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Sobre LA CICIG, CICIH y demás comisiones internacionales contra la corrupción e impunidad en Centroamérica

A partir de la denuncia realizada por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), sobre la red de corrupción en las aduanas de ese país, que obligó a renunciar a la vicepresidenta Roxana Baldetti, se ha puesto de moda la solicitud de ese tipo de comisiones internacionales en otros países de Centroamérica.

La CICIG fue establecida mediante una solicitud del gobierno de Oscar Berger (2004-2008) a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y su creación fue ratificada por el Congreso de Guatemala en agosto del 2007.

La CICIG en su momento fue recibida con entusiasmo por los organismos defensores de los derechos humanos y por una significativa parte de la izquierda guatemalteca, porque tenían la ilusión que se combatirían los crímenes y la impunidad. En realidad, la CICIG había fracasado en muchos de sus objetivos, pero fue hasta este año 2015 que su principal mentor, el imperialismo norteamericano, redobló sus presiones para conseguir una prórroga de la misma, y para justificar su existencia utilizó la información de inteligencia para estremecer las corruptas estructuras de poder en Guatemala. La denuncia de la CICIG desató una enorme movilización de masas, que todavía perdura.

Inmediatamente después de la renuncia de Baldetti, el 26 de mayo del año 2015, Salvador Nasralla, dirigente del Partido Anticorrupción (PAC) de Honduras, teniendo como contexto las crecientes movilizaciones contra la corrupción en ese país, solicitó oficialmente la creación de una Comisión Internacional contra La Impunidad en Honduras (CICIH), aplicable también a El Salvador, “como componente de la Alianza para la Prosperidad”. Las “marchas de las antorchas” tienen ahora como principal consigna la instalación de la CICIH en Honduras.

En el año 2010, los gobiernos de El Salvador y Honduras solicitaron a la 65 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el envío de un Asesor Especial para luchar contra los crímenes y la violencia, pero el planteamiento no progresó. En El Salvador hubo resistencia a la propuesta, pero el debate ha quedado latente. Y en Honduras, la propuesta cayó en el olvido.

A pesar que Nicaragua es el país con mayores niveles de seguridad en Centroamérica, la denuncia de violación masiva de los derechos humanos por la construcción del canal interoceánico, ha envalentonado a los diputados del derechista Partido Liberal Independiente (PLI), quienes están promoviendo la creación de una “comisión internacional contra la impunidad” para Nicaragua. De esta forma, pretenden contener el régimen bonapartista de Daniel Ortega.

El intento de generalizar en toda Centroamérica la experiencia de la CICIG obedece, en cada caso, a distintos intereses y realidades. Los niveles de violencia, corrupción e impunidad en los países del llamado Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) han adquirido ribetes dramáticos. En esa zona la crisis del Estado burgués ha obligado al imperialismo norteamericano a diseñar planes de emergencia, como la Alianza para la Prosperidad (APP), e intervenir directamente pero de manera solapada a través de este tipo de “comisiones internacionales” contra la impunidad, bajo la fachada de la ONU, que si bien no implica el uso de tropas norteamericanas en el terreno, conlleva el control de los organismos represivos del Estado (policía, ministerio público o Fiscalía, y una parte del ejército) bajo políticas y estrategias definidas por el gobierno de Estados Unidos.

En Guatemala y Honduras se ha producido, con intensidades diferentes, un fenómeno de lucha contra la corrupción, cuyas movilizaciones tienen como principal elemento social a la clase media. Indudablemente, son fenómenos progresivos en la medida que luchan contra los gobiernos de turno. En el caso de Guatemala, la credibilidad en la CICIG ha aumentado a raíz de las últimas denuncias.

En Honduras, la oposición burguesa (PL, LIBRE y PAC) quieren detener el bonapartismo de Juan Orlando Hernandez, no con un amplio movimiento de masas, sino con la CICIH, utilizando el descontento de la clase media para imponerla, aunque sea de manera gradual.

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) reafirmamos nuestra lucha contra la corrupción e impunidad, pero esta lucha triunfara únicamente cuando los trabajadores establezcan el control obrero en todos los niveles de la sociedad, y nunca por medio de comisiones internacionales controladas por el imperialismo norteamericano.

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