Historia


Por Melchor Benavente

El 2 de marzo del 2019 se cumplieron cien años de la fundación de la III Internacional, o Internacional Comunista, el intento mas serio que ha existido para construir el partido mundial de la revolución socialista. Los socialistas centroamericanos debemos estudiar la historia y las enseñanzas que nos han dejado las internacionales obreras que han existido.

Uno de los grandes méritos teóricos de Carlos Marx y Federico Engels fue que descifraron el funcionamiento del modo de producción capitalista. Este era y sigue siendo un sistema mundial de intercambio de mercancías, que disuelve las fronteras de los Estados nacionales. Por ello, sacaron la conclusión política y organizativa de que los trabajadores debían construir una organización internacional, para luchar contra ese sistema capitalista que se extendía incontenible por todo el mundo.

I Internacional

Fue así que Marx y Engels, en conjunto con otras fuerzas revolucionarias y círculos obreros, impulsaron la creación de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) en 1864, conocida como I Internacional. A pesar de las crisis cíclicas, la segunda mitad del siglo XIX fue un periodo de ascenso y fulgor del capitalismo. La derrota de la Comuna de Paris en 1871 repercutió dentro de la AIT: los anarquistas encabezados por Mijail Bakunin (1814-1876) tomaron el control de la AIT pero ello no evitó su disolución formal en 1876. Fue una dura derrota política para los primeros grupos marxistas. Marx murió en 1883, en un periodo en que el capitalismo europeo comenzaba a transformase en imperialismo, un fenómeno que apenas comenzaba a estudiar.

II Internacional

Federico Engels publicó los 3 Tomos de El Capital pero su principal obra fue la de reagrupar a los primeros partidos obreros y socialistas en nueva organización. La II Internacional fue fundada en 1889, como una continuación de la obra inconclusa de la AIT. Engels murió en 1895, quedando Karl Kautsky (1854-1938) como su albacea teórico

El auge de la II Internacional se produjo en el climax de crecimiento económico del capitalismo, lo que les permitía a las burguesías de Europa hacer concesiones ante las huelgas y luchas de los trabajadores, amamantando una aristocracia obrera que tenía sindicatos y partidos políticos legales con una importante presencia en los parlamentos.

Fue en este contexto de inusual bienestar económico que se desarrollaron las primeras corrientes oportunistas y reformistas dentro del marxismo, que plantearon la necesidad de abandonar el postulado de la revolución social, ya que dentro del capitalismo los trabajadores podían no solo obtener conquistas materiales, sino llegar pacíficamente y por medio de los votos a la toma del poder. Estas fueron las causas materiales, objetivas, de la degeneración política de la II Internacional.

Durante los Congresos Socialistas Internacionales en 1907, 1910 y 1912 se emitieron sendas declaraciones sobre la proximidad de una guerra imperialista, y  se afirmó que si esta era  desatada, las clases trabajadoras y sus representantes parlamentarios socialdemócratas tenían el deber de "intervenir para su rápida terminación y esforzarse con todo" su poder para utilizar la crisis económica y política creada por la guerra para despertar a las masas y, por lo tanto, acelerar la caída del gobierno de la clase capitalista e iniciar la revolución socialista.

Pero cuando estalló la primera guerra mundial imperialista, cada partido socialdemócrata se ubico al lado de su propia burguesía, llamando a los trabajadores a defender la patria, en vez de llamar a la unidad de todos los trabajadores del mundo contra los campos burgueses enfrentados. Este giro oportunista de la mayoría de la dirigencia socialdemócrata representó la debacle de la II Internacional.

Las conferencias de Zinmerwald y Kienthal

Hubo corrientes revolucionarias que se opusieron a la degeneración de la II Internacional. En Alemania destacaron Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht; en Rusia estaban Lenin, Trotsky y Martov; en casi todos los países había oposición de izquierda, pero eran corrientes muy débiles. En septiembre de 1915, sorteando las dificultades creadas por la primera guerra mundial, esta izquierda revolucionaria se reunió en el pueblo de Zinmerwald, Suiza. Asistieron reunieron 38 delegaciones.

