Por Orson Mojica
Los resultados de las elecciones generales del pasado 2 de Febrero representan un tsunami político en Costa Rica. Las encuestas pronosticaban una segunda vuelta entre el gobernante Partido Liberación Nacional (PLN) y el Frente Amplio (FA), un partido reformista de izquierda, pero al final los resultado fueron diferentes: Luis Guillermo Solís, candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC) quedó en un primer lugar con el 31% de los votos, en el segundo lugar quedó Johnny Araya, candidato del PLN, con el 29,6% de los votos , y en el tercer lugar quedó José Maria Villalta, candidato del partido Frente Amplio con un 17% de los votos. Al no obtener el 40% de los votos ninguno de los candidatos, se realizará una segunda vuelta electoral el próximo 6 de abril.
¿Qué pasó?
Las encuestas reflejaron parcialmente la realidad. El crecimiento del FA obedeció a un fenómeno por medio del cual las masas, duramente golpeadas por la crisis, rompen políticamente con los partidos patronales tradicionales. Este fenómeno es altamente progresivo, sobre todo en un país de tradiciones muy conservadoras, como Costa Rica.
Ante el inusitado crecimiento del FA en las encuestas, la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada (UCCAEP), el estado mayor de la burguesía, sonó las alarmas e inició una “campaña de miedo” con un claro objetivo: evitar que la voluble clase media, especialmente del Valle Central o Gran Área Metropolitana (GAM), permitiera que el FA quedase en segundo lugar durante la primera vuelta.
Igual que el memorando de Kevin Casas, durante la pelea por referéndum sobre la ratificación del CAFTA en el año 2007, la campaña del miedo cumplió sus metas principales: restó votos al FA, que bajó del 23% de intención de votos a un real 17%, sacándolo del juego electoral ante una casi segura segunda vuelta. Sin lugar a dudas, la campaña del miedo le restó votos al FA, pero no anuló el fenómeno político electoral que éste representó en las pasadas elecciones, sobre todo en sectores de trabajadores y clase media baja.
Paralelamente, se produjo otro fenómeno político: ante el temor de que el FA pasase a disputar el gobierno en una segunda vuelta, bajo la influencia del desgaste del PLN, un importante sector de su electorado tradicional, especialmente de la clase media, giró asustado hacia el PAC, el hermano bastardo del PLN, permitiendo la resurrección política de aquel, que venía de sufrir una grave erosión. Entonces, el crecimiento electoral del PAC es producto de la combinación de estos dos fenómenos políticos, lo que vuelve muy inestable las bases sociales de un posible gobierno del PAC.
El vacío de un Frente de izquierda lo terminó ocupando el FA
En Costa Rica existen seis grupos o partidos que se reclaman del trotskismo, pero solo dos lograron inscripción electoral: El Partido de los Trabajadores (PT) logró el registro a escala nacional, y el Nuevo Partido Socialista (NPS) solamente a escala provincial en Heredia.
En agosto del 2013, cinco meses antes de las elecciones, planteamos la urgente necesidad de que se realizara un frente electoral de izquierda, a partir de esa enorme conquista que representaba el registro del PT a escala nacional. En esa oportunidad dijimos lo siguiente: “El 1 de agosto venció el plazo para la constitución de alianzas electorales. Pero no todo está perdido. Es posible todavía impulsar una unidad electoral a partir del registro nacional del PT, pero sin imposiciones burocráticas. Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a la realización de una Conferencia Nacional Abierta de todos los luchadores, que incluya a los más prestigiados dirigentes sindicales, cuyo boleto de entrada sea el respaldo verificable de sus bases. En esta Conferencia Nacional deben participar todos los sectores sindicales o del movimiento campesino y popular, partidos o grupos de izquierda, especialmente aquellos que se reclaman del trotskismo, para escoger democráticamente al candidato presidencial y candidatos a diputados. Lo más conveniente es que Héctor Monestel deponga su candidatura, para iniciar la discusión y elección democrática del candidato más idóneo. Este proceso debe ser extensivo para los otros tipos de elección”. (El Socialista Centroamericano No 161).
Nuestro llamado unitario cayó en costal roto. La actitud del PT fue de canibalismo sobre los otros grupos, imponiendo su hegemonía a cualquier costo, desechando activistas y aliados vitales en cualquier campaña electoral. Los principales candidatos a diputados del PT no eran dirigentes sindicales representativos, sino sus propios afiliados que con heroísmo militante han conquistado puestos sindicales, salvo el caso del compañero Freddy Rodríguez, que no era militante del PT y que representaba a un importante sector social como es el sindicato de pescadores de Puntarenas (su votación de 6,71% de los votos no es una casualidad, confirma nuestro análisis y nuestra critica).
