Por Orson Mojica

Las elecciones de medio periodo o periodo intermedio no tuvieron los resultados que esperaba el Partido Demócrata, pero tampoco el Partido Republicano logro obtener la victoria que esperaba. Pareciera que hubo un empate, pero tras analizar los resultados contradictorios, detrás de las cifras se oculta un creciente movimiento anti Donald Trump.

Las elecciones de medio periodo

La Constitución de Estados Unidos, aprobada en 1787, conserva mucho de sus originales planteamientos democráticos. Uno de ellos, es la renovación total de la Cámara de Representantes (diputados) cada dos años, y la renovación parcial de un tercio del senado, a mitad del periodo presidencial de cuatro años. Los patriarcas que fundaron Estados Unidos no establecieron el derecho de destituir a sus representantes y senadores, pero establecieron las elecciones intermedias como un mecanismo de control de control del electorado cada cierto tiempo.

De esta manera, las elecciones de medio periodo en Estados Unidos se convierten en una especie de plebiscito, no solo para los representantes y senadores, sino también para el Presidente.

Este importante postulado de control democrático, como son las elecciones de renovación de los poderes legislativos, ha sido abolido en muchas de las Constituciones de los países centroamericanos, con la única excepción de El Salvador, que renueva la Asamblea Legislativa cada 3 años en un periodo presidencial de 5 años. Esta falta del control de los electores, ha permitido sentar la tradición de que el poder ejecutivo compra y corrompe a los diputados, desnaturalizando a la democracia.

Polarización bajo la era Trump

Antes de las elecciones legislativa de medio periodo, la población estadounidense está dividida y polarizada en torno a la administración de Donald Trump, quien conquistó la presidencia en las elecciones del 2016 sin haber ganado la mayoría de votos, apelando a la conciencia imperialista, de supremacía blanca, prometiendo recuperar el primer lugar como potencia imperialista a nivel mundial, descargando el odio racista contra mexicanos, musulmanes e inmigrantes en general, etc.

El gobierno de Trump está compuesto por militares y agentes de los multimillonarios, a quienes representa. Impulsó una reforma fiscal en beneficio de las grandes corporaciones, con el pretexto de garantizar los puestos de trabajo en Estados Unidos. Atacó el sistema de seguridad social conocido como Obamacare pero no pudo derogarlo. El discurso machista de Trump ha provocado la ira de millones de mujeres.

La presidencia de Trump es una ruptura con las profundas tradiciones democráticas de Estados Unidos. Trump representa un renovado intento de quebrar el sistema político de pesos y contrapesos de la democracia imperialista norteamericana, y la búsqueda de una presidencia con más fuerza y poder que el Congreso de Estados Unidos. La tasa de aceptación popular de la administración Trump ronda el 40%, muy baja en relación a otros presidentes.

Objetivos de Republicanos

Los republicamos aspiraban a repetir el triunfo obtenido en el año 2016, sobre todo porque la economía de Estados Unidos se encuentra en un buen momento, aunque la mayoría de los economistas serios alertan que la burbuja volverá a explotar en cualquier momento. Mientras tanto, el partido Republicano se revitaliza, y buscaba como cosechar los mejores frutos. El objetivo central era mantener el control en el Senado y la Cámara de Representantes, garantizando condiciones para la reelección de Donald Trump.

No obstante, las primeras encuestas reflejaron hasta 13 puntos de diferencia a favor de los candidatos demócratas. Sonó la alarma. Olfateando el peligro, Trump intervino directamente en la campaña electoral, auxiliando a los candidatos republicanos. Resucitó la xenofobia y el discurso imperialista de la campaña electoral del 2016, pero esta vez con un eje más específico contra la “invasión” de la caravana de migrantes centroamericanos que marchan rumbo a la frontera de Estados Unidos. Incluso, Trump llego al extremo de abogar por anular la nacionalidad norteamericana de los hijos de inmigrantes ilegales, de manera que la nacionalidad pueda transferirse por el derecho de la sangre, es decir, que solo sea producto de padres norteamericanos. La frágil mayoría blanca, de origen europeo, es la base social tradicional de los republicanos. El discurso de Trump la cohesiona y la hace soñar con la grandeza de antaño.

En cierto sentido, la intervención de Trump, con sus tuits, mentiras y exageraciones, dio algunos frutos: Ted Cruz, un anterior acerbo critico de Trump, pudo reelegirse como senador en Texas, derrotando a Beto O'Rourke, favorito candidato demócrata, por escaso margen. Los republicanos son fuertes en las áreas rurales, pobladas por blancos, en el centro de los Estados Unidos.

Los republicanos lograron mantener el control del Senado, pero fracasaron en retener la mayoría de la Cámara de Representantes: el control del Senado es crucial para cualquier presidente, porque todos los nombramientos de altos funcionarios, secretarios o magistrados, deben ser ratificados por mayoría calificada en el Senado.