En esta primera Conferencia destacaron dos posiciones: algunos delegados querían reconstruir la II Internacional con los mismos dirigentes oportunistas y traidores, mientras otra, minoritaria, encabezada por Lenin y Trotsky planteaban le necesidad de fundar la III Internacional.  Al final, la Conferencia no tomó ninguna resolución sobre el tema, pero emitió una Declaración, redactada por León Trotsky, que llamaba a luchar contra el socialpatriotismo imperante.

El 14 de abril de 1916 se celebró la segunda Conferencia, en el Hotel Baren de la pequeña aldea de Kienthal, Suiza. Aunque la corriente de izquierda de Zinmerwald había crecido un poco, no logró su objetivo de crear una nueva Internacional.

El triunfo de la revolución rusa en 1917

El 8 de marzo de 1917 las obreras de San Petersburgo iniciaron una huelga que en pocos días se convirtió en una insurrección popular que puso fin al reinado de los zares de Rusia. De marzo a noviembre se produjeron una serie de acontecimientos que posibilitaron que el Partido Bolchevique, dirigido por Lenin y Trotsky, encabezara la toma del poder por parte de los trabajadores, superando el trauma histórico de la derrota sangrienta de la Comuna de Paris. Se instauró un gobierno de los trabajadores, por primera vez en la historia de la humanidad.

La fundación de la III Internacional

La I y II Internacionales fueron fundadas en un periodo en que el capitalismo estaba en expansión, quizá esta es la explicación de fondo de sus respectivos fracasos. Pero la situación fue diferente con la III Internacional, que fue fundada en el periodo posterior inmediato al triunfo de la revolución rusa, en medio de la carnicería de la primera guerra mundial, cuando exista una situación revolucionaria a nivel mundial. El Partido Bolchevique tomó el poder en noviembre de 1917, transformándose inmediatamente en Partido Comunista de Rusia (PCR), pero en Noviembre de 1918 estalló la revolución en Alemania. La revolución se extendía al corazón de Europa. Las condiciones tan esperadas se estaban produciendo.

Los bolcheviques habían sido parta activa de la izquierda de las Conferencias de Zinmerwald y Kienthal, pero una vez en el poder fueron consecuentes con su posición de crear una nueva Internacional.

En enero de 1919, el comité central del PCR, en conjunto con los recién formados partidos comunistas de Polonia, Hungría, Alemania, Austria y otros, lanzaron la convocatoria para fundar la III Internacional: “(…) Los partidos y organizaciones abajo firmantes consideran como una imperiosa necesidad la reunión del primer congreso  de  la  nueva  internacional  revolucionaria. Durante la  guerra  y la  revolución, se puso de  manifiesto no sólo la  total bancarrota  de los viejos partidos socialistas y socialdemócratas, y con ellos de la II Internacional, sino también  la  incapacidad para  la  acción  revolucionaria de  los  elementos  centristas  de  la vieja  socialdemocracia.  Al mismo tiempo, se perfilan claramente los contornos de una verdadera internacional revolucionaria (…)”.

Para 1919, Rusia se encontraba bloqueada, inmersa en la guerra civil. El Ejército Rojo comandado por León Trotsky libraba la pela militar contra 14 ejércitos imperialistas. Bajo esas duras condiciones, el primer Congreso de la Internacional Comunista, o III Internacional, se realizó en Moscú entre el 2 y el 6 de marzo de 1919; participaron 52 delegados, de 30 países: 34 con voz y voto y 18 con voz.

El triunfo de la revolución rusa parió un nuevo fenómeno: la democracia soviética, superior a la democracia burguesa. Uno de los principales documentos aprobados en ese primer Congreso fueron las tesis de Lenin sobre la democracia proletaria y la democracia burguesa. El ejemplo de los bolcheviques al encabezar la toma del poder eran las mejores credenciales de la nueva Internacional, que recibió rápidas adhesiones en todo el mundo. El postulado de Zinmerwald y Kienthal se convirtió rápidamente en una poderosa organización internacional.

