Por Justo Severo Izquierdo
Sin duda alguna que en estos últimos días el tema de la reelección presidencial ha generado una serie de reacciones a favor y otras en contra en el sector político hondureño. El tema de la reelección fue el trasfondo de la consulta popular que culminó con el golpe de estado del 2009, por su nivel controversial y por la intención de “Mel” en reformar los llamados artículos pétreos de la Carta Magna del 82, a través de la consulta popular en que se decidiría si se instalaba una “Cuarta Urna” en las elecciones generales para preguntar si se convocaba a una Asamblea Nacional Constituyente. Rafael L. Callejas (ex presidente 1990-1994) ha planteado la posibilidad de reformar la ley para que exista una reelección alterna, mientras otra ala del Partido Nacional propone la reelección continua. El Partido Liberal presentó esta semana un proyecto de Ley donde se plantea una segunda vuelta electoral. La jugada del Partido Liberal es evidente, en una segunda vuelta electoral la oposición (que es la gran mayoría) votaría en contra del Partido Nacional.
Lo que ayer era malo ahora parece ser bueno
En 1982 se redacta una nueva constitución mediante una Asamblea Nacional Constituyente, con el motivo de entregar el gobierno a los civiles e impedir que se siguieran dando los regímenes dictatoriales como el de Tiburcio Carías Andino, quien ejerció el poder durante 16 años, y el de las dictaduras abiertamente militares que tomaron el control del país durante décadas.
La constitución del 82 procuró evitar ese problema prohibiendo la reelección y creando un sistema bipartidista que ejerciera el poder con una mayoría simple, el que ganaba la mayoría de votos, ganaba la presidencia. Hoy en día el panorama es otro; la crisis que provocó el golpe de Estado en el 2009, también provocó la crisis en el bipartidismo. Las estructuras de poder de los dos grandes partidos tradicionales, no han visto con buenos ojos el aparecimiento de nuevas fuerzas emergentes y la caída de popularidad y desencantamiento de sus bases por sus malos gobiernos. Esto los ha llevado a preparar estrategias que los consoliden en el poder.
En Honduras la burguesía acomoda los regímenes políticos de acuerdo a las necesidades del momento. Una gran parte de esta burguesía –ligada a la banca y a los medios de comunicación- pretende beneficiar al actual presidente Juan Orlando Hernández, al montar una campaña mediatizada del eficaz combate al narcotráfico y a personas involucradas en casos de corrupción de la administración pública. El proyecto por este sector de la burguesía es convertir a JOH en un Bonaparte hondureño, al estilo de Daniel Ortega en Nicaragua. Juan Orlando Hernández en este momento controla todas las instituciones del Estado, incluyendo la policía y las Fuerzas Armadas. A cambio ha favorecido a los militares aumentándoles el presupuesto y regresándoles espacios -como administrar instituciones- que habían pasado a la administración civil. El otro interés es de carácter político: asegurar la continuidad del presidente y del Partido Nacional en el poder.
Mientras se fortalece a los militares y la policía, la oposición esconde la cabeza
La creación de nuevos cuerpos militares desempeñando funciones policiales ha acrecentado la violación a derechos humanos de los pobladores, principalmente de la oposición. El andamiaje para hacer ver al gobierno de JOH y militares como los que salvaron a Honduras del narcotráfico y la delincuencia común, está montado.
Contradictoriamente, ante los planes reeleccionistas de JOH, no hay oposición, y cuando se dan indicios de haberla, es desorganizada y anárquica. En realidad no existe una fuerza opositora de los partidos emergentes que le haga contrapeso a los planes continuistas del Partido Nacional a través de JOH. Al contrario, algunos diputados del PAC negociaron esta semana con el PN algunos puestos en la administración pública, lo que evidencia que estos partidos emergentes terminan sucumbiendo ante el pastel que otorga el partido en el poder.
A construir la oposición en las calles
Cualquier intento de oposición sin movilizar a las bases es una ilusión. Por eso, desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a todos los sindicatos, organizaciones sociales, populares, de campesinos, docentes, pueblo y organizaciones políticas a conformar un bloque común para que se movilice condenando la política neoliberal de Juan Orlando Hernández y sus acciones represivas en contra de los trabajadores. Solo esto detendrá su plan continuista.