Por Alberto Cruz
Periodista, politólogo y escritor.
CEPRID
La crisis financiera está poniendo en cuestión el “orden” mundial existente. La debilidad de EEUU, el marcado descenso de su poder –duro, o sea militar, y blando, es decir, diplomático- está siendo aprovechado por China para iniciar un cambio en la geopolítica internacional. Si bien no se puede decir, aún, que China está ocupando el lugar que antaño tuviese la Unión Soviética como superpotencia, sí se puede afirmar sin el menor margen de duda que China ha decidido dar un puñetazo encima de la mesa y jugar un papel más enérgico, protagónico, en la política internacional.
China no tenía previsto realizar un gesto de esta envergadura hasta el año 2027 (1), fecha para la que considera habrá alcanzado la paridad estratégica en todos los aspectos (políticos, económicos y militares) con EEUU. Para ello, ha venido tejiendo una cautelosa red de influencia en todo el mundo -África, Asia, América Latina- a través de lo que los académicos chinos denominan “el consenso de Beijing” y que no es otra cosa que la puesta en práctica de un modelo político y diplomático que prefiere desarrollar el “poder blando” –diplomacia, no injerencia y multipolaridad- en contraposición al modelo tradicional estadounidense de intervención militar, unipolaridad e interferencia política.
Sin embargo, la arrogancia estadounidense al realizar una significativa venta de armas a Taiwán (6.400 millones de dólares en armamento moderno) y recibir en la Casa Blanca al Dalai Lama ha colmado la paciencia china y ya nada será igual. No hay que perder de vista tampoco el conflicto con Google (que ha recibido el apoyo expreso de la Administración Obama en su denuncia de la “censura” china) como exponente del que mantiene hace tiempo con una serie de empresas multinacionales estadounidenses de tecnología a quienes se acusa de “infiltrar y subvertir” el país. Olvidadas quedan ya las primeras declaraciones de los altos cargos estadounidenses al inicio del mandato de Obama, como la propia secretaria de Estado, Hillary Clinton, que llegó a decir que “China y EEUU están el mismo barco” o el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, cuando apostó por “un G-2 (en referencia a China y EEUU) que manejase la economía mundial”.
El EPL detrás del endurecimiento chino
Estamos ante un nuevo Gran Salto Adelante, esta vez en geopolítica internacional que va a cambiar las reglas del juego a medio y largo plazo. Como ha dicho Yang Li, general del Ejército Popular de Liberación y miembro de la Universidad Nacional de Defensa, “China ha sido empujada a la vanguardia de la escena mundial por la fuerza de las circunstancias y, una vez ahí, es mejor tomar la iniciativa porque cuando se enfrentan desafíos y provocaciones China debe mostrar su bandera y golpear fuerte (2)”. Especialmente, en Asia, el “patrio trasero” chino por excelencia.
No es el primero que se pronuncia así. Otro militar, el coronel Dai Xu cree que EEUU hará todo lo posible por desencadenar una guerra en el plazo de 10-20 años en la zona asiática –o en áreas de influencia china, como Irán- para impedir que China alcance la paridad estratégica con ellos y, por lo tanto, tienen que estar preparados para esa eventualidad. Xu ha llegado a escribir un libro, editado por la Fuerza Aérea, en el que propone responder a EEUU con sus mismas armas: “Si EEUU puede encender un fuego en nuestro patio trasero, nosotros también podemos hacer lo mismo en el suyo” (3). Esta podría no ser más que otra opinión si no fuese porque Dai Xu es analista militar de las Naciones Unidas y experto en la presencia china en operaciones de la ONU.
