Por Maximiliano Cavalera.

Al terminar la cumbre de las Américas, la presidenta Cristina Fernández anunció que expropiaría a la transnacional española Repsol la compañía que en algún momento fuera argentina, la YPF. A 30 años de la derrota argentina en la guerra de las Malvinas no había mejor momento para anunciar la medida, tan aplaudida por la mayoría de la población argentina, que hasta Carlos Menen, ahora diputado, votó a favor de la “expropiación” de la empresa que el mismo privatizó.

Historia de la YPF

La YPF ha sido una empresa simbólica en la Argentina, algunos recuerdan que el nombre de esta empresa era sinónimo de progreso, en las ciudades donde hacia incursión se contraían escuelas, carreteras y se creaban empleos. La YPF ha existido por más de 80 años y fue la primera empresa estatal petrolera del mundo. Fue privatizada en el gobierno de Carlos Menen y en 1998 la compró Repsol, una compañía Española con capital no solo español sino trasnacional.

En el año 2008, el entonces presidente de Argentina Néstor Kirchner presionó a Repsol para que vendiera el 25% de las acciones al grupo Petersen, propiedad de la familia Eskenazi, muy cercanos de la pareja presidencial Kirchner. En ese marco no se concebía “expropiar” a la trasnacional, solo era necesario darle participación a un grupo económico ligado al gobierno.

Importación de hidrocarburos

Muchas cosas han cambiado desde el 2008, sobre todo porque en todo el mundo los altos costos de la energía han sacudido las economías en medio de la peor crisis económica mundial desde los años 30s. Argentina no es la excepción: “El año pasado Argentina tuvo que importar hidrocarburos por valor de 10.000 millones de dólares (7.500 millones de euros), y para este año se prevé que sean por lo menos 9.000 millones.” (El País 17/04/12) Es obvio que los altos costos en la energía están comiéndose el crecimiento económico.

Repsol YPF representa un tercio de la producción de hidrocarburos y según el gobierno de la presidenta Cristina Fernández, Repsol venía decreciendo la inversión que tenía en el país sin explorar nuevas reservas. Repsol YPF no presentó perdidas aun cuando bajó su producción, esto se explica por las constantes alzas en los precios internacionales de los hidrocarburos. Ese fue el argumento en que ha cimentado su decisión la presidenta Argentina, aunque es obvio que el gobierno necesita desesperadamente como dejar de depender de la costosísima importación de hidrocarburos, que es natural al ser dueño de los recursos y no poder disponer de ellos porque están en manos privadas. El problema es tan grande que: “Este invierno no había dinero suficiente para importar todo el petróleo y el gas que necesita el país.” (El País 17/04/12)

La Expropiación y Cristina.

El Estado argentino terminará pagando el 51% de las acciones que expropió, y contrario a lo que se maneja internacionalmente, siempre habrá inversión privada dentro de la compañía. El esquema no es la estatización completa de la industria, la misma presidenta argentina fue muy clara: “El modelo no es de estatización, que quede claro, sino de recuperación de la soberanía y control de un instrumento fundamental” (El País 17/04/12) El modelo a seguir es el de los aliados suramericanos del gobierno argentino como Brasil con un sistema de inversión mixto, con inversión Estatal y privado, aliándose con alguna empresa trasnacional probablemente proveniente de las economías emergentes como China o Brasil con mayoría accionaria del Estado. Hasta el momento solo se trata de YPF, el resto de la industria no será tocada, aunque no se puede descartar que este sea el modelo a seguir si el gobierno se ve apuntalado por las masas sofocadas por el costo de la vida.

Expropiación de los recursos energéticos, sin indemnización

Las nacionalizaciones sin el control obrero es el preludio de futuras privatizaciones. Esta no es la excepción, recursos vitales para el desarrollo de los países no pueden quedar en manos de empresas privadas. Por eso es necesaria la confiscación total y sin pago alguno de las empresas que están en manos privadas dueñas de los recursos energéticos. Pero no basta con eso, no deben ser los burócratas estatales que dirijan esas empresas, debe existir control de todos los y las trabajadoras.

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