Por Leonardo Ixim
En la noche del tres al cuatro de junio de 1989, brigadas de tanques y unidades de infantería del Ejército Popular de Liberación irrumpieron la plaza de Tiananmen, tomada por estudiantes y obreros que exigían al régimen burocrático del Partido Comunista Chino (PCCH) mayores libertades democráticas.
Este incidente hasta la fecha sigue siendo negado por el gobierno chino a pesar de que las fuerzas represivas asesinaron a una cantidad de personas aún desconocida. En los días siguientes se dio una serie de redadas, fusilamientos, juicios sumarios, detenciones contra el movimiento que se había formado previo a la masacre de inicios de junio.
Tanto en ese momento como en la actualidad los medios informativos, los organismos de derechos humanos occidentales y los gobiernos imperialistas, lloran lágrimas de cocodrilo, denunciando la real y amplia violación de los derechos humanos de la dictadura china; pero son estos mismos Estados lo que en sus patios traseros permiten que sus empresas expolien los recursos naturales y violen los derechos del proletariado a nivel mundial. Por otro lado, los corifeos del estalinismo y sus matices, post y ex, los medios informativos del imperialismo emergente y sus socios tercermundistas, se rasgan las vestiduras denunciando la versión de los medios como parte de la “guerra desinformativa” contra los gobiernos “democráticos y antiimperialistas”, defendiendo al final a una dictadura que se ha levantado sobre la contrarrevolución en China.
Si bien los antecedentes de estos hechos vienen desde las mismas desviaciones burocráticas maoístas y el paulatino proceso de restauración capitalista que inicia desde 1978 tras la muerte de Mao Tse Tung en 1975, pero que adquiere fuerza en 1992, podemos mencionar algunas causas inmediatas de esta rebelión popular en las diferencias que se dan dentro de la burocracia. Desde 1988 un sector de la burocracia menos propenso a seguir abriendo la economía a las empresas transnacionales, dirigido por Li Peng, congela las reformas y restablece el control de precios, provocando que amplios sectores de la población exigieran libertades democráticas
Esta movilización se salda con la masacre y el terrorismo de estado, que la burocracia en su conjunto comete ante la irrupción independiente de las masas. Así, las diferencias a lo interno de la burocracia influyen en este despertar, que además tenía el impulso de hacerle frente a los resultados de las reformas mercantiles en lo que respecta a la desigualdad de ingresos y de oportunidades como la liberalización de precios, que ya se miraban en ese momento en la sociedad china.
Por supuesto que hubo elementos anti-socialistas en la organización de este movimiento y lamentablemente tampoco existían elementos marxistas que impulsaran la necesaria revolución política contra la burocracia con el fin de meter contratendencias al proceso de control de las reformas mercantiles y la posterior contrarreforma capitalista. Pero más allá de esto, no se puede descartar, aunque los corifeos liberales y estalinistas lo nieguen, que este movimiento buscaba no destruir las conquistas socialistas del proletariado sino la más amplia democracia y la profundización del socialismo.
Un poco de historia
Retomemos como antecedente la revolución cultural entre 1965-1968, pues es en este momento que Mao Tse Tung retoma el control del Estado, el ejército y del partido, tras ser apartado en 1961. Eso fue así porque el estalinismo maoísta es un fenómeno producido por la contrarrevolución mundial del periodo de entreguerras, y en el momento del triunfo de la revolución china en 1949, las comunidades campesinas de las regiones que no habían sido controlada por los comunistas durante la guerra contra Japón presionaron para tener una reforma agraria similar a la que se dio las regiones controladas por el PCCH, rompiendo así el equilibrio que estos querían mantener con los nacionalistas del Kuomitang. Reflejo de este deseado equilibrio, es la teoría de la Nueva Democracia que planteaba la alianza del proletariado junto al campesinado, con la pequeña burguesía y la supuesta “burguesía patriótica”.
Como lo explica Nahuel Moreno, es la presión de la lucha de clases la que obliga a estas direcciones burocráticas o en algunos casos pequeñoburguesas a ir más allá de lo que desean. Así, la guerra de Corea de 1950-1953, obliga a la dirección del PCCH a profundizar aún más la revolución por ejemplo con la aplicación de la economía planificada y la socialización de los medios de producción, pero la forma que adquiere es autoritaria, vía estatización sin participación de las masas. Se dan así hechos como la industrialización forzada encarnada en el gran salto para adelante, que provoca un desequilibrio entre la industria y la agricultura, generando hambrunas en el campo y dentro de la industria entre la industria pesada y la ligera, generando sobre explotación de la fuerza de trabajo.