El hecho de que hayan sido militares respetados quienes hayan levantado la voz no es casual. El Ejército Popular de Liberación está especialmente molesto por la venta de armas estadounidenses a Taiwán y está presionando al gobierno para que aumente el gasto de defensa y amplíe el despliegue de fuerzas militares, especialmente en lo que a submarinos se refiere contando con la posibilidad –y ahí juega un papel destacado el protagonismo chino en la nueva geopolítica internacional- de contar con una o más bases navales fuera del territorio chino. Y, además, el EPL no ha olvidado que durante la guerra contra Yugoslavia, los EEUU bombardearon la embajada china en Belgrado, una afrenta que entonces no se vengó porque China “no podía devolver el golpe”, como reconoce otro general, ya retirado, Xiong Guangkai, ex jefe de la inteligencia militar, “pero ahora sí” (4).
Estas opiniones de destacados representantes del Ejército chino han sido interpretadas por EEUU de forma errónea, considerando que dichas opiniones, al ser en su mayor parte provenientes de militares retirados ya no representan la opinión mayoritaria del EPL. Muy al contrario, el Ejército chino es consciente del malestar que en la población está causando el rumbo económico y la excesiva condescendencia con el capital extranjero, por lo que hay que “reconducir el rumbo” adoptando un discurso más nacionalista al tiempo que se visibiliza el poderío militar y económico de los militares. Hay que recordar que todos los artículos que se publican sobre cuestiones militares, escritos por militares, cuentan con el visto bueno del Comité Militar del Buró Político del Partido Comunista chino, por lo que no estamos ante opiniones sin valor.
En este sentido, es significativo que la única medida inmediata adoptada por el gobierno chino a raíz del anuncio de la venta de armas estadounidenses a Taiwán haya sido la cancelación “sine die” de la visita que el jefe máximo del Estado Mayor del EPL, Chen Bingde, iba a realizar a EEUU. Otras amenazas, como la imposición de sanciones a las empresas implicadas en esa venta de armas, como Boeing, aún no se han materializado.
El primer frente: Corea del Norte
Los políticos parecen haber entendido el malestar militar, dado que el Ejército es el responsable de la protección de las líneas de suministro de energía y de entrada de materia prima que está asegurando que China siga creciendo mientras el resto del planeta está en recesión debido a la crisis económica. Por eso han iniciado una política de endurecimiento de su postura en las relaciones internacionales y lo han hecho donde más le duele a EEUU: en Corea del Norte e Irán.
China acaba de aprobar una ayuda económica significativa a Corea del Norte al tiempo que desde finales de enero ha dejado de presionar a los coreanos para que vuelvan a la mesa de negociaciones sobre la desnuclearización. Este tema ha desaparecido, sin más, del discurso oficial chino y desde hace dos meses ya no se ha vuelto a hablar de la necesidad de reunir de nuevo la famosa Mesa de Conversaciones a Seis para discutir el asunto. Por lo tanto, Corea del Norte ya no está obligada a realizar “concesiones sustanciales”, tal y como hizo con el acuerdo, no cumplido en su totalidad por el resto de firmantes, que le llevó a volar la torre principal del reactor nuclear de Yongbyong en julio de 2008.
Al mismo tiempo, China ha anunciado que el presidente norcoreano, Kim Yong-il visitará Beijing este año y que las relaciones entre los dos países “incrementarán sus lazos de amistad y elevarán el nivel de sus relaciones”. Esto se ha traducido, ya, en el hecho de que Corea del Norte acaba de aprobar la concesión de uso durante 50 años de dos islas a las grandes empresas chinas para que trasladen allí parte de su producción manufacturera (5). Y según se dice en Corea del Sur –comentado por el embajador de este país en Washington-, el acuerdo supone la intención de China de invertir 10.000 millones de dólares en la economía de Corea del Norte. Dicho acuerdo, según la agencia Yonhap, se habría ya sellado en un viaje a Pyongyang (capital de Corea del Norte) del máximo responsable del área internacional del PCCh (6), el primero de un dignatario chino de este rango desde diciembre de 2008.