Objetivos de los Demócratas

El Partido Demócrata vio la oportunidad de canalizar el sentimiento anti Trump que se gesta en la mayoría de los norteamericanos. Y diseño su campaña electoral para provocar una avalancha de votos a su favor, en la llamada “ola azul”, que pretendía motivar el voto masivo de los jóvenes (tradicionalmente apáticos ante las elecciones al Congreso), quisieron reeditar el mismo fenómeno que permitió a Barack Obama ganar dos elecciones. Pero la gestión de Obama desacantó a estos jóvenes, quienes se resisten a votar.

Uno de los primeros objetivos de esta campaña era quebrar el control republicano sobre el Congreso, fenómeno ocurrido en los últimos 8 años. Mientras los republicanos hicieron énfasis en combatir la inmigración ilegal, los demócratas esquivaron el tema, y centraron su campaña en la defensa de las reivindicaciones sociales que han sido atacadas o anuladas por la administración Trump, como la defensa del sistema sanitario, la defensa de los derechos de las minorías, el problema de la reducción de los salarios, un tema muy sensible para los trabajadores norteamericanos.

La campaña de los demócratas, también arrojó buenos resultados, pero no se produjo la ola azul. En todo el país, los demócratas recibieron un 7 por ciento más de votos que los republicanos, unos tres millones, en una elección que tuvo un mayor porcentaje de votantes que cualquier otra elección de periodo intermedio desde 1966. Esos votantes cambiaron siete gobernaciones y dieron 367 escaños legislativos estatales a los demócratas, otorgándoles mayorías en siete Cámaras estatales. Fueron elegidos 42 latinos como representantes, incluyendo a la primera legisladora musulmana.

Los demócratas ganaron en 312 distritos (de un total de 435). Los demócratas se han fortalecido en los grandes centros urbanos e industriales de las costa este y oeste.

Pero el triunfo de los demócratas fue parcial, al no lograron imponerse en el Senado. Al no haber un triunfo total, tampoco ha quedado bien posicionados de cara a la elección presidencial del 2020.

La ola feminista

La planificada “ola azul” terminó siendo un fuerte oleaje feminista, que posibilitó el triunfo parcial de los demócratas. El discurso machista de Trump y las constantes provocaciones y burlas contra las mujeres, provocó un alza en el voto femenino a favor de los candidatos demócratas.

El oleaje feminista se tradujo en un alza de la cantidad de mujeres electas para la Cámara de Representantes, y para las cámaras estatales.

Las amenazas de Trump y el fantasma del impeachment

Como era de esperarse, el cambio de la correlación de fuerzas dentro de la Cámara de Representantes, provocó reacciones airadas y contradictorias de Trump. Primero amenazó y después se mostró conciliador.

Sobre Trump penden una serie de investigaciones, sobre la supuesta confabulación con Rusia para ganar las elecciones, sobre su declaración de impuestos y otras mas, que no han podido avanzar por el control que tenían los republicanos sobre la Cámara de Representantes, pero esa situación acaba de cambiar.

Por ello, Trump, en conferencia de prensa, primero amenazó: "Si eso ocurre (y me investigan), vamos a hacer lo mismo (contra los demócratas desde el Senado), y el gobierno se paralizará, y les echaré la culpa(..) Y eso probablemente será mejor para mí políticamente. Creo que sería extremadamente bueno para mí políticamente, porque creo que soy mejor en ese juego que ellos" (Excelsior, 07/11/2018)

Y después, en un tono más conciliador, le tiró flores a Nancy Pelosi, a quien destrozó durante la campaña electoral: “Le doy un crédito enorme a Pelosi, ha trabajado muchísimo para conseguir las cosas. Espero que podamos trabajar juntos" (Excelsior, 07/11/2018)

En Estados Unidos existe un movimiento denominado “Impeachment Now” que ha reunidos 6,2 millones de firmas solicitando a la Cámara de Representantes, abrir un juicio político contra Donald Trump.

Crisis latente en el partido republicano

Trump en su mensaje consoló a los republicanos que le han sido fieles: “El partido republicano ha desafiado a la historia al expandir su mayoría en el Senado al tiempo que superamos ampliamente las expectativas en la Cámara de Representantes (…) Tenemos una larga lista de gente que fue fantástica, pero hubo otros, otros que prefirieron mantenerse al margen” de su estrategia electoral “y les ha ido muy mal. No sé si alegrarme o no, la verdad” (Reuter, 07/11/2018)

No todos los republicanos apoyan la gestión de Trump, no todos le son fieles. En el futuro inmediato es muy probable que los demócratas hagan frente común con los republicanos disidentes, para liquidar políticamente a Trump.

El problema de fondo

Las excentricidades y malacrianzas de Donald Trump no solo reflejan la mentalidad pedante de un multimillonario acostumbrado a imponer su voluntad, sino que en el fondo representa un denodado intento por modificar, por la vía de los hechos, y en medio de la crisis y decadencia del imperialismo norteamericano, el régimen político en Estados Unidos, rompiendo con el sistema de pesos y contrapesos, es decir, imponiendo también su control sobre el Congreso de Estados Unidos, liquidando las tradiciones democráticas que han imperado por más de 200 años.

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