ESCA

Llamamos a luchar contra la nueva intervención militar imperialista en Haití

Haití es actualmente el país más pobre de América Latina, un pedazo de África empotrado en América. No siempre fue así. Haití fue un emporio azucarero y el primer territorio del continente americano que se rebeló contra la esclavitud y luchó contra el colonialismo francés.

Mientras Estados Unidos proclamó su independencia en 1776 y creo una república esclavista con la Constitución de 1787, Haití proclamó la segunda república en América, en agosto de 1781 pero consumada hasta 1804, promulgando los derechos de sus ciudadanos, la absoluta mayoría descendentes de esclavos negros traídos a la fuerza dese África.

No obstante, el siglo XIX fue de un enorme retroceso y empobrecimiento paulatino de Haití. A inicios del siglo XX, el 28 de julio de 1915, comenzó la primera intervención militar de Estados Unidos en Haití, la que duraría hasta 1934. Al igual que Nicaragua, los marines se retiraron hasta que dejaron formado un pequeño ejército de ocupación, esta vez compuesto por títeres haitianos, alrededor de la Guardia Nacional (GN). El poder estaba en manos de la cúpula militar, y los efímeros gobiernos civiles se alternaban con los golpes de Estado y la intervención directa de los militares.

La dinastía de Francois Duvalier (1957-1971), quien se proclamó “presidente vitalicio”, continuó con su hijo Jean Claude Duvalier (1971-1986) pero el reinado de este terminó cuando una revolución popular lo derrocó en 1986. Desde entonces, las revueltas populares y los golpes de Estado, han sido la constante en Haití. Después de una prolongada inestabilidad política, el cura Jean Bertrand Aristide asumió la presidencia de Haití en febrero de 1991, siendo derrocado en septiembre de ese mismo año. Nuevamente se produjeron varios inestables gobiernos militares.

En 1993, supuestamente para devolver la estabilidad política, la ONU aprobó una intervención militar (1993-2000), bajo la careta de una “misión para el mantenimiento de la paz”. Bajo el gobierno de Bill Clinton, en septiembre de 1994, Estados Unidos envió 20,000 soldados, para “restaurar la democracia” y reinstalar a Aristide en el poder, pero después, en 2004, se enviaron tropas norteamericanas y de otros países para hacer lo contrario: derrocar a Aristide y enviarlo al exilio a África. Irónicamente, en la MINUSTAH participaron tropas de Brasil, Uruguay, Bolivia y Argentina, gobiernos “progresistas” de la época.

La intervención militar de la ONU fue paralela a la de Estados Unidos, Canadá, Francia y Chile.

La pauperización de Haití es un clásico ejemplo de cómo una sociedad capitalista semicolonial no tiene salida, y la barbarie se apodera del país entero. Haití tiene los índices de pobreza, desempleo, hambre, miseria y sida, los más dramáticos de América Latina.

Las intervenciones militares de Estados Unidos y sus aliados, a lo largo del siglo XX e inicios del siglo XXI, no han restaurado la democracia ni han conseguido un mínimo desarrollo económico de Haití. Este país, a pesar de forma parte de la antigua isla la española, y compartir fronteras terrestres con Republica Dominicana, no forma parte del sistema de la integración centroamericana. Haití ha sido enviada al círculo más bajo del infierno, aislada y apartada de sus vecinos más cercanos.

El reciente asesinato de su presidente, Jovenel Moise, en oscuras circunstancias, es una muestra más de la inestabilidad política que produce la barbarie capitalista. Ultimadamente, las bandas de criminales y mafiosos, tienen igual o más poder que las debilitadas instituciones del Estado que se derrumba lentamente.

Y como era de esperarse, nuevamente hay voces llamando a la intervención militar imperialista. El 15 de octubre, Estados Unidos y Canadá emitieron un comunicado conjunto anunciando el envío de aviones militares a Haití para entregar armas a los servicios de seguridad haitianos. Ese mismo día, Estados Unidos presentó un proyecto de resolución al Consejo de Seguridad de la ONU en el que pedía el “despliegue inmediato de una fuerza multinacional de acción rápida” en Haití.

Una nueva intervención militar imperialista está en marcha en Haití. Un siglo de intervenciones militares confirma lo contrario: los causantes del caos que prevalece en Haití, no son las masas hambrientas, sino los grupos de poder, aliados de Estados Unidos, que luchan desesperadamente para permanecer en el poder.

A las masas haitianas les corresponde restablecer el orden y la seguridad ciudadana, por eso llamamos a lucha contra la intervención imperialista en Haití.

Hemeroteca

Archivo