China ha decidido rescatar del colapso económico a Corea del Norte y dejar sin efecto las presiones de EEUU sobre los norcoreanos en cuestiones nucleares. China refuerza así el papel de Corea del Norte en la zona, convierte a este país en su aliado estratégico y sirve de contrapeso al papel de Japón y de Corea del Sur, tradicionales aliados de EEUU en esa área geográfica.
El segundo frente: Irán
Pero es en Irán donde China tiene mucho más que decir. La primera semana de este mes de marzo China ha hecho público su rechazo a la política de sanciones contra Irán, lo que ha llevado a que EEUU haya tenido que retirar del Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de resolución durísimo en el que, prácticamente, declaraba la guerra al país persa. El diario The Wall Street Journal (7) se hacía eco de la postura china en un duro editorial en el que prácticamente acusaba a los chinos de alentar el programa nuclear iraní. Lo que había sucedido es que los chinos se habían negado en redondo a aceptar la propuesta de sanciones que EEUU y sus socios europeos (Francia, Gran Bretaña y Alemania) intentaban fuesen aprobadas por el CS de la ONU y que, en síntesis, cerraban de manera efectiva el espacio aéreo internacional y las aguas internacionales al estado iraní aumentando el aislamiento de Irán hasta niveles sin precedentes. La intención era impedir que, en caso de ataque EEUU-Israel a Irán este país no pueda cerrar el estrecho de Ormuz, tal y como hizo ya, prácticamente sin medios, durante los primeros años de la guerra contra Irak en la década de 1980-1990. Entonces los medios iraníes eran prácticamente inexistentes, mientras que ahora tiene un Ejército preparado y poderoso.
China ha ganado tiempo para Irán, puesto que la pretensión euro-estadounidense era que las sanciones fuesen aprobadas en abril. Ahora hay que redactar otra propuesta, por lo que no es probable que el tema vuelva al CS antes del verano. Pero la actitud china no ha sido únicamente por molestar a EEUU o hacer ver que está en marcha, de manera firme, una nueva geopolítica internacional sino que siente que la obsesión con Irán encubre una estrategia de acoso a sus intereses nacionales.
China es, en estos momentos, el principal socio de Irán. Ha sabido ocupar sin prisa, pero sin pausa, el vacío dejado por los países occidentales que han ido abandonando el país al hacer un seguimiento absurdo de la política de sanciones impuesta por EEUU. De hecho, en 2009 China se convirtió de forma oficial en el principal socio comercial de Irán con un comercio bilateral de 21.200 millones de dólares, prácticamente duplicando el volumen comercial de sólo tres años antes. Uno de los sectores donde la presencia china es mayor es el petrolífero y energético. Aunque China sólo compra a Irán el 11’4% del petróleo que necesita –por detrás de Angola y Arabia Saudita, por ejemplo- la inversión el contratos de petróleo y gas aumenta sustancialmente a través de la Corporación Nacional China de Petróleo, la empresa más grande de China, y su filial PetroChina, hasta la cifra de 9.000 millones de dólares (unos 7.000 millones de euros). Los chinos están presentes en el Juzestán, suroeste del país, y en South Pars, en el Golfo, aquí en sustitución de la francesa Total. Y para este año 2010, las compañías chinas tienen comprometidas inversiones en una serie de proyectos importantes como la construcción de una autopista entre Teherán y el Mar Caspio a través de las montañas de Alborz.
No son, desde luego, cifras tan significativas como las que suponen el comercio bilateral con EEUU (ver artículo de Martin Hart-Landsberg en esta misma actualización del CEPRID) estimadas, groso modo, en más de 400.000 millones de dólares pero suponen una tendencia creciente y un mercado apetitoso para lograr el objetivo de la paridad estratégica que los chinos se han marcado para el 2027. China no va a votar ninguna nueva ronda de sanciones si no se deja al margen de las mismas sus intereses nacionales en Irán, puesto que esas sanciones, tal y como estaban redactadas para su aprobación en abril, habrían supuesto una “sanción encubierta” contra los chinos.
