Por Ernesto Fuertes
Los últimos resultados de las elecciones municipales y el apoyo de diputados del Frente Amplio (FA), para la elección del infame represor Celso Gamboa como nuevo magistrado de la Sala III del Tribunal Supremo de Justicia, han provocado una agudización de las contradicciones a lo interno de esta organización. En nuestras reflexiones advertíamos: 1) la posibilidad de un retroceso en la hegemonía que tiene el FA entre sectores progresivos debido a su política conciliadora con el gobierno de Luis Guillermo Solís, y 2) la agudización de la contradicción entre las bases progresivas de ese partido y su dirigencia/diputados parlamentarios, respetuosos del orden burgués.
Retroceso electoral, aviva las críticas a lo interno del FA
Estos escenarios se están confirmando actualmente: tanto en el retroceso electoral que sufrió el FA en las pasadas elecciones municipales, como en la actual conmoción que se vive a lo interno y afuera del FA (es decir, no solo entre sus militantes, sino también entre los sectores simpatizantes y seguidores del FA a lo largo y ancho del país).
Nosotros no podemos ordenarles a los militantes del FA qué hacer o no, pero en la medida de que el FA dice representar los intereses progresivos no solo de sus militantes, sino del pueblo costarricense, y en la medida que hasta el momento el FA representa la posibilidad real más cercana de poder revertir las contrareformas (neo)liberales en Costa Rica, entonces tenemos la obligación de posicionarnos.
Arremetida contra la izquierda
Los dirigentes del FA declaran a los medios de prensa que con esta elección de Gamboa, sus diputados “No trasgredieron ningún principio básico del Frente Amplio”, mientras en la realidad sus simpatizantes y militantes están tan indignados que abandonan públicamente su propio partido. El diputado Francisco Camacho dice que quienes estén en contra de la elección de Celso Gamboa son ‘enemigos del FA’, cuando en realidad son los diputados Francisco Camacho y Gerardo, Vargas (jefe de la fracción parlameentaria) y los propios dirigentes del FA quienes provocan la disgregación y la fragmentación de su organización.
¿Por qué la salida de diputados pro-represores significa ‘separar’ o ‘desunir’ el partido, pero el que sus militantes y simpatizantes de base salgan de su organización no se considera ya una fragmentación y una separación del partido provocada por este voto y por la defensa de sus dirigentes? ¿Por qué cuando se vota por políticas liberales o por represores ahí los miembros del FA “no son borregos” (como dice José María Villalta), pero cuando se hacen críticas progresivas al partido se les considera puristas o ‘enemigos’?
Ataques contra Ligia Fallas y organizaciones trotskistas
La reacción de la dirigencia del FA contra las críticas de su ala izquierda no se ha hecho esperar: el secretario general del FA, Rodolfo Ulloa, en una entrevista al diario La Nación, lanzó ataques directos contra el ala izquierda de su propio partido, y contra una instancia de unidad de acción llamada Organización Popular Ya (OPY), en la que participan organizaciones trotskistas como el Partido Revolucionario de las y los Trabajadores (PRT) y el Partido Obrero Socialista (POS), entre otros activistas, etc.
Aunque no parece tener relación con el caso de Gamboa o del resto de posiciones que ahora defiende la cúpula del FA, creemos que se relacionan perfectamente: mientras el padre Gerardo Vargas se disculpa por apoyar a un represor y la dirección le otorga su “perdón”, la diputada Ligia Fallas es atacada virulentamente por criticar las políticas que defiende la cúpula del FA. ¡Queda claro que el Frente Amplio es solo ‘amplio’ para conciliar con el (neo)liberalismo, pero no para impulsar el movimiento popular!
¿Cómo podría el FA participar en una simple coordinadora de unidad, si entre sus condiciones está la expulsión de organizaciones trotskistas? Se trata no solo de un ataque personal contra la diputada Fallas, ni es solo un ataque contra la unidad de organizaciones reformistas y trotskistas, sino algo mucho más serio: 1) es un ataque frontal contra la unidad de los sectores populares; 2) es un ataque similar a una purga sectaria (jactándose de no ser sectarios, ¡están haciendo precisamente lo mismo que el ultra-izquierdismo del que tanto hablan y critican!), y 3) es un abandono de su programa progresivo y en defensa del (neo)liberalismo que ahora su fracción legislativa se encarga día con día de hacer avanzar en el parlamento.
