La motosierra de Musk tritura a los empleados públicos en Estados Unidos
En su campaña electoral, para ganarse a los votantes indecisos, Trump centró sus ataques contra los migrantes, como si todos fuesen criminales, y de manera tangencial se refirió a la necesidad de tener una mayor eficiencia gubernamental, anulando los engorros trámites burocráticos del gobierno federal.
En sí, la propuesta parecía bien intencionada, los votantes no percibían ningún peligro. Lo que más le interesaba a los votantes, era la reducción de impuestos, para compensar el deterioro del nivel ocasionado por la inflación.
Para dorar la píldora envenenada, antes de ganar las elecciones, Trump anunció la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) que estaría al mando de dos multimillonarios: Vivek Ramaswamy y Elon Musk, aunque este último se ha convertido en el poder tras el trono, no solo del DOGE, sino en la sombra del propio Donald Trump.
Cuando Elon Musk compró Twitter (ahora X) por la bicoca de 40,000 millones de dólares, estaba claro que sus objetivos eran eminentemente políticos: transformar esa poderosa red social en una plataforma de las ideas mas reaccionarias. Musk financió con más de 300 millones de dólares la campaña electoral de Trump y utilizó X para ganar votos.
En Estados Unidos hay un debate sobre el poder absoluto que ostenta Musk dentro de la administración Trump, un funcionario no electo que se inmiscuye y decide sobre todo el aparato del Estado Federal.
El plan de Trump-Musk es el siguiente: mientras el pueblo de Estados Unidos está paralizado o estupefacto por las estridentes declaraciones de Trump en el plano internacional, sobre aranceles a Canadá y México, sobre la posible compra de Groenlandia, por las negociaciones con Rusia, etc., Musk está aplicando aceleradamente un plan de ajustes dentro del aparato del Estado Federal, reduciendo gastos, cerrando agencias, programas sociales, etc.
El caso más emblemático de este brutal recorte de gastos, con el pretexto de ahorrar dinero y tener una mayor eficiencia gubernamental, fue el cierre de la USAID, la agencia que creó el presidente John F. Kennedy en 1961 para financiar programas para contrarrestar la influencia de la revolución cubana en el continente. Posteriormente, la USAID se convirtió en una fuente de financiamiento de la prensa, para controlar a los organismos no gubernamentales y movimiento sociales en todo el mundo, para crear revueltas y convulsiones sociales preparatorias de golpes de Estado contra gobiernos independientes.
En la última Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés), que reunió a la ultraderecha a nivel mundial, celebrada en Washington el pasado 21 de febrero, Javier Milei entregó una lujosa motosierra a Musk, lo que representa simbólicamente que ambos aplican un ajuste económico para reducir el estado al mínimo, arrasando con programas y conquistas sociales.
Al parecer, en la lucha contra la ideología woke, la ultraderecha que representan Trump-Musk y sus aliados en todo el mundo, entre los que destaca Javier Milei en América Latina, ya no necesitan financiar ongs ni comprar a la prensa, ya no defienden la democracia burguesa contra los regímenes autoritarios, sino imponer directa y crudamente su hegemonía imperialista por medio de aranceles en el comercio mundial.
Trump representa a esa oligarquía de multimillonarios, muy pragmática, que sabe que están parados sobre una bomba de tiempo, y que necesitan primero arreglar los problemas internos de Estados Unidos: desindustrialización, deuda interna y déficit fiscal y comercial.
Y aquí es donde adquiere mucha importancia el DOGE dirigido por Musk. Este afirma que ya ha logrado recortar en 50 mil millones de dólares los gastos del gobierno federal. Muchos datos escandalosos, como millones de personas que superan los 100 años de edad en la base datos del seguro social, han resultado falsos.
Los sindicatos de empleados públicos se han opuesto, pero han desarrollado pocas movilizaciones, y han librado una batalla en los tribunales, con escasos resultados. Estamos presenciando, pues, el mayor ataque contra las conquistas laborales de los empleados públicos en Estados Unidos, por medio de despidos de miles de empleados públicos a través de memorándums que llegan por correo electrónico. Si Musk logra imponer el ajuste y debilita a los empleados públicos, la situación dentro de Estados Unidos será profundamente reaccionaria.
Trump necesita con urgencia reducir el déficit fiscal y comercial de Estados Unidos para proceder posteriormente a reducir los impuestos a las grandes empresas. La apuesta de Trump es arriesgada: ha llegado a plantear a Rusia y China la necesidad de reducir los gastos militares en un 50% en los próximos años, mientras obliga al imperialismo europeo a financiar su propia defensa militar. Lo anterior nos indica la profunda crisis en el capitalismo e imperialismo mundial.
Estamos viviendo una coyuntura reaccionaria a nivel mundial, con efectos catastróficos en Estados Unidos y el resto del mundo.