China no ha ejercido el derecho de veto en la ONU nada más que cuando el tema afectaba directamente a sus intereses nacionales. En total, ha sido únicamente en seis ocasiones cuando lo ha utilizado, la última hace tres años respecto a Myammar. Nada que ver, por ejemplo, con la actitud de EEUU en el alto organismo de la ONU. Tampoco es probable que lo utilice con respecto a Irán, pero sí está demostrando que o se cuenta con ellos para la geopolítica o no será posible hacer nada.
Por el momento está mandando mensajes claros a EEUU y a sus socios europeos respecto a un hecho que le afecta: Irán es una cuestión que está siendo utilizada como una cuña contra los intereses chinos, y eso no es aceptable. Por extensión, China considera que la política de EEUU y sus socios europeos en Oriente Medio y Lejano sólo busca perpetuar la influencia occidental en esta zona y así se interpretan los últimos movimientos occidentales con los países árabes del Golfo, tanto en lo referente a la venta de armas como a organizar un lobby de presión anti-iraní que “anule” el hipotético voto negativo chino en el Consejo de Seguridad. Este, y no otro, ha sido el objetivo de la gira de Hillary Clinton por esos países hace pocas semanas.
Desde China se critica el hecho de que se hable de amenaza de guerra por la actitud iraní y no se tenga en cuenta que la venta de armas a los países árabes del Golfo va a ser realizada por EEUU y la UE, con lo que están, a su vez, fortaleciendo la carrera de armamentos y alentando la vorágine de la guerra.
Y desde China se argumenta que “cada vez hay más indicios de un consenso común en Occidente respecto a la necesidad de reducir la dependencia de China como factor financiero, económico y geopolítico”, por lo que o se da el puñetazo encima de la mesa –como ha dicho el general Li- o China se convertirá en “rehén” de la estrategia occidental. Esto es algo que ha publicado, ni más ni menos, el Diario del Pueblo, el órgano oficial del gobierno chino (8).
El periódico mencionaba un hecho poco conocido, pero definitorio para mantener en Occidente la campaña “anti-China”: la presión para que China acepte la revaluación del renmimbi (nombre oficial de la moneda china, el yuan), que ha dado un paso más con la aceptación por el Senado de EEUU de un proyecto de ley sobre las “prácticas comerciales insidiosas” y “manipulación indebida” de la moneda china, mientras que economistas nobelados (de Nobel) como Paul Krugman empujan para que EEUU imponga aranceles de hasta el 25% más a las importaciones chinas por esta razón (9). Las tesis occidentales son que mantener artificialmente el dólar está bien, hacer lo mismo con otras monedas, como es el caso del renminbi, está mal. Y a esto lo llaman “juego limpio en el comercio internacional”, como hace el Departamento del Tesoro (equivalente al Ministerio de Hacienda) de EEUU.
China ha respondido de inmediato a estas acusaciones haciendo lo propio con EEUU. El Diario del Pueblo acusa a la Administración Obama de mantener la estrategia de sus antecesores: “Suficientes pruebas muestran que Estados Unidos, que acusa con frecuencia a otro país de manipular las tasas de cambio y ejerce continuas presiones para cambiar el valor de su moneda, es precisamente el más grande “país manipulador de los tipos de cambio” en el mundo” (10). Y añade que está en marcha, por lo tanto, una nueva estrategia occidental para, una vez salvada la crisis económica, reducir la dependencia de China como factor financiero, económico y… geopolítico. Los chinos son perfectamente conscientes de ello y están actuando en consecuencia.
