Por Nicolas Le Brun
Los recientes hechos han demostrado una verdad de hierro: la voluntad de las masas es más fuerte que la de las direcciones que tienen al frente. Durante más de 15 días, las masas egipcias no han cesado de movilizarse, colmando la plaza Tahir en El Cairo y las principales ciudades del resto del país.
El régimen ha intentado aplacar las protestas de diferentes formas, utilizando la táctica de la zanahoria y el garrote. Por un lado lanza a los escuadrones de esbirros para que golpeen y tiren sobre los manifestantes como el fin de semana pasado. Pero también saca de la manga las ofertas de diálogo con la oposición burguesa representada por una amplia gama de sectores. Aparte de esto, ha prometido un aumento salarial del 15% para los funcionarios públicos y los pensionados con el mismo fin, desactivar las protestas.
Sin embargo todas estas maniobras no han logrado detener y el régimen egipcio ha tenido que ceder: la cabeza visible de Mubarack ha caído. Esto es una verdadera lección que han dado las masas, que al igual que en Túnez, no han cedido hasta lograr un triunfo importante pero definitivo.
Egipto devorado por la corrupción y el imperialismo
Ha sido clara la forma en las que los negocios de todos estos gobiernos ha llevado a inflar los bolsillos familiares y de sus allegados. El clan Mubarack, se ha embolsado cerca de 70 mil millones de dólares, los cuales han sido invertidos en diferentes negocios que pasan desde el inmobiliario hasta la hotelería en lugares de lujo.
Pero esto no es sólo una “debilidad personal” de Mubarack y su clan. Es una forma en la que el sistema hace sus negocios. Cuando uno de los socios por decir así “sale del canasto”, o bien ya no puede cumplir con su rol, sus adversarios le sacan los trapos sucios. Dentro de las democracias y de las tiranías, la corrupción es parte consustancial del sistema. Así pues, las transnacionales igual aprovechan de las ventajas que le da el sistema autoritario y negocian con sus representantes.
Pero el caso de Egipto reviste de una mayor importancia para el imperialismo, razones que se han expuesto en el artículo de la edición anterior. El rol fundamental del régimen egipcio es el de contener la movilización de las masas dentro de su territorio y dentro del Estado Sionista de Israel. Así fue que se dio en el año 1979, el tratado de Camp David, en el mismo año que la revolución iraní depuso a uno de las más viejas dictaduras y dinastías de la época, la del Sha de Irán.
Ese hecho de la lucha de clases, catapultó a Egipto como segundo socio en importancia en la zona, después de Israel. Esto se refleja con la “ayuda” que provee el gobierno de los Estados Unidos al gobierno, que en volumen representa la segunda en importancia a nivel mundial, después de la que recibe Israel. Sólo el presupuesto destinado para la ayuda militar es de 1,3 mil millones de dólares para el 2011, suma similar a la recibida en el 2010.
Pero Egipto asume un rol de policía de fronteras en para facilitar el bloqueo que impone el estado sionista a la franja de Gaza. Esto también implica que una buena cantidad de dólares llegan para la vigilancia de la frontera e impedir el arribo de víveres, medicamentos y pertrechos para los resistentes palestinos. Cerca de 55 millones de dólares para combatir los túneles de aprovisionamiento en el 2010.
Aparte de eso, Egipto es una de los proveedores principales de gas de Israel. El 40% de este combustible que consumen en Israel es egipcio. Ahora, los Estados Unidos, mayor potencia militar y económica del orbe, considera que el caso egipcio no puede ser dejado a la ligera, porque amenaza los intereses estadounidenses. La inversión yanqui es la segunda en importancia en el terreno del gas y el petróleo. Además Egipto es un gran importador de maíz y trigo estadounidense. Luego de firmar un Tratado de Libre Comercio, las zonas industriales calificadas (QIZ en inglés) se encargan de exportar a los Estados unidos bienes manufacturados en estas maquilas. Las exportaciones de este tipo son un tercio del total.
La dependencia de los mercados occidentales hace que la economía del conjunto de los países del norte de África no despegue. El imperialismo juega con los mercados de manera que pueda obtener la mayor parte de los beneficios del intercambio comercial. Por ejemplo con sólo ajustar los precios del petróleo y de los precios de los productos de consumo básico hace que las economías de los países dependientes se desestabilicen. Si a esto le sumamos el precio que se debe de pagar por los productos manufacturados y el porcentaje que representan estos en el intercambio comercial, el desequilibrio aumenta en mayor porcentaje.
