Calderas del inframundo oligarca de las bestias

Desirée Suazo

Vivo con la atmósfera por debajo del suelo
Entre el corral de los lagartos de corbatas
Y cárceles místicas del siglo XXI con barrotes de antaño enraizados.
Con el respirar del vapor de las calderas,
Donde se vierte el deseo del poder
Y se margina el sol que emana del somonte…
Que trasnochado vislumbra con incierto los rayos libres.

Esta es la tierra de la plutocracia
Que a diario nos coloca la mascara democrática
Y deposita en píxides el pensamiento.

Así azotan los ventarrones del inframundo oligarca De las bestias, con palmadas y cruces de abismos
Que maquillan el mapa de su poder estratégico
Pero que ante la elucubración de los verdaderos patriotas yace desnudo.

Bestias conspiradoras que golpean la nación
Y desencadenan un retroceso ante el deseo ineludible de una nueva Honduras
y escondidos… ¡hierven con opio la democracia!
De esta forma se cristaliza la guerra de los demonios azules y bestias rojas del inframundo empresarial, por empoderarse y encontrar el Apocalipsis político de la historia.

Pero que ante la lucha del pueblo

Afeita tu cuello, Micheletti

Gregorio Echeverría

Una mañana de estas —no entre sombras— ha de llegar
el canto hasta tus ventanales / como de piches amarillos
entretejiendo sus ramillas y unas briznas de pasto / también
ha de trepar a tus balcones un perfume de pasifloras
y de nardos / guárdate de esos trinos y del aroma sospechoso
no vayas a manchar con tus manos la corona que acompaña
a los desterrados y a los muertos / no corras al espejo turbio
porque el espejo nada querrá saber de tus ojeras de cadalso
ni preguntes a tus esbirros por qué cantan los que cantan
que las bestias no entienden de pentagramas ni poemas
vístete como Dios manda para tus entenebrecidos funerales
el barón de Samedy anda suelto por las calles / atraganta
tus orejas con tapones de cera / sella con tu excremento
y tus orines los ojos que no supieron ver al campesino
y al obrero / atornilla tus labios y calcina tu lengua que no tuvo
palabras para el hambre / enjuaga tus calzones cagados
que los verdugos no vayan a decir que al llegarte la hora
tu cobardía pudo más que tu vergüenza / muérete como mueren
los bastardos / con dos arrobas de estiércol en las manos
unta tu cara y adoba tus entrañas / púdrete en el infierno.

Llanto con ira por un joven hondureño asesinado por apátridas

Rafael Mendoza, el Viejo

Herido en su cabeza
el joven hondureño va cargado
en brazos de sus mismos compatriotas.
Son brazos solidarios
tejido de una red que se prolonga
más allá de esa patria ensangrentada
hasta el austral confín desde el Caribe
que ya no aguanta más
que está diciendo ¡basta!
que se yergue por fin y se decide
a defender las razas de Amerindia.

Herido en la cabeza
el joven hondureño se desangra
va goteando al pasar sus pensamientos
en la huida que emprenden sus hermanos
con él en peso, raudos;
y riega su frescura mancillada
aquel tierno cerebro destrozado
por las malditas armas
de históricos canallas
de bestias sin vergüenza
de ambiciones que azuzan a los lobos
y nunca dan la cara de oligarcas.

Herido en la cabeza
el joven hondureño deja un rastro
de vida que se apaga
de nombres que expresó con dulce canto
de recuerdos amados y de ideas
que brillaron hasta hoy en su alegría.
Ese joven tan tierno.
Ese joven caído en este infierno.
Ese joven que llevan y va muerto.

Herido en la cabeza
el joven hondureño
baña la sacra tierra morazánica
y abona así la rabia
de los más bravos hijos de Lempira.
¡Que arde el honor dispuesto a la batalla!
¡Que no volverán más las torvas fieras
armadas a sangrar la democracia!
¡Qué Honduras se levanta!
¡Que ha de salir el sol que anuncia el Alba!

Canto de esperanzas para Honduras

Héctor Torres Toro

Honduras emerge del silencio y abre sus párpados,
se retuerce y pestañea en su andén horizontal,
despereza de su letargo y se levanta airoso
Honduras... tu corazón late en las entrañas de América
América está naciendo en el umbral de su historia.

En Tegucigalpa... a tiros se oscureció la madrugada
Le dispararon en plena boca a la cerradura
Venían con permiso de la noche y del imperio
Traían el amen de los halcones, la corte y las iglesias
Así armaban el cuento del congreso y el poder.

¡Allí, amparado en su conciencia dormía Manuel!
dormía como un niño, ¡sin saber quien le despertaría!
Los asaltantes escondían sus rostros de vergüenza
Llegaron con trajes de combate. Venían por el presidente.
Le dijeron ‘‘dulcemente’’, señor Ud. nos debe acompañar.

Marchaban todos juntos en recta formación, unos adelante
Otros después, los judas besando el letal metal de su fusil,
Los Pilatos traían las balas que Herodes mandó tirar.
Luego le ataron sus manos, le temían a sus puños de paz
Manuel de pie les dijo, ¡disparen! si la orden es disparar.

Bajaron la vista los cobardes, para despojarlo del poder
Así se desautoriza a un pueblo, una elección popular,
Mañana la mentira será el bálsamo de la herida.
la prepotencia, la droga del miedo y la pomada para el dolor
así en la turbulencia, se desviste una razón, ¡así nace un dictador!

¡Hombre americano! que no te amilane la atroz oscuridad
El sol radiante llama con sus rayos de luz a tu ventana
Alza tu bandera de verde esperanza al horizonte
Levántate y camina erguido, el futuro es de tu sangre.
Así se abre un surco de justicia a plena dignidad.

Levántate honduras y canta, alza tus brazos a la libertad
Y dignifica esta América que late en tu pecho fraterno
Eleva este mástil de corazones, ¡Que América está naciendo!
Y confiésale al cielo que tu alma esta plena de frutos estrellados
y de cantos, mientras tu sangre es un rió que viaja al porvenir.

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