga lucha por la restitución del movimiento estudiantil no ha finalizado; la operación masacre que vivió el país en la pasada guerra civil –que no Conflicto Armado Interno, como ha querido llamarle la historiografía del vencedor– fue particularmente feroz contra la USAC, dejando miles de mártires, estudiantes, docentes, trabajadores, decanos y hasta un rector. De ese duro golpe, el exterminio sistemático de dos generaciones de grandes dirigentes vanguardia del pueblo, terminó con el asalto militar a nuestra alma mater, mediante la ocupación física e ideológica de la misma. Se llegó al punto de vaciar a la USAC de su mayor arma durante la guerra revolucionaria: las ideas. Este espacio ahora lo ocupan los agentes de la reacción en Escuelas y Facultades históricamente críticas frente a la realidad del país. Además, estamos asistiendo a la onegerización del movimiento estudiantil, que desde hace mucho tiempo permeó a la izquierda.
El fin de siglo y los acuerdos de paz no sólo se saldaron con la derrota práctica de la oposición armada, encarnada en las diferentes guerrillas, asimiladas hoy en día en el juego político de la democracia burguesa pretoriana que vive Guatemala. La izquierda se onegerisó, buscando sobrevivir a las reglas del vencedor. La USAC fue desalojada por el vencedor, ahí fueron condenados al ostracismo los más consecuentes cuadros de la revolución derrotada, dando paso a que oportunistas como Jorge Mario García (alias Guilligan) pasara de ser un joven en las filas de la URNG a integrante de los partidos patronales de la oligarquía nacional.
El movimiento estudiantil carece hoy de una dirección consecuente y claramente definida por una ideología; para comprobar esto, basta leer la narrativa no sólo del candidato de la marca MEUC, sino de las tres planillas. Una discursiva vacía, apropiada para un anuncio de refrescos, pero incapaz de dar a conocer un programa político o plan de trabajo. Los guilligan de hoy poco o nada quieren cambiar en la USAC, por eso no se esmeran en comprender la enfermedad del movimiento estudiantil; para conocerla, es propicio entender sus causas. Prefieren hacer carrera de politiqueros, al mejor estilo de la asquerosa política nacional, timando a la población, como lo hizo el secretariado caído y este medio al inflamar una marca vaciada de contenido.
Paso entonces a contestar la ensalada de diatribas que el candidato de lo que ahora es la “marca” MEUC, vertió sobre mí. A falta de creatividad, le destinó con ingenuidad tres párrafos de una entrevista a mi persona, perdiendo la publicidad –mucho menor que hace dos años, cuando el tema era moda–, la promoción y la capacidad propagandística que le dieron. Con lo anterior no hizo otra cosa que tratar de tapar la ausencia de un proyecto real y por lo tanto coherente con las necesidades del estudiantado, pues la gran mayoría de estudiantes desconocen las desavenencias personales que el mismo desarrolla, por la falta de polémicas políticas –que hasta ahora reparamos en ellas–, del contraste fino entre ideas, programas partidistas estudiantiles, y proyectos que confluyan a trasformar la situación apremiante del estudiantado.
El MEUC, que nació en 2017 y no en 2016, como afirma el susodicho, sacó el segundo lugar, en una elección donde 140 mil estudiantes estaban habilitados para ejercer su derecho, pero que sólo 16 mil lo hicieron efectivo. Hace dos años se buscó imprimirle un eje ideológico, marcadamente de izquierda, no guerrillerista, ni reformista, sino asambleísta; hace dos años las personas que integramos este movimiento (y no marca, como ahora) no apostamos por una publicidad vacía y por los espantapájaros de las páginas en las redes sociales, como lo creen los amigos que dirigen desde atrás a nuestro desconocido candidato a la secretaria general de la marca MEUC.
Este candidato sostiene que se me expulsó, junto a otros compañeros. Desde luego, dice lo que le han contado, pues él no estaba hace dos años integrado al movimiento, y si se hallaba vinculado a algo en la universidad era al Comité de Huelga de la Escuela de Ciencia Política, y por lo tanto al secretariado caído de Lenina García (de quien fue fiscal de mesa durante aquellas elecciones). Pasarse de FRENTE, sin ideología ni bando, a lo que ahora es la marca MEUC, lo único que demuestra es que el sentido de estas marcas es la participación electorera para hacerse de los puestos estudiantiles, y de sus privilegios y prebendas.
