Por Francisco Palacios y Ernesto Fuertes

El domingo 29 de Mayo, el economista Luis Paulino Vargas, miembro del Frente Amplio (FA), publicó en su página oficial y pública de Facebook un extenso comentario sobre la situación actual del FA. Saludamos muchas de sus posiciones, y apoyamos muchas de ellas. Pero no queremos hacer otro artículo más sobre el FA, ni queremos escribir esto como una ‘querella’ o ‘polémica’ entre grupos y partidos políticos de izquierda: solo queremos señalar rápidamente un pequeño detalle sobre cierto discurso político que es muy difundido en Costa Rica. En concreto, queremos refutar algunas de las afirmaciones que hizo Vargas sobre la izquierda revolucionaria.

Luis Paulino Vargas afirma que las críticas a la dirección del FA son “divisionistas”, que “los malestares al interior del FA oscilan entre intentos divisionistas muy claros –en parte vinculados a esa versión extrema de la izquierda–”, y que “El ataque proveniente de la izquierda extrema se hace inevitable, al menos en el tanto el FA quiera ser el proyecto de una izquierda pluralista y por lo tanto dialógica. Esos son conceptos que causan grima en esa otra izquierda de los extremos.”, insinuando que el pluralismo y el intercambio dialógico no son propios de la izquierda revolucionaria. Por supuesto que este argumento no es creado ni por Vargas ni por el FA. De hecho, el economicismo de mucho de la izquierda revolucionaria costarricense, en efecto se ha ganado esa triste notoriedad.

Pero también hay ejemplos en germen de sus potencialidades para salir de esa situación, y de que, para todos los efectos prácticos y concretos, esa izquierda está de hecho ya contrarrestando esa tendencia. Mientras Vargas escribe su opinión (con todo el derecho de hacerla, insistimos en esto), en la realidad concreta de Costa Rica, existen tres grupos trotskistas y revolucionarios (nosotros en el PSOCA, el Partido Obrero Socialista y el Partido Revolucionario de las y los Trabajadores) trabajando en conjunto con organizaciones sociales de todos los tipos y colores, en una de las pocas instancias coordinadoras de unidad popular que existe en el país (nos referimos a Organización Popular Ya), instancia que el 1 de Mayo pasado fue la única de todo el movimiento popular costarricense en hacer un llamado a la unidad de todas las convocatorias de esa fecha, y que junto con Bussco y Patria Justa, fue la única otra instancia de coordinación que convocó en unidad de acción.

Y estos grupos de izquierda revolucionaria, además de otros grupos revolucionarios y anti-capitalistas (Partido de los Trabajadores, el Nuevo Partido Socialista, Colectivo Subversión, etc), trabajan también en coordinación y unidad de acción diversas problemáticas como la de los campesinos de finca La Luisa, la solidaridad con los campesinos de Chánguena en el sur del país, coordinadoras de diversidad sexual, interinos o sobre el presupuesto universitario, etc, en unión con activistas y grupos de los más variados tipos (¡incluyendo frenteamplistas!).

Lo más cínico y siniestro de todo de este discurso, es que el 17 de Febrero de este año, el presidente del FA Rodolfo Ulloa, apareció en La Nación atacando precisamente a esa instancia de unidad de acción que es OPY, y atacando a esa izquierda trotskista o revolucionaria por ser sectaria, divisionista y destructiva, más o menos en los mismos términos que las afirmaciones de Luis Paulino Vargas y tantos otros. Ambos plantean que lo mejor es ‘no darles espacio’ o ‘ignorarlos’, en una versión un poco bizarra de pensamiento dialógico.

Como escribimos hace algunas semanas: “el peor escenario [para el movimiento popular] es la fragmentación o desaparición del FA, un retroceso en la posibilidad de derrotar y contrarrestar el (neo)liberalismo. Por lo tanto, el que el FA mantenga su unidad como organización reformista progresiva sería el mejor escenario para las organizaciones y sectores del movimiento popular, porque de su seno surgirán inevitablemente corrientes de izquierda más radicales. Su fragmentación en manos de los colaboracionistas significaría un paso atrás.” (…) “Es necesario que el FA vuelva a reivindicar la defensa de su propio programa de reformas. No queremos destruir, fragmentar o “reventar” al FA: ¡son sus dirigentes y representantes parlamentarios quienes lo están haciendo!” Esta perspectiva, creemos nosotros, es la que se confirma claramente en los comentarios del propio Vargas.

Creemos entonces que es hora de cuestionar este mito, y la estigmatización de la izquierda revolucionaria. Ponemos en duda si este famoso discurso tan conocido en nuestro país realmente pinta el panorama concreto y general de lo que está pasando en el país. ¿Atacar una instancia de unidad popular desde La Nación no es sectario y divisionista? ¿Y en nombre de la ‘unidad’? ¿Atacar un movimiento que, como vimos antes, realiza prácticamente todo su trabajo político en unidad de acción, no es sectario y divisionista? ¿Y en nombre del anti-sectarismo? ¿En interés de quién se desarrolla la unidad o el divisionismo en el pueblo costarricense? ¿Quién apoya y promueve en la sociedad costarricense instancias de unidad en el movimiento popular, y quien ataca de manera divisionista la posibilidad de esa unidad? Como dijimos, esto no es una simple querella: ¡es en el mayor interés del movimiento popular y del pueblo costarricense que se dé cuenta de quienes defienden sus necesidades y sus derechos!

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