Los trabajadores estamos sufriendo los estragos de la crisis capitalista

 

Por Leonardo Ixim

El pasado 26 de diciembre el ministro de Trabajo, Carlos Contreras, en representación del presidente, anunció el irrisorio reajuste al salario mínimo para el año 2014 de tan solo un 5 %, mediante Acuerdo Gubernativo 537-2013.

Dicho aumento se da después de que las comisiones sectoriales (industria, agricultura, servicios, etc.) con representación paritaria -empresarios, trabajadores- dieran su dictamen a la Comisión Nacional del Salario de carácter tripartito -trabajadores, empresarios y gobierno-, la cual que resolvió ese mínimo reajuste. Allí los dos representantes de los trabajadores, autonombrados y sin ninguna legitimidad en el seno de la clase proletaria, aceptaron tal reajuste.

En los últimos años, al perderse las instancias unitarias de la clase trabajadora, junto a la poca representatividad de los sindicatos, federaciones y centrales, la clase obrera ha perdido su capacidad de actuar conjuntamente en tan delicados espacios de decisión sobre el salario mínimo. Esta situación es en parte debida a las políticas anti-laborales de los empresarios y el gobierno, así como al irrespeto al derecho a la libre sindicalización, las amenazas y asesinatos de sindicalistas, junto a la corrupción de muchos de estos líderes sindicales.

El nuevo salario mínimo

Este reajuste del 5 % tanto para actividades agrícolas como no agrícolas, resultó en un salario mínimo de Q 2,280.34 mensuales (alrededor de $ 285.00), mientras que para actividades de exportación y maquileras fue de Q 2 096,06 (cerca de $ 262.00) además de una insignificante bonificación para todas las actividades de Q 250.00. Resulta paradójico también que se mantenga la diferenciación entre actividades, como si no todas y todos los trabajadores tienen las mismas necesidades; si antes era entre actividades agrícolas y no agrícolas, desde el gobierno pasado, muy cercano a la industria maquilera, se diferenció supuestamente “para mejorar la productividad”, esta actividad que junto a las exportadoras, representa una buena parte de la estructura productiva.

Mientras que la propuesta del sector sindical era de un 30 % de aumento, algo que ni siquiera alcanzaba la Canasta Básica Vital, los empresarios buscaban un ajuste del solo 3.3 %, una verdadera burla a la clase obrera. Los voraces capitalistas, por su parte todavía le reprochan al presidente haber resuelto de tal forma este irrisorio ajuste; Pérez Molina a su vez aduce que fue el resultado de la aplicación de la fórmula sugerida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que dio como resultado el 4.5 %, y cínicamente mencionó que prefirieron aumentarle medio punto porcentual. Dicha fórmula supuestamente no pone en riesgo el crecimiento económico, lo que en otras palabras implica no poner en riesgo la acumulación de ganancias de parte de los empresarios a costa de los y las trabajadores. Además aparentemente toma en cuenta la inflación acumulada anualmente, reflejada en el constante aumento de precios de productos básicos y en el costo de servicios como electricidad y agua.

La “fórmula técnica” defendida por la burguesía

José Pinzón, de la Central General de Trabajadores de Guatemala (CGTG) con mucha razón se refiere a que tal fórmula construida desde la tecnocracia de la OIT no responde al costo de la canasta básica, pues tales mínimos ajustes salariales se terminan disipando en la constante espiral inflacionaria.

Por su parte instancias como el Banco de Guatemala o el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), que dan dictámenes técnicos sobre los acuerdos en la Comisión del Salario Mínimo, en los últimos años han expresado puntos de vista marcados por planteamientos neoliberales, interesados en no aumentar los costos a los empresarios, es decir no aumentar los salarios. Es en este caso donde vemos que lo técnico nunca esta separado de cuestiones ideológicas que en última instancia son visiones de clase, en este caso de la burguesía.

Solo pondremos un ejemplo en lo que se refiere a reducción de costos a expensas de los trabajadores. Lo tenemos en el IGSS, pues cuando una trabajadora o trabajador está enfermo y asiste a esta institución, ahí lo mandan a recibir cita días después y esta institución no obliga al patrón a suspender si el caso lo amerita.