No se puede expulsar a personas de carne y hueso de algo que no existe. Las personas que después de la elección seguimos utilizando el nombre de MEUC, lo hicimos para manifestar nuestra oposición legal a las medidas privatizadoras de la rectoría ante el Consejo Superior Universitario (CSU), como lo fueron el incremento al costo del Plan Académico Preparatorio –PAP– y al Examen Vocacional. Esta lucha fue el precedente inmediato de lo que se convirtió en el Colectivo Estudiantil Universitario (CEU), artificio de tres estudiantes de la Escuela de Historia que le plantamos cara al rector, el 1o. de abril del presente año, bajo la premisa de que al secretariado caído dicha lucha no le interesaba, a pesar de que era su obligación estatutaria.
En este sentido, lo que realmente sucedió es que dejamos de usar el nombre de MEUC, precisamente las pocas personas que habíamos sacado adelante la campaña para las elecciones en 2017: desde el volanteo, hasta escribir y consolidar un plan de trabajo que a falta de poder hacerlo la plantilla actual, lo copió y lo trasladó a una torpe presentación gráfica, ya que entre las personas que se alejaron –según el candidato a secretario, también expulsados– estaban los encargados de toda la línea gráfica anterior. Otra cosa que desconoce el designado a dedo como candidato a secretario general de la marca MEUC, es que hasta hace unos meses, los que hoy lo manejan y lo colocaron en ese lugar –a falta de alguien mejor– buscaron primero que los que él llama “expulsados”, siguieran asistiendo con el trabajo teórico e ideológico de la organización. Ante la negativa coherente de los que decidimos no ser cómplices de una farsa, se aprestaron a rellenar torpemente una planilla inexistente.
Afirmo que se hicieron de la marca, porque se presentaron ante el Consejo Electoral Estudiantil Universitario (CEEU) y pidieron las hojas de firmas para constituir una planilla y les colocaron el nombre que se les antojó. Es así que no se puede hablar de movimientos o partidos estudiantiles, donde no hay ni afiliación ideológica ni organización partidista, fuera del tiempo de las elecciones. En esto último, las tres planillas competidoras se parecen mucho a los partidos nacionales, de los que tenemos noticias sólo cuando se aproximan los comicios y buscan con particular interés nuestros votos.
Las diatribas vertidas sobre mi persona, demuestran la carencia ideológica y programática de lo que dice ser un movimiento estudiantil, pero que hasta unos meses antes estaba buscando hasta debajo de las piedras, a las personas que llenaran los espacios para conformar planilla. De igual manera sucedió con las otras dos “marcas” concursantes -que no movimientos-, conformadas “camaradas” en empresas de servilismo a sus intereses y privilegios. Por lo anterior, insisto, no son más que eso, una marca, un artificio de la posmodernidad que sufre el movimiento estudiantil.
Finalmente, quiero referirme al calificativo de “reaccionario” que el entrevistado utiliza para referirse a una supuesta característica de su planilla: de ser estudiantes de acción. Sin embargo, su uso demuestra su incapacidad para comprender que en ciencias sociales, dicho término significa conservadurismo y oposición al progreso social. Esta confusión conceptual demuestra la profundidad de la crisis intelectual e ideológica del movimiento estudiantil.
Todo lo anteriormente afirmado comprueba que los fenómenos que se producen en el movimiento estudiantil, que trata de recuperar sus tradiciones democráticas, son más grandes que los individuos, y que únicamente cambiarán cuando la gran mayoría de los estudiantes se integren a los puestos de representación, desplazando a los que hoy lo hacen por interés personal. Sólo la fuerza del estudiantado, que hoy llena la patria sancalista, sus plazas, parques, salones y pasillos, es la que está capacitada ante la historia para recuperar, refuncionalizar y defender la AEU, frente a toda suerte de personajes que buscan conscientemente o inconcientemente regresarla al pasado, colocándola al servicio individual, patrimonialista, bajo otros nombres y mordazas, reciclando las prácticas de los que hasta hace muy poco usurparon la dirigencia estudiantil de la USAC, y del país.