Por Orson Mojica
El curso que ha tomado la guerra civil en Libia ha desconcertado a la izquierda centroamericana y mundial: existe un sector que por elemental antiimperialismo tiene a solidarizarse con Gadafi, quien habiendo siendo aliado de los imperialistas en los últimos años, contradictoriamente ahora sufre los ataques militares quirúrgicos de la OTAN.
Normalmente tendemos a olvidar las contradicciones de la Historia. Se olvida, por ejemplo, que el difunto Sadam Hussein fue un gran aliado del imperialismo norteamericano para contener la expansión de la revolución iraní, y que después, cuando ya no era útil a sus intereses, le dieron la espalda y organizaron su derrocamiento, mediante sucesivas intervenciones militares. Pero esta actitud última de oposición a la política de Estados Unidos no transformó a Sadan Hussein en antiimperialista. Lo determinante en cada caso, es comprender cuál es la relación de la dirección con las masas y si esta encabeza la movilización de masas en contra de las políticas del imperialismo.
En toda comparación hay similitudes y diferencias. En el caso de Sadam Hussein y de Gadafi hay similitudes y diferencias, pero lo que nos interesa resaltar es que en ambos casos hay una similitud impresionante: dirigentes antiimperialistas que en el transcurso del tiempo terminaron aliándose con el imperialismo, enriqueciéndose y estableciendo dictaduras militares y que al final hubo levantamientos populares en su contra, y donde evidentemente el imperialismo trata de aprovechar la situación a su favor.
El error que comete este sector inocente de la izquierda es que no ve que en Libia se produjo una insurrección popular contra la dictadura de Gadafi, y que hay una revolución en curso no solo en ese país, sino en todo el norte de África, lo que obligó al imperialismo norteamericano y europeo a abandonar a su antiguo aliado, a intervenir militarmente, como mecanismo de contención de la insurrección y, al mismo tiempo, para controlar y domesticar a los rebeldes.
¿Gadafi es realmente antiimperialista?
Fidel Castro en una de sus famosas Reflexiones, confirma nuestro análisis que Gadafi ya no es antiimperialista y que tenía muy buenas relaciones con las potencias occidentales, hasta el estallido de las revoluciones democráticas en el Magreb
En sus Reflexiones del 3 y 4 de Marzo, Fidel Castro argumenta lo siguiente: “(…) En los encuentros de alto nivel entre Libia y los dirigentes de la OTAN ninguno de estos tenía problemas con Gaddafi. El país era una fuente segura de abastecimiento de petróleo de alta calidad, gas e incluso potasio. Los problemas surgidos entre ellos durante las primeras décadas habían sido superados. (…) Se abrieron a la inversión extranjera sectores estratégicos como la producción y distribución del petróleo.
La privatización alcanzó a muchas empresas públicas. El Fondo Monetario Internacional ejerció su beatífico papel en la instrumentación de dichas operaciones. Como es lógico, Aznar se deshizo en elogios a Gaddafi y tras él Blair, Berlusconi, Sarkozy, Zapatero, y hasta mi amigo el Rey de España, desfilaron ante la burlona mirada del líder libio. Estaban felices. Aunque pareciera que me burlo no es así; me pregunto simplemente por qué quieren ahora invadir Libia y llevar a Gaddafi a la Corte Penal Internacional en La Haya”.
En realidad, Fidel Castro no tiene preguntas, el mismo afirma en otro párrafo que “El imperialismo y la OTAN ─seriamente preocupados por la ola revolucionaria desatada en el mundo árabe, donde se genera gran parte del petróleo que sostiene la economía de consumo de los países desarrollados y ricos─ no podían dejar de aprovechar el conflicto interno surgido en Libia para promover la intervención militar”.
Obviamente, el imperialismo siempre trata de aprovechar cualquier guerra civil, ya sea desatándola directamente, como ocurrió con los contras en Nicaragua, o cabalgandose sobre ella, como está ocurriendo actualmente en Libia.
Lo que nos interesa resaltar es que el imperialismo norteamericano no tenía como política central desatar una guerra civil contra su aliado Gadafi, pero que con el estallido de la insurrección popular, tuvieron que abandonar su tradicional política de amistad y negociación con Gadafi, y en un giro clásicamente oportunista tratan de copar la dirección rebelde, primero asfixiándola financiera y militarmente, y después dándole ayuda a cuenta gotas, mientras juega maquiavélicamente con las distintas fuerzas en el campo de batalla, como solían hacer los dioses del Olimpo en la mitología griega
Una guerra civil de baja intensidad
Después de la desastrosa experiencia militar ocurrida durante la invasión a Irak, cuando se derrumbaron el ejército y la policía iraquíes, y los odios acumulados permitieron el caos de la guerra civil, los Estados Unidos han aprendido la lección, y en relación al dictador Gadafi – mucho más débil desde el punto de vista militar que Sadam Hussein--han tenido una actitud mucho más prudente.