El objetivo central: destruir la OPY
OPY es una de las pocas instancias de coordinación que unifica distintos sectores del movimiento popular costarricense. Tal y como lo decíamos acerca de la coordinadora de Solidaridad con Hacienda La Luisa, representa el germen de la salida del economicismo y el sectarismo en el movimiento popular costarricense. ¡Celebramos la existencia de OPY, y ojalá existieran más instancias de coordinación que unifiquen al movimiento popular! El que la dirigencia del FA se lance a atacar una instancia de este tipo, solo quiere decir que se declaran abiertamente en contra de la unidad del pueblo, y a favor de su fragmentación sectaria. Dicen que los ‘enemigos del FA’ quieren ‘fragmentar’, ‘desunir’ o ‘separar’ su organización, ¡pero son ellos quienes están al borde de expulsar a Ligia Fallas por impulsar la unidad popular y progresiva!
Es hora de discutir el rumbo del FA
Para nosotros, los socialistas centroamericanos, existen dos escenarios posibles que tienen que ser encarados sin ningún temor a llamarlos por su nombre: el mejor escenario posible para el movimiento popular costarricense es que las bases del FA tomen las riendas de su propia organización en completa oposición a sus dirigentes (neo)liberales y pro-represores, manteniendo así lo más posible la unidad y la integridad de su organización.
El FA levanta una serie de reformas progresivas que tienen detrás de sí todavía a una gran mayoría de los sectores progresivos del país, y la transformación del FA en un partido colaboracionista con los gobiernos de turno, implicaría el retroceso de la posibilidad de revertir las contrareformas (neo)liberales en Costa Rica. El problema aquí no es que el FA sea reformistas (cosa que ya de por sí criticamos porque es insuficiente reformar el capitalismo), ¡es que el FA ni siquiera está impulsando ya políticas reformistas y moderadas, sino abiertamente pro-burguesas y colaboracionistas En cambio, el peor escenario es la fragmentación o desaparición del FA, un retroceso en la posibilidad de derrotar y contrarrestar el (neo)liberalismo. Por lo tanto, el que el FA mantenga su unidad como organización reformista progresiva sería el mejor escenario para las organizaciones y sectores del movimiento popular, porque de su seno surgirán inevitablemente corrientes de izquierda más radicales. Su fragmentación en manos de los colaboracionistas significaría un paso atrás.
Por esto calificamos de positiva la convocatoria de una asamblea nacional del FA, no para golpearse el pecho, sino para rectificar las posiciones (neo)liberales y colaboracionistas de sus dirigentes y representantes parlamentarios. Es necesario que el FA vuelva a reivindicar la defensa de su propio programa de reformas. No queremos destruir, fragmentar o “reventar” al FA: ¡son sus dirigentes y representantes parlamentarios quienes lo están haciendo! El FA debe mantener su unidad, pero alrededor de la defensa de su programa de reformas progresivas, y no de acuerdo a conciliaciones y puntos intermedios que hacen avanzar la agenda (neo)liberal en el país. Nos declaramos en contra de dar ‘apoyo crítico’ alguno a ningún candidato ni organización del FA mientras las bases no logren tomar en sus manos las riendas de su propia organización. Y del mismo modo: invitamos a todos los exmiembros y miembros actuales del FA a realizar trabajo político conjunto con nuestra organización a través de instancias abiertas en apoyo del programa transicional o de reformas que su propia organización y dirigencia está abandonando y tirando por la borda.
Ahora o nunca
Si este no es el momento para defender el programa reformista del FA, no existirá después momento alguno: esta es la hora crucial que tienen las bases del FA para convocar a una asamblea, antes de que sus propios miembros progresivos abandonen sus filas y el partido se fragmente en los hechos. Les advertimos a los propios militantes del FA: van a decir que ustedes quieren dividir el partido, o que son ‘enemigos’, como lo dice ya el propio Gerardo Camacho, pero en realidad la más férrea crítica contra la dirigencia es lo único que puede mantener la integridad del FA.