Por Úrsula Pop
En el próximo mes de mayo se realizarán elecciones para nuevo rector, quien regirá por otros cuatro años la Universidad San Carlos. Dicho evento es regulado tanto por Ley Orgánica creada por los constituyentes de 1944 como por el Reglamento de Elección, de más reciente fecha. Estos instrumentos son reflejo de una etapa del desarrollo de la USAC, etapa que ya ha quedado atrás.
Una de las particularidades de dicho sistema es la creación del Cuerpo Electoral Universitario, que se vuelve el órgano elector a la hora de escoger al rector. Este cuerpo está conformado por representantes de estudiantes, docentes y profesionales, que son elegidos por los sectores respectivos para que posteriormente elijan al rector; este sistema se conoce como elección de segundo nivel.
En el momento de elaborar tal sistema durante la época revolucionaria, los constituyentes -que también en ese momento elaboraron la iniciativa de otorgarle autonomía a la U- consideraron que de esa forma se elegía a personas con “integridad y de amplio conocimiento” para que ejercieran la importante tarea de “representar los sectores que hacen vida universitaria”. Sin embargo desde ese momento existía ya un diseño que a la larga iba a demostrarse poco democrático, porque el sector de trabajadores administrativos y de servicios fue excluido.
Entonces, si en cierto momento se consideró importante la existencia de un grupo de electores representantes de la voluntad de solo algunos de los sectores universitarios, hoy consideramos que esto es un lastre para la realización de una democracia plena que signifique a su vez la mejora de la calidad académica; esto es porque bajo la cobija de este sistema han surgido grupos de poder que se han perpetuado y defienden sus intereses particulares. En otras palabras hoy este sistema indirecto lo que representa es un gran impedimento para el ejercicio de la democracia universitaria para todos los sectores, estudiantes, docentes, trabajadores y profesionales.
A continuación enumeraremos los aspectos excluyentes y antidemocráticos de este sistema electoral. A) Ni los profesores ni los estudiantes podemos votar directamente por el candidato de nuestra preferencia, sólo podemos elegir a cinco representantes ante el Cuerpo Electoral. Lo que suceda en este cuerpo está fuera de nuestro alcance: compra de voluntades, tráfico de prebendas y toda la gama de acciones corruptas que maneja la cúpula de la Usac. B) Solamente los profesores titulares pueden votar, relegando a los demás catedráticos, que constituyen un importante sector de nuestra Usac. C) Los profesores y estudiantes electos al Cuerpo Electoral pertenecen a facultades, lo que deja por fuera a las escuelas y centros regionales. Los profesores de estas unidades solo pueden participar en tanto miembros de sus colegios profesionales. D) Los trabajadores administrativos y de servicio, parte importante de la comunidad universitaria, tampoco pueden participar en la elección.
Actualmente dos candidatos se han lanzado para la rectoría. El primero es Carlos Alvarado Cerezo, actual Secretario de la Universidad, y representante de la cúpula que rodea al actual rector Estuardo Gálvez, que tiene ya varios años de dominar el Consejo Superior Universitario. Este grupo alienta y esconde la corrupción, la falta de transparencia e impulsa medidas neoliberales para privatizar diversos aspectos del funcionamiento de la Usac. La doctora Hada Alvarado lanzó su candidatura a mediados de diciembre pasado por la agrupación Generación U. Ella plantea “…la necesidad de cambios profundos en la estructura de la Usac para combatir la corrupción interna, producto de la presencia de grupos de poder que tienen cierta influencia en la toma de decisiones” (Diario La Hora 13/13/2013).
Proponemos a la comunidad universitaria discutir el problema de este sistema electoral excluyente mediante la realización de foros, mítines, talleres y actividades culturales, con la presencia de los dos candidatos que se postulan, invitando a estudiantes, profesores y trabajadores a que se pronuncie sobre este tema.
Los estudiantes, trabajadores y profesores progresistas debemos unirnos en una gran campaña por la democratización del sistema electoral universitario, denunciando su carácter excluyente y discriminatorio. Debemos exigir el voto directo, la inclusión de las escuelas y centros regionales, el voto de los profesores no titulares y el voto de los trabajadores administrativos y de servicio. Este debe ser un aspecto fundamental del proceso de reforma universitaria.