Las masas trabajadoras no esperaron a que los grupos trotskistas saldaran sus discrepancias. Cuando los revolucionarios no tienen la capacidad de prever los acontecimientos, otras fuerzas ocupan el vacío. Parte del fortalecimiento electoral del FA se debe a que la izquierda trotskista fue incapaz de superar sus diferencias para dar paso a un frente electoral, desde la base de los sindicatos, que podía constituirse si el PT abría sus listas a los principales dirigentes de la clase trabajadora.
Repuesta sectaria ante el fenómeno progresivo del FA
Tanto el PT como el NPS reaccionaron sectaria y equivocadamente ante el fenómeno electoral progresivo alrededor del FA.
En una Declaración con fecha 20 de Enero del 2013, el NPS caracterizó que “(….) el carácter de la votación de Villalta es políticamente confuso, reflejando así el límite “anti neoliberal (…) El voto a Villalta expresa una cierta aspiración al regreso del nivel de vida de Costa Rica de los 60 y 70, por parte de capas medias y de sectores más populares (e incluso obreros) (…) su candidatura ( representa) un muy marcado carácter conciliador y conservador, al punto que Villalta ni siquiera ha apoyado el aborto y hace un esfuerzo permanente para parecer un candidato confiable a la burguesía (…) desde el NPS señalamos claramente que con Villalta el dominio burgués no se detendrá, sino que probablemente se hará insostenible, ya que Villalta quiere hacer sostenible aquello que se deteriora rápidamente: el Estado burgués costarricense (…) Por estos motivos no podemos acompañar la campaña de Villalta, porque nos parece que su perspectiva tímidamente reformista…”.
La conclusión del NPS fue llamar a votar críticamente por Héctor Monestel, candidato presidencial del PT, y lógicamente llamó a votar por sus candidatos a diputados en la provincia de Heredia.
Por su parte el PT caracterizó que existe un progresivo giro de un amplio sector del electorado que no quiere ver un nuevo gobierno del PLN. Sin embargo, esta ruptura (que es altamente progresiva) tiende a quedarse a medias (…) Consideramos que el Frente Amplio ha dejado de ser un partido independiente de las cámaras empresariales y gobernaría para mantener vigente todo el modelo impuesto por el TLC con Estados Unidos y la dictadura empresarial en el sector privado que impide la libre organización de los trabajadores (reconocemos que el FA es) una organización independiente de las cámaras empresariales y que eran la única organización política nacional (excepto el PT), que no tenía empresarios dentro de su partido. (...) Es muy evidente que Villalta y la dirección del Frente Amplio, tiene un pacto político por defender los pilares del modelo que se impuso en los últimos 30 años desde los PAES (…) Desde el PT estamos convencidos que este programa del FA obedece a un acuerdo con la oligarquía y el imperialismo para verse confiable y que le permitan ser gobierno” (Socialismo Hoy No. 60, Enero 2014).
En sus publicaciones y en la página web del PT podemos encontrar miles de citas parecidas, que no podemos reproducir por motivos de falta de espacio. El eje de la campaña electoral del PT fue la autoproclamación como un partido clasista, el ataque contra el programa reformista del FA, descuidando que el eje central siempre tiene que ser contra el gobierno de turno.
Programa versus dinámica de las masas
La participación del NPS y del PT en las pasadas elecciones, reviven un viejo debate sobre el método del Programa de Transición, elaborado por León Trotsky antes de su asesinato, y que constituye la base metodológica de las organizaciones que se reclaman del trotskismo.
Como se puede apreciar, a pesar de las diferencias, tanto el NPS como el PT, coincidieron en criticar el programa reformista del FA, lo cual es correcto, pero le dieron la espalda al fenómeno altamente progresivo que se nucleaba alrededor de la candidatura de Villalta. Priorizaron la pureza del programa socialista en abstracto por encima de la dinámica de las masas.
El programa socialista, aunque deviene de la realidad objetiva, en sí mismo no es revolucionario, si no prende en la conciencia de las masas, si éstas no lo hacen suyo. Tiene que existir una relación entre el programa socialista y las masas. Tanto el NPS como el PT no emplazaron a Villalta y al FA a retomar tales o cuales puntos del programa socialista que decían defender, sino que el eje fue la denuncia de la candidatura del propio Villalta, convirtiéndose objetivamente en el ala izquierda de la campaña del miedo.
Una política y un método diferentes
Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), cuya sección costarricense ha comenzado a construirse, planteamos una política y un método diferente: llamamos a votar críticamente por los candidatos del FA, por considerar que reflejaban una altamente progresiva dinámica de ruptura de las masas con los partidos patronales, pero criticando el programa reformista. Los desastrosos resultados del NPS en Heredia, que obtuvo solamente 256 votos, y los bajísimos porcentajes de votación obtenidos por el PT a nivel nacional (0.25% para la presidencia y 0.63% para diputados), fueron productos de una política electoral sectaria y autoproclamatoria.
Es hora de discutir un balance sobre la pasada campaña electoral, entre los grupos de izquierda en Costa Rica, y al mismo tiempo cerrar filas en el llamado a votar nulo en la segunda vuelta electoral.