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Por Enrique Villalobos Ulate

El conflicto fronterizo con Nicaragua, por el control y navegación sobre el rio San Juan, está siendo hábilmente utilizado por el gobierno de Laura Chinchilla para lograr reconstruir una de las instituciones abolida con la revolución de 1948: el Ejército. Es cierto que desde que Pepe Figueres abolió el ejército, Costa Rica no tiene un ejército regular como los otros países de Centroamérica, pero si tiene una fuerza policial que juega el mismo papel de un ejército.

Fortaleciendo la Guardia Civil

En su discurso de toma de posesión como presidenta de Costa Rica, dijo que “Trabajaremos en equipo por una Costa Rica más segura y más tranquila, con mayor y mejor presencia policial”. Y es que la reconstrucción del ejército será producto de una seria de fases o etapas que pasan todas por el fortalecimiento y agrandamiento de la Guardia Civil, o por la creación de cuerpos especializados de esta.

La Guardia Civil de Costa Rica juega ese doble papel de represora de los trabajadores a lo interno y de guardiana de las fronteras nacionales hacia afuera. En la actual crisis con el gobierno de Nicaragua se ha visto tropas de la Guardia Civil con un alto grado de capacidad militar y en zafarrancho de combate. El problema es que la burguesía costarricense no se conforma con esta situación y ha aprovechado la coyuntura para avanzar un paso más en la perspectiva de reconstruir su ejército, disuelto en el año 1948. Hasta el momento ha sido el nivel de conciencia democrático de las masas costarricenses lo que ha impedido la reconstrucción del ejército.

No obstante, el gobierno de Laura Chinchilla parece tener una misión especial que cumplir. Desde su campaña electoral, la candidata Chinchilla colocó el tema de la seguridad como uno de los ejes de su futura administración. Chinchilla tiene un largo currículo en materia de seguridad: fue viceministra y ministra  de Seguridad Pública, miembro de comisiones especiales  sobre inteligencia y lucha contra el narcotráfico. Tiene el perfil indicado para cumplir ese magna tarea de fortalecer la capacidad militar de Costa Rica. Y ha dado pasos agigantados en este tema, manipulando la queja de la ciudadanía que siente que los índices de criminalidad han aumentado en un país tradicionalmente pacifico.

El Partido  Socialista Centroamericano (PSOCA) ha sido la única fuerza política que ha denunciado el convenio de asesoramiento, entrenamiento y fortalecimiento de la Guardia Civil, por parte de la policía colombiana, que fue firmado por Laura Chinchilla en Cartagena, Colombia.

Creando nuevos cuerpos policiales

Con el pretexto de la supuesta invasión nicaragüense en isla Calero, el gobierno de Chinchilla acaba de anunciar la creación de la Policía de Fronteras y de un sistema de defensa con helipuertos incluidos. Esta unidad se inaugurará con 165 efectivos y comenzará a operar en el mes de Marzo en la frontera norte con Nicaragua, en la zona de Guanacaste, con el primer objetivo de detener la constante migración nicaragüense que viene a Costa Rica en búsqueda de trabajo, mientras foguean a sus tropas en el terreno.

Las declaraciones del canciller René Castro durante su estancia en Europa crearon una polémica en torno a la reconstrucción de las fuerzas armadas de Costa Rica. Castro dijo sin ambages: “Calculamos aproximadamente tres años necesarios para contar con los recursos suficientes y proceder a la creación de un cuerpo semejante (…) El ser pacifistas está en el alma costarricense, pero fuerzas externas nos están obligando a considerar posturas históricas nuestras (...) Tenemos que invertir seriamente; lo que implica recursos extrasustanciales. Hicimos un estudio de lo que invierte toda América Latina y en actividades similares invierte entre el 2% y el 4% del PIB en las fuerzas que hacen este tipo de tareas. Una gran cantidad de dinero. Es lo que nuestro país invierte en universidades públicas. Tendremos que hacer lo mismo para actualizar nuestras fuerzas y tener equipo moderno”. (La Nación, 14/01/2011)

Jose María Tijerino, ministro de seguridad, coincidió con las declaraciones de Castro. “No debemos confundir civilismo con indefensión. Y no debe verse como una provocación. Cada quien en su casa y Dios en la de todos. Eso es como debería ser. Nicaragua nos obliga a adquirir helicópteros y armas. Habrá que comprar municiones. Habríamos querido ahorrarnos esto, pero hay que considerarlo como una inversión. Habíamos sido muy confiados, pero se nos descompuso el vecindario”. (La Nación, 14/01/2011)

Ese mismo día, Laura Chinchilla reforzó la posición del canciller Castro: “Tal y como ha manifestado el señor Canciller, no podemos llevar nuestra tradición pacifista a un extremo tal que nos neguemos la necesidad de proteger nuestra soberanía e integridad territorial”. (La Nación, 14/01/2011).

El escándalo político, y la presión de la opinión pública que se resiste a la militarización de la sociedad, obligo a estos funcionarios a relativizar sus declaraciones, pero las intenciones están claras, muy claras: Costa Rica se prepara para reconstruir su ejército, y con ello retroceden las tradiciones democráticas. Los trabajadores debemos estar alertas porque esos fusiles serán utilizados en nuestra contra.

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