Por Leonardo Ixim
La crisis mundial del capitalismo y sus consecuencias afectan severamente sobre todos a pobres, capas medias y clase obrera en todo el mundo. Así, las reacciones no se hacen esperar en todo el mundo. Tan sólo en el último semestre vimos sendas movilizaciones de jóvenes y clase obrera en Francia, Grecia, Italia e Inglaterra; posteriormente el estudiantado se movilizó en Puerto Rico y recientemente Túnez, Argelia y Bolivia.
Sin duda lo que estamos viendo son distintos efectos de un mismo tipo provocado por un capitalismo en descomposición, una de las crisis más pronunciadas de su historia, que repercute en la vida de los trabajadores en todo el mundo. Se están viviendo situaciones como el aumento de los precios de los artículos de consumo básico, de los combustibles, estados desfinanciados que descargan los problemas de déficit fiscal en el pueblo, todo mientras las tasas de ganancia de la burguesía siguen creciendo pese a la crisis y en base a una cada vez mayor sobre explotación de los trabajadores.
Ahora le toca a Bolivia, pero lo singular de ese país, es que supuestamente está gobernado por una fuerza política de carácter socialista y antiimperialista, el Movimiento Acción al Socialismo (MAS). El 26 de diciembre el gobierno de Evo Morales a través de un decreto ejecutivo, el DS 748 aumentó el precio de la gasolina en un 73 por ciento y el del diesel en un 83 por ciento; con esto descongeló el precio del barril que desde 2004 estaba fijo en 27 dólares. Los primeros efectos fueron, además de un aumento del precio de combustibles al consumidor, el aumento de los pasajes del transporte urbano y de los precios de los productos de primera necesidad.
La acción típica de los paquetazos impuestos por los organismos financieros internacionales por medio de los gobiernos neoliberales, ahora paradójicamente llevada a cabo por un gobierno supuestamente de izquierda que plantea dizque, ser representante del sentir de las masas pobres y explotadas, pero sobre todo de campesinos e indígenas históricamente excluidos y vistos como fuerza de trabajo que se puede pagar con salarios de que no alcanzan para nada.
Las razones para tal medida según el gobierno es la “nivelación de precios” con el mercado internacional que anda por los 70 dólares el barril de petróleo, junto a otro pretexto, frenar el contrabando que desangra las arcas estatales. Pero lo que pone en evidencia es algo de carácter estructural, la dependencia de la economía boliviana con respecto al imperialismo, pues una de las reivindicaciones históricas del movimiento popular boliviano es la nacionalización total de la explotación de gas y petróleo y su industrialización. El gobierno de Evo se ha quedado corto. La nacionalización ha sido parcial, muchas empresas transnacionales explotan junto a la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) los campos mientras repatrían buena parte de las ganancias aunque dejan algo en regalías e impuestos al Estado. La otra gran demanda ha sido la industrialización, situación que no se ha dado. Bolivia es uno de los principales exportadores de gas y petróleo, pero debe destinar un cuarto de sus entradas por la exportación de estos productos para la compra ya procesada de estos bienes.
El otro argumento que aduce el gobierno para imponer tal medida es el contrabando, que si bien genera grandes pérdidas para los ingresos estatales, lo que refleja es la confianza de la dirección reformista y pro capitalista del MAS y del gobierno de Evo Morales en las instituciones burguesas. El contrabando es un negocio lucrativo que genera ganancias “ilegales” y corrupción en instituciones publicas, que queda evidenciada en los varios casos hallados en la aduana de este país y la destitución de funcionarios involucrados en esta situación durante el gobierno de Morales. Por lo tanto existe simplemente por la lógica de la búsqueda sin escrúpulos de ganancias y lujos; en ese sentido las instituciones del Estado Burgués nuevamente se han quedado cortas, pues no ha existido una revolución social que cuestione esta ideología.
Quienes ganan con la medida
Lo cierto del caso es que la verdadera finalidad de tal acción es beneficiar a las transnacionales, pues en palabras del vicepresidente “hay que incentivar las ganancias de las transnacionales”, así como “la inversión en exploración y explotación de los campos de petróleo y gas”. Mientras que otro alto funcionario comenta que no le es rentable producir a las transnacionales con un precio congelado de 27 dólares el barril.
