Balance del 1 de Mayo en Centroamérica: división, subordinación y ausencia de un claro plan de lucha
Es conveniente hacer un balance de las marchas del 1 de mayo, que se produjeron en las principales capitales de los Estados de Centroamérica. Como era de esperarse, en todos nuestros países, las centrales obreras, las organizaciones campesinas y populares, debilitadas por la ofensiva neoliberal, salieron a las calles a marchar y protestar.
En Guatemala, la marcha unitaria estuvo muy concurrida, con la participación de diferentes centrales obreras, organizaciones estudiantiles y populares, y con la decisiva intervención de indígenas, en un país donde el 60% de la población se reivindica orgullosamente indígena. Desfilaron los sindicatos de salubristas, pero no desfilaron los sindicatos magisteriales, este último el más numeroso contingente de empleados públicos, que han estado peleando contra los recortes a la convención o contratos colectivos. Un aspecto que debemos rescatar de esta marcha, es que el movimiento obrero que desfiló no está ligado al gobierno de turno, pero sin consignas centrales que unificaran las luchas que constantemente se producen en ese país.
En El Salvador, nuevamente se produjeron dos marchas del 1 de Mayo. La marcha más numerosa estaba conformada por los sindicatos controlados por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), pertenecientes en su mayoría al sector público. Al final, se produjo un acto político en donde uno de los principales oradores fue el presidente Salvador Sánchez Cerén. Este sector del movimiento obrero ha perdido la independencia política, y se encuentra subordinado a la actual administración de “izquierda” del Estado burgués salvadoreño. Mientras esto ocurra, los trabajadores sentiremos las consecuencias de la decadencia capitalista.
Los sindicalistas afines al FMLN nuevamente le entregaron a su presidente, en un acto simbólico, una plataforma de reivindicaciones obreras, que por cierto nunca han sido cumplidas. Este año pudimos notar un mayor descontento entre los sindicatos controlados por el FMLN. La experiencia comienza a germinar una conciencia de independencia de clase.
La otra marcha, más pequeña pero combativa, fue convocada por la Coordinadora Sindical Salvadoreña (CSS) y una alianza de grupos de izquierda y sectores populares. Esta marcha salió de la UES para culminar con un modesto mitin en Plaza Barrios. Los sindicatos agrupados alrededor de la CSS mantienen una correcta actitud crítica en torno a la gestión del FMLN, pero no han podido capitalizar el descontento existente entre los trabajadores, debido a la ausencia de un programa de lucha que unifique a los diversos sectores de la clase trabajadora.
En Honduras, como ha ocurrido desde el final del fatídico gobierno de Ricardo Maduro (2002-2006), las centrales obreras y campesinas, muy fuertes y numerosas, marcharon unidas, pero cada cual levantando sus propias consignas, las que terminan diluyéndose en el mar de pancartas. Dentro de la unidad sindical se produce una enorme dispersión, en los precisos momentos que el gobierno de Juan Orlando Hernández (JOH) aplica un brutal plan de ajuste. En esta ocasión, no hubo discursos demagógicos de partidos políticos como LIBRE. La marcha combativa terminó y las dirigencias de las centrales obreras volvieron a entrar en estado de hibernación, convirtiendo la marcha del 1 de Mayo en una simple y concurrida fiesta popular. Las marchas del 1 de Mayo deben anunciar nuevas acciones y movilizaciones de los trabajadores.
En Nicaragua, continuamos viendo una situación calamitosa del movimiento obrero. Los sindicatos controlados por el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) realizaron actos por separado. El 30 de abril, aniversario de la muerte de Tomas Borge, el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT) depositó flores en su tumba, desvirtuando la naturaleza del 1 de Mayo. La Central Sandinista de Trabajadores (CST) realizó un acto por separado en la carretera norte. Los sindicatos con conducción derechista hicieron otro acto en el kilómetro siete de la carretera sur. La subordinación política al gobierno sandinista es total, y la dispersión es preocupante.
En Costa Rica, a pesar del éxito de la jornada unitaria de lucha el 26 y 27 de abril, en realidad hubo dos marchas. Aunque las centrales obreras y sindicatos salieron del Parque La Merced, al final los sindicatos de Patria Justa (PJ) terminaron con un mitin frente a la Asamblea Legislativa, mientras los sindicatos de BUSSCO terminaron en el Parque Central.
En Centroamérica, los trabajadores y la izquierda sufrimos los mismos males: división de las cúpulas o dirigencias sindicales, cada quien pelea su propio espacio, cuando la realidad nos obliga a marchar y luchar unidos; subordinación o falta de independencia política en aquellos países, como El Salvador y Nicaragua, cuyos gobiernos están en manos de las ex guerrillas; ausencia total de un Plan de Lucha que unifique las demandas del movimiento obrero y popular.
Es el momento de comenzar a superar esas debilidades.