Estos hechos provocaron que se apartara de la toma de decisiones a Mao, suplantándolo por otra ala burocrática con una visión más racionalizada de la construcción del socialismo pero siempre alejada de las masas, generando así que elementos tecnocráticos ocupen el lugar de dominio en la estructura china. Ante eso y el descontento de las masas por tal situación, los elementos maoístas retomaron la iniciativa y promovieron con la revolución cultural que las masas se movilizaran para que la fracción de Mao retome el poder. Pero cuando la situación quedó bajo control, la burocracia en su conjunto reprimió y detuvo la movilización independiente de las masas.
Una situación de reacomodo se da entre las distintas alas de la burocracia entre 1968-1975 con la muerte de Mao. Tras eso, la ala más derechista retoma el poder del Estado y del partido, lo centraliza provocando mayor control social, destruyendo los pocos sectores burocráticos cercanos a la visión autárquica de la construcción del socialismo, comandados por la Banda de los Cuatro, a la que pertenecía la viuda de Mao.
La primera serie de reformas que se dan entre 1978-1988 al asumir el Deng Xiaoping bien puede ser vista en algunos aspectos como necesaria en la medida en que pretende sacar a China de la postración autárquica del maoísmo. Se permitió que empresas trasnacionales se instalaran en las llamadas Zonas Económicas Especiales en las principales ciudades costeras, empresas mixtas y con ello la transferencia tecnológica a las empresas estatales, la mayor apertura para que las comunas rurales puedan vender y comprar, etc., es decir darle mayor libertad a la ley del valor y las relaciones monetario-mercantiles, pero con ello el enriquecimiento de las trasnacionales a costa de la extracción de plusvalía aunque de forma regulada.
Pese a que la productividad aumenta, a la par de eso se ve la cada vez mayor disparidad de ingresos entre la burocracia y la clase obrera, la constante migración del campo a la ciudad que implica que la producción rural siempre esté en desventaja, con ello el control social que el Estado aplica a los emigrados rurales en las urbes de la costa y la reaparición de males propios del capitalismo, como la delincuencia, la corrupción o la prostitución, etc.
Como se dijo, hay un intento de atajar estas tendencias desde sectores de la burocracia, lo que provoca la movilización de las masas que son reprimidas con tácticas de guerra civil con la masacre de Tiananmen, reflejando el carácter autoritario de la burocracia en su conjunto.
La potencia china
Después de 1989, los sectores más pro-capitalistas retomaron el poder. En 1992 asumió Jiang Zeming, inaugurando la contrarrevolución capitalista, con hechos como la privatización masiva del sector estatal de la economía -aunque se mantenga en algunas áreas-, la desregulación total de las relaciones laborales en empresas privadas de las Zonas Especiales y estatales, el enriquecimiento de la burocracia, que se convirtió en burguesía, etc. Es decir si en cierto momento algunas de estas acciones eran reformas necesarias, ahora existe la total libertad de la ley del valor, dando libertad total a la extracción de plusvalor al trabajador.
Con la unificación de los territorios de Hong Kong y Macao y próximamente Taiwan, los monopolios taiwaneses se vuelven hegemónicos en China, convirtiéndola cada vez más en exportadora de capital, y aunque todavía depende tecnológicamente de capitales occidentales, es hoy una nación emergente dentro del bloque imperialista.
Sin embargo con la crisis de 2007 y la relentización de su constante crecimiento económico, se da en China una serie de huelgas obreras y luchas comunitarias contra proyectos antiecológicos -muchas de estas luchas con victorias parciales- además de luchas de las nacionalidades oprimidas azuzadas por occidente. Esto obligó a la burocracia en 2013 a cambiar la dirección del Estado, asumiendo la dirección Xi Jinping, buscando el cambio del modelo hacia el mercado interior, combatir la corrupción y reducir las desigualdades.
La victoria del proletariado chino en 1959 implicó un avance para la revolución mundial; el carácter burocrático de su dirección llevó a la restauración capitalista, pese a que en cierto momento algunas reformas mercantiles fueran necesarias. Hoy nuevamente el proletariado y campesinado chinos muestran, aunque tímidamente, que la movilización independiente tal como en Tiananmen en 1989, es la vía. La capacidad represiva del Estado es menor, pues el control estatal sobre el sindicalismo y el terror, no pueden ser tan descarados, ni la política de concesiones puede ser total. Por tanto la revolución contra la burocracia china, transformada en burguesía, es una posibilidad necesaria para la humanidad que se empalmara con las revoluciones sociales en todo el mundo capitalista.