Salario mínimo o pago por producción

Los empresarios por su parte, buscan que se pague “por productividad”, es decir una forma a destajo o por producto, forma usual en sectores como el transporte o el comercio, que viene a vulnerar aun más los derechos básicos del trabajador. Algunos voceros neoliberales criminalmente responsabilizan a la existencia de un salario mínimo de los altos nivel de pobreza y la baja productividad. En algunas empresas, sobre todo plantaciones y pequeños negocios, ni siquiera se paga el salario mínimo; en el primer caso, centrales como Unsitragua mantienen una lucha constante para que los finqueros si cumplan.

Sin embargo la baja productividad está relacionada con la falta de inversión y tecnificación de las empresas, situación que es responsabilidad del burgués. De igual forma influyen factores como el costo de la energía eléctrica entre otros costos externos. Pero también se debe a otras causas relacionadas, al bajo costo de la fuerza de trabajo, reflejando en los salarios de hambre, la falta de capacitación de ésta, producto del poco acceso a servicios básicos como salud y educación y la nula existencia de seguridad e higiene laboral.

En todo este panorama es evidente la falta de regulación de parte del Ministerio de Trabajo, que junto a la violación de los derechos sindicales ha implicado que Guatemala tenga una denuncia ante la OIT y otra en el marco del tratado de libre comercio con EU, pues existe una normativa de cumplimiento de derechos laborales en el marco de ese tratado que implicaría multas a pagar a tal potencia. Mientras que en el primer caso se está a la espera que una comisión de la OIT venga a observar la situación de los derechos laborales para un posterior dictamen.

Entonces, mientras la burguesía pide que se reduzca el salario mínimo y en algunos casos hasta que desaparezca, este ínfimo aumento salarial se terminará diluyendo en la escalada inflacionaria que macroeconómicamente es considerada aceptable, en términos de la estabilidad financiera del país, pero para la clase proletaria en general es un sacrificio que los empresarios, sobre todo los grandes, nos descargan sobre la espalda con la complicidad de estos gobiernos.

Así la Canasta Básica Alimentaria se encuentra en Q 2,896.50 mientras que la Canasta Básica Vital (CNV) en Q 5,285.58 que incluye además de alimentos, vestuario, vivienda, mobiliario, salud, educación transporte, comunicaciones, recreación, cultura, etc. Según las ultimas mediciones del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) la inflación hasta el mes de noviembre se sitúa en un 4.63 %. Además entre los productos que hasta noviembre de este año han tenido mayores aumentos ha sido el güisqui, huevos y pollo, por su parte la población nuevamente se muestra molesta según reporta un periódico en nueva alza del gas propano de casi treinta Quetzales, este fenómeno alcista se viene dando desde inicios de este año en los tambos de gas tanto de 25, 35 y 100 libras.

Hasta el momento al igual que en el caso de los huevos y en otras ocasiones con la carne, el gobierno prometió controlar los precios y garantizar la producción, pero nuevamente no se hace nada por la población. En el caso del gas propano este producto es básico en muchos hogares pues es la fuente más común para cocinar en las áreas urbanas.

Si tomamos en cuenta los altos índices de desnutrición infantil crónica, de mortalidad materno-infantil de la región, sobre todo en área rurales, dándose fenómenos de hambrunas focalizadas, donde 8 de cada 10 guatemaltecos sufren algún tipo de carencia según cifras del INE y del Banco Mundial, con una tasa de desempleo relativamente baja pero con altos grados de precariedad e informalidad para con la población en edad de trabajar, es decir en todos los sectores productivos lo común es el trabajo en negro, si tomamos en cuenta todo ello, un mísero aumento al salario mínimo que no siempre se cumple, es otro factor mas para aumentar la vulnerabilidad en lo que se refiere a derechos básicos como la alimentación y otros.

En Guatemala por tanto lo común es que se viole desde el Código de Trabajo sobre todo los artículos 103, el articulo 101 de la Constitución Política de la República de Guatemala, los artículos 23 punto 2 y 24 sobre derechos sociales de la Declaración Internacional de los Derechos Humanos; es decir las mismas leyes que son producto de las luchas populares a nivel mundial y que los ordenamientos jurídicos burgueses retoman.

Por tanto como Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) consideramos urgente que los sindicatos discutan con sus bases la necesidad de exigir nuevos ajustes bajo la consigna de escala móvil de salarios acorde al costo de la CBV, la firmas de pactos colectivos sobre todo en la empresa privada y la renovación constantes de sus representantes tanto en sus directivas como en estas instancias de discusión tripartita. De igual forma junto otros organismos populares, se debe implementar la fiscalización de los precios de productos y servicios básicos, así como la exigencia para que los precios no aumenten.

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