(AFP) La oposición libia rechaza toda operación militar extranjeras para terminar con el régimen del coronel Muamar Gadafi, una alternativa que les quitaría legitimidad de cara al futuro, a pesar de los ofrecimientos de la comunidad internacional.
Los representantes de la diplomacia internacional se concertaban el lunes en Ginebra para definir la ayuda humanitaria y política a aportar a la población libia.
"El resto de Libia será liberado por el pueblo libio", afirmó el domingo en Bengasi (este) el portavoz del comité de la revolución Abdelhafez Ghoqa, rechazando "toda injerencia u operación militar extranjera".
"Contamos con el ejército para liberar Trípoli", aseguró Ghoqa durante el anuncio de la formación de un "Consejo Nacional" para representar a las ciudades del país en manos de la insurrección.
"Aceptamos una prohibición de sobrevolar pero no sanciones económicas que castigarían a la población", indicó el sábado el abogado Fethi Terbil, uno de los miembros del comité civil de la oposición a Gadafi en Bengasi.
"Lo que queremos es informaciones de inteligencia, pero en ningún caso que se afecte nuestra soberanía aérea, terrestre o marítima", agregó, durante un encuentro con periodistas en esta ciudad situada 1.000 km al este de Trípoli.
Tras las sanciones contra el líder libio Muamar Gadafi y su entorno adoptadas el sábado en forma unánime por el Consejo de Seguridad de la ONU, la prohibición de volar en el espacio aéreo de Libia, impuesta ya en el pasado al régimen, era la opción práctica más mencionada por la comunidad internacional como modo de limitar la represión.
La intransigencia de los responsables de la oposición sobre la soberanía nacional reflejaba la opinión manifestada en forma espontánea por muchos ciudadanos libios a la prensa internacional en Bengasi.
"Hay un sentimiento nacional muy fuerte en Libia", explica Abeir Imneina, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Bengasi.
"Además, el ejemplo de Irak da miedo al conjunto del mundo árabe", subraya, en referencia a la invasión norteamericana de 2003 que debía llevar la democracia a ese país y luego, por contagio, al conjunto de la región, una hipótesis totalmente desmentida por los hechos.
"Sabemos lo que pasó en Irak, que se encuentra en plena inestabilidad, lo verdaderamente que no ganas de seguir el mismo camino. No queremos que los norteamericanos vengan para tener que terminar lamentando a Gadafi", continuó esta experta.
Estados Unidos parecen haber tenido en cuenta ese pasivo en su estrategia ante los movimientos de protesta árabes.
"Estamos dispuestos a ofrecer cualquier tipo de ayuda que pudiera necesitar de parte de Estados Unidos", dijo en ese sentido la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton.
Pero según Abeir Imneina, "también existe el sentimiento de que es nuestra revolución, y que nos corresponde a nosotros hacerla".