Así pues, las necesidades del imperialismo y de la burguesía egipcia, subordinada a los intereses de los primeros, hacen que las condiciones de vida de las masas sean atroces, como en todos los países semi coloniales. El 32 millones de los 80 millones de egipcios viven con menos de 3 dólares por día y el salario promedio alcanza los 130 dólares mensuales. Esas sumas favorecen las enormes ganancias que obtienen los inversores extranjeros y sus aliados nativos.
La trampa del diálogo: cambiar la apariencia del régimen
El imperialismo estadounidense y europeo ha hecho llamados reiterativos para que se dé “una transición ordenada”. Las masas salieron con una fuerza intempestiva que puso a correr a todos los agentes contrarrevolucionarios para mantener el statu quo lo más pronto posible.
El dictador Mubarack nombró después de 30 años sin hacerlo a un vicepresidente salido de los servicios de inteligencia y seguridad del régimen. Omar Suleiman ha sido señalado por investigaciones independientes como el hombre clave para los vuelos de la muerte organizados por la CIA, en el contexto de la lucha contra “el terrorismo de AL Qaeda”. Estos vuelos permitían secuestrar sospechosos de pertenecer a organizaciones terroristas y llevarlos a cárceles de varios países, algunos en Europa y otros como Egipto. En estos países se les propinaban torturas para obtener información, también permitía desaparecerlos. El flamante vicepresidente ha sido uno de los principales torturadores.
Pero estos tratamientos no han sido solo aplicados en contra de los supuestos terroristas, también se han llevado a cabo en contra de los diferentes grupos que reclaman derechos democráticos.
Dentro de los grupos que se han puesto a la cabeza de las manifestaciones, están los Hermanos Musulmanes. Esta organización aparecida en 1928, fue prohibida en el año 1954 y ha sido clave para el sostenimiento de los manifestantes en la plaza Tahir. Esta plaza ocupada por gente de todos lados, ha sido abastecida con los recursos de esta organización. Pero esta organización que tiene diferentes fracciones. Las más radicales dentro del islamismo, apoyan a Hamas en la franja de Gaza y Hezbollah en Líbano, además de apoyar a Al Qaeda. Pero existe también un ala pragmática, “moderados” que buscan conciliar el islam y la democracia.
Pero para efectos del caso, los Hermanos ya han entrado en el diálogo propuesto por el régimen. Para justificarse han expuesto” sondear las intenciones de los nuevos responsables políticos y asegurarse de su sinceridad”. Salvo escasas excepciones, toda la oposición se ha sentado en la mesa. Como lo define Mohamed Al Baradei, ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica y premio Nobel de la Paz, “mi país debe sin duda esperar un período de inestabilidad. La libertad tiene ese precio. Pero todo el mundo de los marxistas hasta los Hermanos Musulmanes tienen por objetivo la estabilidad del país”. Más claro no puede estar. Cambiar algo para que todo siga igual.
La trampa del islamismo
Los sectores empobrecidos de la población, que han enfrentado al régimen durante años, ven al islamismo como alternativa política. Los países occidentales atizan el miedo del regreso de los islamistas al poder como el caso de Irán.
Pero las masas no ganan su liberación con ninguno de los regímenes, ni la “democracia” formal de la burguesía ni con la sharia de los burgueses islamistas. En ambos casos, las libertades básicas se ven amenazadas, la sindicalización prescrita, los partidos políticos de los trabajadores perseguidos. Las cárceles tienen numerosos prisioneros políticos defensores de los derechos de los trabajadores.
Las masas egipcias no han cesado de luchar y eso es un gran avance, a pesar de los numerosos intentos de acabar con las movilizaciones. Las masas movilizadas toman conciencia rápidamente y pueden pasar rápidamente a cuestionar y proponer otro tipo de sociedad.
Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) creemos que la primera tarea democrática es la realización de una constituyente que remplace al régimen desahuciado. Esto permitirá a las masas debatir sobre el tipo de sociedad que aspiran sin verdugos ni hambreadores.