Sin duda se demuestra que los beneficiados son estas transnacionales que estaban perdiendo con respecto a otras que tienen inversiones en otros países donde no existe límite al precio del barril. Como forma de compensar el alza, el gobierno anunció el aumento de un 20 por ciento a los salarios, de policías, soldados, salubristas y educadores, sin embargo la escalada de precios era imparable y esta medida se mostró insuficiente.
Pero ¿qué pone en evidencia todo esto?, la extracción de clases de la actual dirección reformista del MAS que administra el gobierno nacional, pues son sectores de la pequeña burguesía quizás con algún sentido y pertenencia étnica quechua, aymará y mestizos, y de la burguesía excluida de la rosca oligarca tradicional y racista, que buscan posicionarse en una situación de mayor ventaja con las transnacionales imperialistas. Por eso no rompen totalmente con el imperialismo, mantienen negocios con él vía el Estado y aunque usan un discurso antiimperialista que haría pensar que estas élites buscan una capitalismo nacionalista (recordemos lo que alguna vez mencionó el vicepresidente de “generar un capitalismo andino”), en la práctica no tienen ni la fuerza, ni el capital y ni el deseo de hacerlo.
Otra situación que se pone en evidencia es la falta de financiamiento del actual gobierno, específicamente en el interés que se le pone en la lucha contra el contrabando. El Estado necesita recaudar mas, pero como se menciona en el párrafo anterior no hay deseos en la élite gobernante y la dirección masista de cobrarles más a las transnacionales, sino le tiran la carga al pueblo, quien termina pagando los platos rotos. Además las transnacionales tienen una gran responsabilidad, porque los contratos firmados con el YPFB plantean que se van a repartir la extracción de petróleo y gas, pero a cambio de que éstas tienen que invertir en la generación de capital junto a la empresa estatal para la industrialización de estos bienes. Esto no se ha dado y el gobierno no lo ha exigido.
Enojo Popular
Pese a la medida de aumentar un 20 por ciento los salarios de algunos empleados públicos, la reacción popular fue de mucha rabia. En las principales ciudades de Bolivia se dieron fuertes manifestaciones. En La Paz, los vecinos de El Alto marcharon hacia la sede del gobierno, acompañados de obreros, empleados públicos, estudiantes, etc., que fueron recibidos a balazos y gases lacrimógenos.
Fue fundamental la presión ejercida por las juntas de vecinos sobre todo del combativo El Alto pero también de otras regiones, así como los obreros que ya habían demostrado su capacidad de organizarse independientemente de las burocracias tras el pírrico y ridículo aumento salarial decretado por el gobierno el año pasado y que nuevamente se volvieron a movilizar, obligando a la Central Obrera Boliviana (COB) a llamar a una huelga general. El gobierno por su parte, trató por todos los medios de parar tal acción, usando a la dirección de la COB que es afín a él. Sin embargo, el enojo obrero era tan grande que los burocracia de la central no tuvo otro remedio que oír a sus base pues sino hubieran quedado más desprestigiado de lo que están.
Con tales acciones al final se logró detener el gasolinazo y cínicamente el gobierno congela también el aumento salarial pero no así, el aumento de los precios de productos básicos y combustibles, que siguen ahogando al pueblo. Se prevé mayores aumentos para este año y el mismo gobierno mencionó que seguirá impulsando la medida. Además contra los especuladores que manipulan aun más los precios no se hace nada.
El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), saluda el triunfo popular contra esta neoliberal medida y alerta a la clase obrera, campesina y todo el pueblo contra nuevos intentos de favorecer a estas transnacionales. Así también animamos a la construcción de organizaciones autónomas de las élites actuales y de las direcciones reformistas, a no dejarse engañar por los organismos del imperialismo que estarán aprovechando estas situaciones para detener el proceso revolucionario, que este mismo gobierno y el MAS impulsaron pero que ahora muestran sus límites. Por lo tanto, es tarea de la organización autónoma de las clases populares y explotadas la toma en sus manos de la dirección del proceso y del Estado.