Medio Oriente

Por Haidar Eid

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El giro radical que ha adoptado la derecha palestina estaba representado por los fundadores y líderes actuales de Al Fatah

El sexto congreso del Movimiento Al Fatah, celebrado en Belén hace unas semanas nos ha provisto de una silla en primera fila para ser testigos del cierre de un periodo importante del nacionalismo palestino.

Es cierto, el Congreso ha tenido lugar en suelo palestino pero, irónicamente, bajo la atenta Mirada del ejército israelí. El fracaso del Movimiento de Liberación Nacional Palestino (Fatah) a la hora de alcanzar ninguno de sus objetivos declarados se expresó simbólicamente a la hora de celebrar el Congreso bajo ocupación. Esto no sólo refleja la renuncia de Al Fatah – la facción que ha liderado la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) durante décadas- sino la renuncia global del nacionalismo palestino contemporáneo.

Un movimiento de liberación nacional que comenzó con lemas como “la única vía a la liberación es el cañón del fusil” y “liberación desde el Jordan al Mediterráneo” o “el derecho al retorno es sacrosanto” ha evolucionado a una situación post-colonial sin haber logrado la independecia. El fantasma de los Acuerdos de Oslo se encontraba presente en cada rincón de la Conferencia, pero nadie quería referirse a él. Todos esos ex luchadores convertidos en políticos nunca habrían podido conseguir un permiso israelí para regresar una Palestina controlada por Israel si no fuera gracias a los Acuerdos de Oslo.

El discurso de apertura ofrecido por el responsable de Al Fatah, Mahmoud Abbas fue aprobado como declaración política de la Conferencia. Sus palabras fueron la manifestación de lo que Oslo, Taba, la Hoja de Ruta y la Cumbre de Anápolis trataban de conseguir; transformar la causa palestina de un proceso de autodeterminación y liberación a una causa caritativa a la que se le aplica el lema “independencia”. En ningún punto de la agenda se contemplaba una revisión crítica de los últimos 20 años de historia palestina desde el 5º congreso de Fatah o simplemente desde que se firmaron los desastrosos acuerdos de Oslo en 1993. Cuestionar la tolerancia israelí hacia la celebración del congreso también es un tabú.

El giro radical que ha adoptado la derecha palestina estaba representado por los fundadores y líderes actuales de Al Fatah. No tiene nada de sorprendente su plasmación histórica en una visión antidemocrática del mundo y de la agenda de los intereses palestinos. Se trata, por supuesto de su contacto, cada vez más íntimo con los regímenes árabes.

Como resultado de la tendencia dominante, este liderazgo, con el apoyo garantizado de la “izquierda convertida en ong´s” no quiso aceptar el resultado de las elecciones palestinas de enero de 2006. En los años transcurridos desde la firma de los Acuerdos de Oslo, la financiación extranjera recibida por las ong´s palestinas, llenas de izquierdistas, nos ha llevado, trágicamente, hacia la despolitización y la desmovilización real. A esto se refiere el concepto de izquierda convertida en ong´s. Como todos los intelectuales críticos han afirmado, estas elecciones han sido las únicas de toda la región que no estaban dominadas por el factor etno-religioso hasta el momento. Y en vez de aprender de los errores o de construir a partir de este grandísimo logro para la ciudadanía árabe, las fuerzas laicas palestinas han preferido crear justificaciones a posteriori para anularlas y garantizar así beneficios para sí mismas.

A través de análisis mecánicos y autocompasivos de lo sucedido en la Franja de Gaza, Fatah ha mostrado su posición con claridad: la situación de Gaza ha sido provocada por Hamas, elegido democráticamente. Ninguna mención al papel del general norteamericano Dayton, que arma y entrena milicias contra la resistencia palestina y las pone bajo control nominal de la Autoridad Palestina. Ninguna mención, por supuesto a las políticas israelíes que erradican cualquier forma de resistencia, violenta o no violenta.

Oslo se asocia con la corrupción y la renuncia a los principios de autodeterminación (tal y como lo define el derecho internacional) y liberación nacional.

Ahora, el objetivo declarado, por el que corren ríos de sangre que en las calles de Gaza aún no se han secado, es el establecimiento de un “Estado palestino independiente” en cualquiera de sus formas: la solución de los dos estados. Pero como puede permitir la creación de ese estado la puesta en marcha del retorno de los refugiados y su compensación es un misterio para cualquier palestino que haya sido testigo del Congreso de Al Fatah. También es una incógnita pensar en el modo en que un Estado palestino podría terminar con la brutalidad del apartheid israelí contra 1,4 millones de palestinos que son ciudadanos israelíes es otra incómoda pregunta que nadie quiere contestar.

Ignorar el cambio de paradigma necesario a partir de la masacre en Gaza e insistir en la antigua creencia de que los acuerdos entre Israel y la Autoridad Palestina son el único camino posible hacia la creación de un Estado es el mejor indicador de la pérdida de fe en el poder de la gente para luchar por su tierra y sus derechos. El enfoque actual de Al Fatah supone la negación del innegable y sin precedentes ejemplo de resistencia de los habitantes de Gaza, de la resistencia popular en Cisjordania y del éxito de la Campaña global de Boicot, Desinversiones y Sanciones contra Israel que se extiende rápidamente.

En lugar de centrarse en estos ejemplos, una y otra vez lo que nos piden a los palestinos es que continuemos confiando en la benevolencia y la caridad de los Estados Unidos, la Unión Europea y los reaccionarios regímenes árabes que nos proveerán de alguna forma de estado truncado. Gaza 2009 no ha sucedido nunca.

No se menciona que Israel ha conseguido que el establecimiento de un estado palestino en el 22% de la Palestina histórica, con Gaza y Cisjordania separadas resulte imposible. Muchos pensadores palestinos y extranjeros hace tiempo que han llegado a la conclusión de que la solución de dos estados es imposible debido a la colonización israelí de Cisjordania. ¿Cuál es la alternativa de Al Fatal y del resto de organizaciones de la OLP ?

Lo que ha sucedido en Belen ha sido la puesta en práctica de lo que Franz Fanon denominó “la trampa de la conciencia nacional” aunque con imagen palestina. La ironía radica en que Fanon teorizaba sobre el futuro de los estados post-coloniales. Sobre lo que sucedía tras la independencia. Habló de sumisión neo-colonial de las élites nativas. Coches negros, ropa de moda o guardaespaldas (israelíes) son algunas de las características de los “nuevos ricos” de la Palestina (aún ocupada) Fanon escribió con desprecio “la clase media que toma el poder al final del régimen colonial es una clase media subdesarrollada. Sin poder económico, y que en ningún caso puede compararse con la burguesía del país al que trata de sustituir”

¿Nos encontramos cerca del final del régimen colonial en Palestina?. Esa es la diferencia fundamental entre la burguesía palestina y las de Sudáfrica o Argelia, por poner dos ejemplos. Nuestra burguesía ha convertido la estatalidad sin independencia en un fetiche – jaleados por los Estados Unidos, Israel, La Unión Europea e incluso los regímenes árabes- ¿Qué es la independencia, una bandera, un himno, ministerios y cargos?

Todo eso ya lo tenemos desde hace años. Para Fanon el ciclo de desilusión, ostracismo y dependencia comienza tras la independencia.

Pero nosotros aún no hemos llegado a ese punto.

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