Un triunfo militar de la insurrección popular contra Gadafi puede terminar influyendo en los países adyacentes, en una zona conmovida por procesos revolucionarios, con vecinos que todavía no se recuperan de la primera oleada de movilizaciones, por ello los Estados Unidos y la OTAN han diseñado una guerra civil de baja intensidad, como mecanismo que permita controlar la rebelión militar pero que al mismo tiempo evite la destrucción de las fuerzas armadas libias, las únicas que pueden imponer el orden en caso de radicalización del proceso revolucionario.
Todos los analistas coinciden en afirmar que en Libia no hay instituciones, que todos los resortes de la vida política y económica están ligados a la familia Gadafi, y que por ello ha resultado difícil que el círculo cercano se rebele rápidamente. Esta afirmación está sujeta a comprobación, pero debe ser tomada en cuenta para comprender porque Gadafi mantiene todavía el control del poder, a pesar de semejante castigo militar de la OTAN.
Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN, con el mayor cinismo ha señalado que “no hay solución militar para este conflicto. Necesitamos una solución política, y el pueblo libio debe trabajar en esta dirección (…) en última instancia será la ONU quien deba ayudar a Libia a encontrar una solución política a esta crisis (…) La integridad territorial de Libia se debe mantener a toda costa” (AP 09/04/2011)
Fracasa la mediación de la Unión Africana
La “solución política” implica negociación entre los bandos militares en lucha. Mientras Inglaterra, Estados e Italia presionaban en el campo militar y diplomático exigiendo la salida de Gadafi del poder, una delegación de alto nivel de la Unión Africana (UA), organismo de países extremadamente pobres financiado por Gadafi, visitó Trípoli. Jacob Zuma, presidente de Sudáfrica, encabezó la delegación y se reunió con el coronel Gadafi, y planteó una hoja de ruta para detener la guerra civil, iniciar la reconciliación nacional y la democratización del régimen, promulgar una nueva Constitución, pero con la familia Gadafi en el poder.
Obviamente, la propuesta de la UA no fue aceptada por los rebeldes, quienes presionados por un sector de las masas insurrectas, exigen el juicio de Gadafi por los crímenes cometidos así como investigar el enriquecimiento de su familia. Las palabras de Gadafi resultan poco creíbles después de varias promesas de cese al fuego unilateral, pero que en realidad han sido aprovechadas astutamente para intentar obtener la victoria militar sobre los rebeldes, que tienen el escudo protector de la aviación de la OTAN
Pero la rechaza propuesta de la UA represento el primer paso en el camino de la negociación política, que ya se inició y que no sabemos cómo terminará.
El Grupo de Contacto
El régimen de Gadafi comienza a resentir los efectos de los bombardeos y el aislamiento internacional. Musa Kusa, quien fuera durante muchos años jefe de inteligencia y ministro de Exteriores de Libia, desertó a finales de marzo y buscó refugio en Londres, pero no para unirse a los rebeldes, sino para servir como mediador entre Gadafi y el Consejo Nacional de Transición (CNT). Pero los rebeldes no se tragaron el anzuelo y rechazaron su mediación por considerarlo un enviado no oficial del régimen de Gadafi
Una vez que los principales objetivos de los intensos y puntuales bombardeos de la OTAN han sido logrados, como es debilitar la capacidad militar del ejército libio, y que el ejército rebelde languidece por falta de armas, ha comenzado a tomar fuerza la negociación política y diplomática.
Tomando con referencia inmediata el primer intento de negociación propuesta por la UA, a propuesta del imperialismo norteamericano y Europeo, se constituyó a finales de marzo, en Londres, con el apoyo de la ONU, la Liga Árabe, la Organización de la Conferencia Islámica y el Consejo de Cooperación del Golfo, el llamado Grupo de Contacto, una verdadera coalición internacional contra Gadafi, que tuvo su primera reunión en la ciudad de Doha, bajo la copresidencia de Inglaterra y Quatar
En esa primera reunión, tomando en consideración la debilidad militar del ejército rebelde, compuesto por milicianos y sin un mando centralizado, el Grupo de Contacto acordó desbloquear 310 millones de dólares de los fondos del gobierno de Libia y entregárselos a los rebeldes. El pretexto fue la necesidad de intensificar la ayuda humanitaria para los civiles, pero en realidad esta es una fría decisión política que persigue apuntalar política, diplomática y militarmente a los rebeldes, para equilibrar fuerzas en el campo de batalla, pero al mismo tiempo persigue el objetivo de copar el movimiento de masas que se insurreccionó contra la dictadura de Gadafi.
Ayuda militar a cuenta gotas
En esa reunión, Mahmud Awad Shamman, portavoz del CNT, volvió a insistir: “Queremos que nos den armas para que podamos defendernos nosotros mismos". (El País, 13/04/2011) Pero, si bien es cierto, todos los miembros del Grupo de Contacto desean la renuncia de Gadafi, no todos están de acuerdo en el fortalecimiento militar de los rebeldes, porque temen profundamente que un triunfo militar de estos cambie la correlación de fuerzas en el norte de África y en todo el Medio Oriente
Al final de la reunión, el Grupo de Contacto declaro que "Gadafi y su régimen han perdido toda la legitimidad; debe dejar el poder y permitir que los libios determinen su futuro", y reconoció política y diplomáticamente al CNT como "interlocutor legítimo que representa las aspiraciones del pueblo libio".