Su lugar en la historia

En un breve artículo, escrito en abril de 1919, Lenin resumió brillantemente el rol de la III Internacional en la historia: “La I Internacional echó los cimientos de la lucha proletaria internacional por el socialismo. La II Internacional marcó la época de la preparación del terreno para una amplia extensión del movimiento entre las masas en una serie de países. La III Internacional ha recogido los frutos del trabajo de la II Internacional, ha amputado la parte corrompida, oportunista, socialchovinista, burguesa y pequeñoburguesa y ha comenzado a implantar la dictadura del proletariado. (…) La importancia histórica universal de la III Internacional, la Internacional Comunista, reside en que ha comenzado a llevar a la práctica la consigna más importante de Marx, la consigna que resume el desarrollo secular del socialismo y del movimiento obrero, la consigna expresada en este concepto: dictadura del proletariado (…)”

1917-1923: Una situación revolucionaria mundial, pero ….

Este periodo estuvo marcado por una situación revolucionaria mundial, caracterizada por la crisis de los principales imperialismos que habían salido debilitados por la primera guerra mundial, pero sobre todo por un poderoso ascenso de masas, que trataba de seguir los pasos de la revolución rusa, pero que no tenía dirección revolucionaria. La III Internacional fue el más gran intento por dotar a las masas de una dirección revolucionaria.

Los imperialismos derrotados fueron sacudidos por revoluciones como ocurrió en Alemania en 1918 y Hungría en 1919, pero en ambos casos hubo derrota de la clase obrera. La revolución alemana evolucionó hacia la república de Weimar, por el rol colaboracionista de la socialdemocracia, y la revolución húngara terminó en una dictadura militar, apoyada por Rumania y Checoslovaquia.

Las poderosas huelgas obreras de Inglaterra terminaron en un gobierno del Partido Laborista, perteneciente a la II Internacional. En donde estallaba la revolución proletaria, la socialdemocracia se prestaba para engañar a las masas y contener el proceso revolucionario. La segunda revolución en Alemania, ocurrida en 1923, fue también derrotada. Poco a poco el sistema capitalista e imperialista logró superar la debilidad ocasionada por la primera guerra mundial, y recuperar el control político en las principales metrópolis.

Durante el periodo 1919-1923 se produjeron los primero cuatro congresos de la Internacional Comunista (uno cada año), en los cuales se votaron importantes documentos y resoluciones que todavía son la inspiración de los revolucionarios del mundo.

La degeneración stalinista

La prematura muerte de Lenin en enero de 1924 coincidió con la estabilización del sistema imperialista y capitalista mundial, dejando a la URSS en completa soledad. Los bolcheviques habían logrado mantenerse en el poder, pero al mismo tiempo se produjo un proceso de contrarrevolución al interior del primer estado obrero, que se manifestó en el surgimiento de la burocracia soviética, cuyo principal mentor fue Stalin.

A partir del V Congreso, ocurrido en 1924, la Internacional Comunista (IC) comenzó a convertirse en una caja de resonancia de la política exterior de la URSS, en manos de la burocracia stalinista. El VI congreso ocurrido en 1928 consolidó el control del PCUS sobre los partidos comunistas del mundo. El VII Congreso se realizó en 1935, fue el último, donde se definió la política de los “frente populares”, es decir, de alianza con sectores democráticos de la burguesía para supuestamente frenar al fascismo en ascenso. La IC había perdido el rumbo y la meta de impulsar la revolución en el mundo.

Como una concesión al imperialismo mundial, el 15 de mayo de 1943, en el transcurso de la segunda guerra mundial, antes de celebrar la Conferencia de Teherán, Stalin ordenó disolver a la IC. Así terminó en el basurero de la historia la gran obra creada por Lenin y Trotsky, a la que los bolcheviques dedicaron especiales esfuerzos.

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