Por: Magdalena de Paz       

Enero es un mes en el que se conmemoran algunas fechas importantes de la memoria histórica del pueblo salvadoreño, tenemos por ejemplo los Acuerdos de Paz, suscritos en 1992, y, la masacre de los pueblos originarios nahua-pipil de 1932, ambos de fechas 16 y 21 respectivamente. A propósito de ello en este artículo vamos a centrarnos en los Acuerdos de Paz, sobre los que el bukelismo ha lanzado la campaña de desprestigio aduciendo que estos fueron una farsa, apoyándose oportunamente con lo que en los hechos reviste de obviedad actualmente; el contubernio entre el FMLN y ARENA, sobre todo ahora que ya no son las principales fuerzas políticas del país. Por otro lado, se han suscitado algunas opiniones e incluso actividades en pro de conmemorar estos acuerdos porque fueron el final de la guerra civil, poniendo frenos a la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) en la vida política, y al montaje de una institucionalidad “democrática’’ en la posguerra.  

La paz como antípoda de la guerra    

A la retórica oficial le resulta oportuno y fácil de escarmentar ante la opinión pública (sobre la cual ejerce enorme influencia), los Acuerdos de Paz firmados en el castillo de Chapultepec, México, en aquel 16 de enero de 1992, ya que se enmarcan adecuadamente dentro del conjunto de mea culpas hacia FMLN y ARENA; aún tiene para exprimir el hartazgo popular que sobre esos partidos pesa por buena parte del electorado, eso le permite enlazar conjeturas en lo que respecta a los Acuerdos de Paz, porque resultaron beneficiados por una parte, la comandancia general del FMLN y por otra la dirigencia de ARENA cercana y respaldada por amplios sectores oligarcas.

No obstante, sostener esta versión es reducir la historia de la guerra civil al absurdo, lo cual dice que hubieron miles de engañados y dos protervas halas políticas, disímiles en sus formas pero afines en su maliciosa naturaleza, toda una tergiversación de los hechos históricos. Con esta falacia el bukelismo intenta negar toda autonomía de las masas obreras, campesinas y estudiantiles que iniciaron sus primeras escaramuzas en los años 60’s, alcanzando su máximo desarrollo en los años 70’s mediante la experiencia acumulada en organización, unidad, y acción directa. Por supuesto que lo sucedido más adelante en el FMLN, donde algunos dirigentes se aprovecharon de la composición orgánica de la guerrilla, para con base a traición y engaño, cambiar la estrategia político militar del Gobierno Democrático Revolucionario (GDR), por el de Gobierno de Amplia Participación (GAP) en el año 1983, luego sin verdaderos revolucionarios a la cabeza se les hizo posible subyugar a las y los combatientes.

De la conmemoración a lo que debe considerarse  

El domingo 14 pasado, ong’s, organizaciones de víctimas de guerra, familiares de las víctimas del régimen de excepción y representantes de partidos políticos marcharon para conmemorar los XXXII aniversario de los Acuerdos de Paz.      Resulta interesante cómo en el otro extremo la oposición si conmemora esta fecha histórica, al hacerlo lo coloca como el cenit de la guerra que duró doce años, acá también se deforma la participación activa de las masas en su lucha cuya esencia no fue otra que la toma del poder político, pero todo se reduce a que se debe defender la institucionalidad de la democracia burguesa suscrita con esos acuerdos.

La clase trabajadora y pueblo salvadoreño deben distanciarse de estas posturas, tanto el bukelismo como la oposición ocultan la importancia real que tienen no solo los Acuerdos de Paz, sino la experiencia colectiva que queda del periodo de ascenso revolucionario, de la guerra misma y del viraje que tuvo de luchar en armas por tomar el poder político a una guerra para lograr la paz.  Recordar esta fecha es para caer en cuenta de la capacidad que podemos lograr al organizarnos como clase en sí y para sí, de llevar a cabo y sostener una guerra frente al Estado salvadoreño, esto cobra sentido cuando estamos a las puertas de otra dictadura, a la cual en algún momento deberemos de enfrentar con las mismas tácticas, eso sí, retomando la estrategia por la toma del poder. 

La desmovilización de los sindicatos  

Los  Acuerdos de Paz  fueron Acuerdos políticos entre la otrora guerrilla del FMLN y ARENA  para poner fin a la guerra civil, pero no solucionaron las causas estructurales que lo habían generado, el tema económico y social fue el menos tratado y como consecuencia de dichos Acuerdos el movimiento social y los sindicatos fueron llevados a la desmovilización y al abandono de los métodos de lucha de la clase trabajadora.

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