Dentro de la OTAN hay contradicciones en torno a la conveniencia de armar a los rebeldes. España temerosa plantea que armar a los rebeldes "requeriría una nueva resolución de la ONU o una reunión del comité de sanciones, porque la 1973 excluye esa posibilidad". En cambio, Inglaterra ha reconocido que ha entregado "material no letal de defensa, como teléfonos por satélite y otros equipos de comunicación". Italia, considera que la Resolución No 1973 de la ONU "no prohíbe el abastecimiento de armas para autodefensa".
Cinismo imperialista
Debido a que las simpatías con los bombardeos de la OTAN han disminuido en Estados Unidos y en Europa, en un afán de influir políticamente sobre sus electores, Barack Obama, Nicolás Sarkozy y David Cameron, en una movida política poco usual, escribieron conjuntamente un artículo, publicado el 15 de abril simultáneamente en Le Figaro, The Times, Herald Tribune y Al-Hayat-.
En ese artículo, los mandatarios reafirman su compromiso con la operación militar comandada por la OTAN, pero aclaran que "no se trata de eliminar a Gadafi por la fuerza. Pero es impensable que alguien que ha querido masacrar a su pueblo tenga lugar en el futuro del Gobierno libio (…) Ello condenaría al país a ser no solo un Estado paria, sino también un Estado fallido (…) la OTAN y sus aliados de la coalición deben mantener sus operaciones para proteger a los civiles e aumentar la presión sobre el régimen. Entonces podrá empezar la verdadera transición de un régimen dictatorial hacia un proceso constitucional abierto a todos con una nueva generación de dirigentes (…) es el propio pueblo libio, y no la ONU, quien debe decidir su nueva Constitución, elegir a sus nuevos dirigentes y escribir el siguiente capítulo de su historia. Francia, Reino Unido y Estados Unidos no dejarán de llevar a cabo las resoluciones del Consejo de Seguridad hasta que el pueblo libio pueda decidir su futuro". (El País, 15/04/2011)
El cinismo de los imperialistas no tiene límites: por el momento le perdonan la vida a su antiguo aliado Gadafi, lo único que desean fervorosamente es que abandone el poder, para proceder a reorganizar Libia para sus intereses imperiales.
Apoyar militarmente al bando rebelde
En términos generales, por principios, los socialistas centroamericanos siempre estamos en contra de la agresión militar del imperialismo, contra cualquier país atrasado. El problema en Libia es que hay una revolución contra Gadafi que se materializa en la guerra civil, y que el imperialismo ha intervenido militarmente, no para derrocar a Gadafi, sino para forzarlo a salir del poder, utilizando al desorganizado ejército rebelde como mecanismo de presión interna.
¿Pueden los rebeldes libios recibir armas del imperialismo para combatir a Gadafi? Sin lugar a dudas que sí. El imperialismos tiene objetivos contrarrevolucionarios, igual que la dirección del CNT, pero la base popular de los rebeldes quiere una revolución y luchan con las uñas contra ellos tanques y aviones proporcionados precisamente por las potencias imperialistas que ahora atacan a Gadafi.
El hecho indiscutible de que la dirección burguesa del CNT está dispuesta a convertirse en agente del imperialismo, y sustituir el rol que jugaba Gadafi hasta hace poco, no oculta que por debajo hay una revolución popular. No es la primera vez en la historia que observamos esa enorme contradicción entre una dirección burguesa, por un lado, y La dinámica de las masas populares, por el otro. Este último aspecto es el que debemos contribuir a desarrollar
No olvidemos que durante la guerra civil española, el bando republicano recibió armas de algunas potencias imperialistas, de la misma manera que lo recibieron los fascistas. Tampoco olvidemos que durante la segunda guerra mundial, la URSS recibió armas y apoyo logístico directo de Estados Unidos para derrotar la invasión de Hitler. Y para no ir tan largo, recordemos que la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) recibió armas y dinero de la socialdemocracia europea, mientras el presidente Carter congelaba la ayuda militar a la dictadura somocista.
Una cosa son los planes y objetivos del imperialismo y otra, muy diferente, es la dinámica de la lucha de las masas, que se vería enormemente fortalecida con nuevo armamento para los rebeldes. No es causal la división de la OTAN en torno a este último punto. Los rebeldes necesitan armas y apoyo logístico para derrotar a Gadafi, y aquí es donde se demuestra, una vez, la esencia contrarrevolucionaria de la actual intervención imperialista en Libia, que persigue solo debilitar militarmente a Gadafi, para forzarlo a salir del poder, mientras arrodilla a la dirección burguesa de la CNT, y evita de esta manera la extensión y radicalización de la revolución.
La discusión está abierta.