Por Sebastián Chavarría Domínguez

Mientras Rosario Murillo habla todos los días, en unas interminables letanías que solo los periodistas están obligados a escuchar, Daniel Ortega guarda silencio. El está reservado para los asuntos estratégicos. Por esta razón, sus discursos, largos, incoherentes y aburridos, deben ser espulgados con detenimiento, porque casi siempre suele filtrar en algunas frases o líneas, el mensaje codificado que quiere transmitir, especialmente a Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

El discurso del 11 de enero

Desde el aplastamiento del levantamiento popular espontaneo de abril del 2018, y de los dos fallidos intentos de Dialogo Nacional (mayo-junio del 2018 y marzo-abril del 2019) Daniel Ortega no volvió a referirse a negociaciones. Fue el periodo en que la administración Trump impuso sanciones a familiares y circulo de hierro alrededor del matrimonio Ortega-Murillo, pero que no lograron doblegarlos.

Fue hasta que asumió Joe Biden como nuevo presidente de Estados Unidos, que Ortega, en un discurso pronunciado el 11 de enero, dijo lo siguiente: “(…) Hacemos un llamado al gobierno de Estados Unidos y en este caso particular al nuevo presidente Biden a trabajar una política de respeto y entendimiento (…) entiendan que no aceptamos ser colonia de nadie, que nos dejen trabajar (…) Si Estados Unidos se volcara en esa dirección, cuanto respeto ganaría"

En ese mismo discurso, envió un mensaje al gran capital y a los grupos de oposición: “(…) Ahora se trata de ir trabajando para que después de las elecciones de este año, elecciones generales, se pueda instalar un gran acuerdo nacional, un gran diálogo nacional, ¿para qué? Para que lo que quedó aprobado en la Constitución vuelva a caminar, tomando en cuenta las nuevas circunstancias (…)”.

La repuesta de Biden

La respuesta de Estados Unidos no fue inmediata. La administración Biden parece estar concentrada en resolver los graves problemas internos: la crisis económica, la pandemia y la pelea contra el Trumpismo. No obstante, la repuesta de la administración Biden no se hizo esperar.

Sin utilizar el agresivo discurso Trump, ni amenazar con sanciones inmediatas, en una reciente entrevista, Juan Gonzalez, principal asesor de Biden en asuntos latinoamericanos, se refirió a las relaciones con Ortega: “(…) Nicaragua es de mucha preocupación. Las acciones del Gobierno de Daniel Ortega en contra de su propio pueblo, incluso usando francotiradores en contra de manifestantes pacíficos, son posibles crímenes de lesa humanidad. El gran problema que ha tenido Nicaragua, desde que regresó Ortega a la Presidencia en 2006, es que se han cambiado las reglas del juego para favorecer que se perpetúe en el poder. Estados Unidos defenderá que haya elecciones justas y transparentes, aunque lo que se ha visto es que el Gobierno de Ortega está ya de nuevo manipulando el sistema a su favor. Es algo que se ha ignorado demasiado. La administración previa se enfocó en Venezuela y Cuba, y casi se olvidó de Nicaragua. Es algo muy preocupante y sí será un foco de atención para esta administración”. (El Faro, 08/02/2021)

Ese mismo día, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, emitió una declaración que oficializaba las declaraciones de Gonzalez: “(…) Ortega está conduciendo a Nicaragua hacia la dictadura. Esto aislará aún más a su régimen de la comunidad global. La Administración de Biden está comprometida a apoyar al pueblo nicaragüense y su demanda de democracia. Estamos enfocados en empoderar a la sociedad civil y mejorar el respeto por los derechos humanos. Instamos al presidente a que cambie de rumbo ahora”, (08/02/2021).

El discurso del 21 de Febrero

Daniel Ortega reapareció en el escenario político, en el acto de conmemoración del 87 aniversario del asesinato del general Augusto Cesar Sandino. En su discurso, volvió a insistir en la negociación con Estados Unidos: “(….) Que no se olviden los europeos, que no se olviden los Estados Unidos que en este Planeta nadie sobra y por eso es importante encontrarse, dialogar, llegar a Acuerdos, hacer a un lado las actitudes hegemonistas”. (El 19, 22/02/2021)

Pero no hay que engañarse. Mientras Ortega clama por una negociación directa con Estados Unidos, continúa montando el aparataje legal e institucional para “ganar” las elecciones de noviembre, ofreciendo de antemano negociar el régimen político, pero después del resultado de las elecciones.

Por esta razón ha retrasado cualquier indicio de reforma electoral, mantiene altos niveles de represión sobre los opositores, y ruega a Dios todos los días que la administración Biden se endurezca para tener la justificación necesaria para, en medio del conflicto y las contradicciones con la comunidad internacional, mantener el actual sistema electoral, promover la abstención y ganar las elecciones de noviembre del 2021.

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