El tercer frente: América Latina y África
Por ejemplo, ampliando su presencia en América Latina. El establecimiento de la Comunidad Lationamericana y del Caribe, el pasado mes de enero, también ha supuesto un nuevo giro en la geopolítica internacional. El hecho de que ni EEUU ni Canadá formen parte de la misma es ya, de por sí, significativo. Queda por saber cómo se pone en marcha esta comunidad pero lo que sí aparece con ella es la constatación de una cierta erosión del poder de EEUU en la zona mientras que China se ha apresurado a afianza su presencia. En apenas diez años China ha establecido relaciones diplomáticas y económicas con 21 de los 33 países latinoamericanos y la inversión china en los diferentes países latinoamericanos es ya de 50.000 millones de dólares (unos 35.000 millones de euros). Pero con América Latina China ha hecho algo especial: ha comenzado a otorgar créditos al desarrollo. Eso implica un compromiso profundo y a largo plazo con el continente latinoamericano.
En una época de débil crecimiento económico, de caída de los precios de los productos básicos y con restricciones en el acceso a créditos la presencia china ha sido recibida con alborozo en países como Venezuela, Brasil, Bolivia, Paraguay, Colombia, Ecuador y Argentina. Los casos de Venezuela, Brasil y Argentina son especialmente significativos. En estos países, China está invirtiendo en el área de exploración de recursos naturales y de explotación de los mismos. China se ha convertido, además, en el mayor socio comercial de Brasil, superando a los EEUU.
Lo mismo se puede decir de África, donde China pisa con fuerza desde 2005 y con una diferencia respecto a América Latina: en el continente africano China no sólo está presente en el ámbito económico, sino militar. Los soldados chinos forman parte de las fuerzas de la ONU en la zona, lo que le proporciona un mayor conocimiento de la realidad sociopolítica y eso lo ha utilizado para ser un “socio preferente” a la hora de patrocinar inversiones en agricultura, sistemas de agua y riego y, sobre todo, de salud, aspectos que siempre habían quedado en un segundo lugar para EEUU y los europeos. Ello obligó a que, en 2007, el Banco Mundial y el FMI acordasen con China un memorándum de entendimiento para “profundizar y mejorar la mutua colaboración” en tres países: Uganda, Ghana y Mozambique.
Desde Occidente se acusa a China de aprovechar sus programas de inversión para extraer las materias primas y la energía de África, incluso hablan de “neocolonialismo” quienes hasta 1990, cuando Namibia consiguió su independencia, habían mantenido al continente bajo un sistema de esclavitud política, económica y social. De hecho, es Occidente quien se aprovecha del petróleo africano, por poner un ejemplo (un 30% del total) mientras que el comercio de este producto con China apenas supone el 13%, especialmente proveniente de Angola, como se ha dicho anteriormente.
El nuevo contexto de las relaciones internacionales se vuelve apasionante con la presencia protagónica china. Aunque los primeros pasos (cumbre del clima en Copenhague y la del G-20) no han supuesto una alianza clara de China con los países del Sur, a medida que EEUU y la UE estrechen su cerco contra la República Popular esta, sin duda, activará su presencia en los países del Sur para acelerar el cambio en la geopolítica internacional. Una nueva era está naciendo.
Notas:
(1) Zhang Xiaotong, ideólogo del PCCh y uno de los artífices de la nueva política exterior china, lo afirmaba en un artículo publicado en diciembre de 2009. Por su parte, el banco estadounidense Goldman Sachs afirma algo parecido al constatar que en 2026 China se habrá convertido en la primera economía del mundo, según recoge Serge Halimi en la edición de Le Monde Diplomatique del 16 de marzo de 2010.
(2) Asia Times, 9 de marzo de 2010.
(3) Reuters, 1 de marzo de 2010.
(4) China News, 9 de septiembre de 2009.
(5) Asia Times, 10 de marzo de 2010.
(6) Yonhap, 20 de febrero de 2010.
(7) The Wall Street Journal, 24 de marzo de 2010.
(8) Diario del Pueblo, 8 de marzo de 2010.
(9) IPS, 18 de marzo de 2010.
(10) Diario del Pueblo, 26 de marzo de 2010.